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Distribución

La banca de Dia amenaza a Fridman con dejarle sin nada si no apoya el rescate

Las entidades planean restituir en breve las líneas de circulante El plan inicial es la ampliación de capital pero este puede cambiar

El hundimiento de Dia a su mínimo histórico

El salvamento y refinanciación de Dia cada vez se parece más a una partida de póker. A un lado de la mesa se sienta un jugador que lo ha perdido casi todo, el grupo de supermercados; enfrente, el que está siempre acostumbrado a ganar, la banca; y al otro lado, el magnate ruso Mijail Fridman, que ha subido la apuesta con la salida de sus consejeros y haciendo públicas sus diferencias con los avances en la refinanciación. En segunda línea está una cohorte de asesores (Rothschild, PwC, FTI Consulting, PJT Partners, Houlihan Lokey, Linklaters y Clifford Chance) que susurran a las partes cuál debe ser su próximo movimiento. Pero ahora la mano es de las entidades financieras.

Estas tienen clara su hoja de ruta pese a la presión de Fridman: devolver las líneas de crédito a proveedores (confirming, en la jerga) por 200 millones que le quitaron en octubre y noviembre. Esto ocurrirá sí o sí, pese a los palos en las ruedas de Fridman, según fuentes financieras. El siguiente paso es dar una solución para su pasivo a largo plazo, con o sin el visto bueno del primer accionista. Pese a las maniobras del inversor ruso, la compañía confirma que la negociación sigue su curso.

El objetivo prioritario es darle la liquidez mínima para que la compañía sobreviva mientras se prepara una ampliación de capital que deberá ser aprobada en junta de accionistas. Según comunicó la empresa a la CNMV, ha firmado un contrato de preaseguramiento con Morgan Stanley para captar 600 millones, de acuerdo a ciertas condiciones. Entre ellas no está que Letterone, el brazo inversor de Mijail Fridman, acuda a la operación.

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Estas fuentes aseguran que esa ampliación es uno de los planes sobre la mesa para Dia en el medio plazo. Sin embargo, empiezan a vislumbrar qué hacer en el caso de que no se cumplan las condiciones de Morgan Stanley. El siguiente paso sería buscar otro banco que blinde la operación, quizá por un importe inferior. Después, contemplarían más ventas de activos. Y, como último recurso, quitas en la deuda o su conversión en equity. Dia vale en Bolsa, según el cierre de ayer, 224 millones. Y el importe de la ampliación de capital es casi el triple. Por tanto, de llevarla a cabo con éxito Fridman pasaría de controlar un 29% a menos de un 10%. La banca tiene claro su juego y sabe que de ella depende la supervivencia de la empresa.

Fridman, por su parte, no está dispuesto a firmar un cheque en blanco y a seguir inyectando dinero en Dia. Hasta el momento soporta pérdidas latentes por su participación que superan los 700 millones y quiere que el esfuerzo financiero por salvar la compañía se reparta también entre los bancos. El lunes escenificó su rechazo al plan de la banca con la dimisión de sus consejeros.

Fuentes financieras indican que el plan del inversor ruso es preparar desde fuera una opa que lanzará a partir de marzo. Es cuando se cumple un año del último swap que formalizó y, de acuerdo a la interpretación de la ley de opas que hace la CNMV, puede lanzar una oferta a un precio inferior a esa compra, de 3,64 euros por título, frente a los 0,3622 euros a los que cerró ayer. Así, él negociaría como socio único con los acreedores.

El tiempo es el principal enemigo contra el que se baten todos los jugadores. Pese a que Letterone ha empezado a mostrar ya sus cartas rechazando los planes de la banca, no podrá lanzar su órdago hasta marzo. Mientras, los bancos trabajan a contrarreloj para que estos más de dos meses jueguen a su favor. Buscan conseguir inversores más disciplinados que el magnate ruso que se hagan fuertes en la ampliación y que le resten poderes a un Fridman completamente diluido en el capital. S&P tasó el miércoles el tiempo que les queda antes de que Dia fenezca: siete meses consiga o no el balón de oxigeno que se negocia ahora.Pero esta partida tiene un cuarto y quinto jugadores: los accionistas minoritarios y los bonistas. Han sido ellos los que junto a la empresa más han sufrido este paseo por el desierto. Solo ayer los accionistas perdieron otro 9,9%. Son los que, si sale adelante la ampliación con suscripción preferente, obtendrán previsiblemente unos derechos que podrán vender al mejor postor. En caso de opa, decidirán si darle sus títulos a Fridman.

Por otro lado están los tenedores de deuda. Dia debe afrontar el vencimiento de 306 millones en bonos el próximo julio, pero la cotización de estos títulos anticipa una posible quita. Ayer cotizaban al 69,2% del nominal; los que expiran en 2021 lo hicieron al 61,5%; y los de 2023, al 58,1%.

Fuentes financieras indican que es pronto para dilucidar el papel de los bonistas en el rescate de Dia. En una empresa donde las líneas de liquidez han saltado por los aires, julio parece una eternidad. Estas fuentes indican que aún no se han unido bajo la batuta de un asesor, como ocurrió en Abengoa.

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