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Jesús Benito Ruiz: “Las redes sociales están potenciando la cirugía estética”

Es el presidente de la Asociación de Cirugía Estética y Plástica En España, cada año se llevan a cabo 400.000 intervenciones

Pablo Sempere

El pasado fin de semana se celebró en Madrid la tercera edición del congreso anual de la Asociación Española de Cirugía Estética y Plástica (AECEP), presidida por Jesús Benito Ruiz (Madrid, 1964). En el encuentro, que reunió a los profesionales más reconocidos de España y parte del mundo, los especialistas abordaron las últimas tendencias de un sector que, según los datos que maneja la AECEP, crece cada año un 4% en España.

R. Según las cifras disponibles, en España se realizan cada año cerca de 400.000 intervenciones. ¿Está el país en la media de los de su entorno?
R. Se llevan a cabo unas 400.000 intervenciones que sepamos. Puede que haya bastantes más, porque es posible que no todos los cirujanos respondan a las encuestas, y porque hay mucha cirugía estética sumergida y no controlada. A partir de aquí, si miramos las estadísticas de países como Alemania o Italia, allí suele haber más, pero también puede ser porque haya más cirujanos que respondan a las encuestas. Sea como sea, en España se hace mucha cirugía, estamos en torno al puesto 10 a nivel mundial.
R. Hay un crecimiento anual del 4%. ¿Se ha democratizado la cirugía estética?
R. Antes podía estar reservada a famosos, artistas y gente con dinero, pero hace ya bastante tiempo que se democratizó, gracias en gran parte a la antigua Corporación Dermoestética y a los créditos y préstamos que daban los bancos. Ahora, lo que está potenciando la cirugía, aunque parezca raro, son las redes sociales. La gente comparte más su físico y sus experiencias con la estética, y así el sector llega a más personas, a la vez que se empieza a ver como algo normal.
R. ¿Los pacientes suelen ocultar que se han sometido a una intervención?
R. A la gente más mayor le cuesta un poco decirlo, y muchos lo siguen ocultando. La gente joven, sin embargo, no suele tener problemas en contarlo. De la misma forma que, por regla general, las mujeres son más proclives a hacer pública su experiencia que los hombres. En general, lo que vemos es que el tema empieza a dejar de ser tabú, y en esto tiene mucho que ver el relevo generacional.
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R. Estamos en un momento en el que se promueve no solo la aceptación del cuerpo, sino la propia reivindicación. También empiezan a cuestionarse los cánones tradicionales de belleza. ¿Afecta esto al sector?
R. No lo hemos notado. Hay que tener en cuenta que a cada vez más personas les gusta estar bien, y no necesariamente para alguien, sino para sí mismas. Además, la belleza es ya un indicador de bienestar social más, tanto como tener una vivienda más grande o un segundo vehículo. Cuando una economía va relativamente bien y las necesidades básicas están cubiertas, la gente busca cosas nuevas. China, que en los últimos años ha crecido económicamente, se ha convertido en este tiempo en uno de los tres países en los que más cirugía se hace.
R. ¿No hay una presión social que empuje a alguien a operarse?
R. Creo que es una decisión totalmente individual. El caso más paradigmático es el de la cirugía reconstructiva, a la que se someten muchas mujeres que han sufrido cáncer de mama. Sabemos que la operación forma parte de la propia curación, porque una mujer no puede pasar página hasta que su mama está reconstruida. Siempre que hay un tratamiento, los indicadores de autoestima social mejoran.
R. Pero no es igual una operación reconstructiva que otra que nace de un capricho.
R. Nosotros resolvemos problemas que unos pueden considerar ficticios, pero cuando alguien se opera es porque tiene la autoestima por los suelos, y eso es importante. ¿Cuál es el problema? Que no trabajamos con madera o piedra, sino con un tejido vivo que tiene un montón de variables, y que tiene riesgos.
Cuando alguien se opera es porque tiene la autoestima por los suelos 
R. ¿Está la cirugía estética cuestionada por gran parte de la sociedad?
R. El problema de la normalización de la cirugía estética es la banalización. Hay que entender que esto no es ir al peluquero a ponerme unas mechas, es una operación. Los problemas o fallecimientos en la cirugía son noticia por lo raros que son. ¿Pero por qué impactan? Porque es una cirugía que no es de urgencia vital, es una decisión, y que te mueras por algo que tú decides es muy duro. Eso los clientes lo saben. Nadie entra en un quirófano contento y tranquilo, como quien va a una tienda a comprar ropa.
R. ¿Un cirujano entiende que los familiares o amigos de muchos pacientes quieran disuadirlos antes de la operación?
R. Sí, es lógico, porque todos tendemos a proteger a nuestros seres queridos. Pero también hay que entender que si alguien se somete a una intervención es porque lo está pasando realmente mal con su físico, y porque sabe que las posibilidades de salir satisfecho del quirófano superan al 90%.
R. En España, ¿cuál es el perfil del cliente y cuáles son las intervenciones más demandadas?
R. Las mujeres suponen un 85% de la clientela. Suelen estar entre los 30 y los 50 años de edad, cuando se juntan factores como el embarazo, el envejecimiento o el tema hormonal. Principalmente eligen el implante mamario y la liposucción. Los hombres, por su parte, se operan a los 40, cuando llega el exceso de grasa por la edad o por el sedentarismo del trabajo. El colectivo homosexual, además, es el que más está empujando al sector dentro de la franja masculina. Optan por la liposucción y la cirugía en párpados.

Sobre la firma

Pablo Sempere
Es redactor en la sección de Economía de CINCO DÍAS y EL PAÍS y está especializado en Hacienda. Escribe habitualmente de fiscalidad, finanzas públicas y financiación autonómica. Es graduado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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