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Mario Carranza: “La economía colaborativa ha cuidado mucho al inversor y poco a quienes trabajan”

Es el director general de Amovens, firma conocida como el BlaBlaCar español La empresa ofrece servicios de viaje compartido, renting y alquiler entre particulares

MANUEL CASAMAYÓN
Pablo Sempere

La economía colaborativa ha distorsionado un sinfín de sectores durante los últimos años. El de la movilidad, sin duda, es uno de los más alterados, y nombres como Uber, Cabify, Car2Go, BlaBlaCar, Emov o Zity resuenan con fuerza en el mercado. Desde 2009, Amovens forma parte de este grupo, tras nacer con el fin de “traer a España la revolución social del coche”, cuenta su director general, Mario Carranza (Jerez de la Frontera, 1986). La empresa, con un millón y medio de usuarios, pone en contacto a sus miembros para compartir viaje, ofrecer servicio de renting y alquilar el coche.

R. ¿Compartimos coche porque queremos o porque no podemos comprar uno?
R. Creo que el hecho de compartir viene empujado por la necesidad que tenemos de ser eficientes en la gestión de nuestros recursos. La española es una sociedad que ha salido de una recesión muy grande, e independientemente del nivel adquisitivo de cada uno, todos tenemos la necesidad de hacer una gestión inteligente de lo que tenemos. Si miramos cualquier otra plataforma de éxito, como Airbnb, vemos que alcanzó la cima tras la recesión económica de EE UU. Estas plataformas surgen porque la vida nos ha llevado por un camino que nos empuja a ser eficientes.
R. Autores como el canadiense Tom Slee afirman que el término economía colaborativa se contradice porque la colaboración no debería buscar hacer negocio.
R. Hay mucha confusión en torno al término, y mucha gente quiere entrar en el paraguas por estrategias marketinianas. Pero nuestro negocio no lleva a querer hacer dinero. Si hay una transacción económica es porque los usuarios comparten experiencias, pero también gastos. Además, creo que si la economía colaborativa fuese totalmente altruista no sería un movimiento tan potente.
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R. Algunas plataformas de vehículos con chófer o reparto a domicilio ya se asocian con la precariedad e inseguridad laboral. ¿Tienen miedo de entrar en ese saco?
R. Es obvio que muchos modelos, en función de la vertiente sobre la que trabajen, traerán fricción. Es normal que en muchos casos la gente salte, y en parte es bueno, porque si hay jaleo significa que son muchos los que usan las plataformas, lo que demuestra que hay una necesidad de cambio y de mejora. Pero nuestro modelo es más de poner en contacto a personas entre sí, por lo que a priori estamos fuera de este grupo. Lo que no quita que el sector tenga un reto pendiente. La economía colaborativa ha cuidado mucho al cliente y a los inversores y se ha olvidado un poco de quienes trabajan en ella.
R. ¿Tiene Amovens mecanismos para evitar la especulación o los abusos?
R. En cada línea de negocio establecemos unas normas de uso que están dentro de lo que creemos que debería ser la economía colaborativa. Todo con la idea de que se compartan gastos sin enriquecerse de ello. En los viajes compartidos, por ejemplo, ponemos precios máximos por kilómetros y un número de trayectos máximos al mes por usuario. En alquileres y renting fijamos un precio medio. Evitamos que la gente vea en nosotros una forma de enriquecerse y el usuario sabe que aquí no puede ganar dinero.
R. Usuarias de BlaBlaCar han publicado en redes experiencias incómodas que han sufrido en viajes compartidos, relacionadas con el acoso sexual. ¿Se puede evitar esto?
R. A nosotros de momento no nos ha pasado nada parecido, aunque podría suceder perfectamente. La economía colaborativa es un reflejo de la sociedad, y lo que tenemos que intentar nosotros es hacer todo lo posible por evitar que capítulos como estos sigan sucediendo, como penalizar a la gente que mete la pata. Pero esto no es culpa de BlaBlaCar o Amovens, es culpa de la sociedad, y la economía colaborativa tiene el riesgo de que pone en contacto entre sí a gente desconocida. Aun así, los usuarios se suelen portar muy bien, y las empresas de seguros se sorprenden de ello. Al principio, cuando empezamos con Allianz, parecía que para alquilar un coche era necesario ser blanco, tener dos carreras y estar casado. Cinco años después nos han dicho que los alquileres con Amovens son más seguros que el renting tradicional.
R. Amovens es conocido como el BlaBlaCar español. ¿Quieren serlo?
R. Éramos una plataforma española que ofrecía viaje compartido y que gracias a una fuga que hubo en BlaBlaCar acabó teniendo una comunidad. Pero somos mucho más que eso. El BlaBlaCar español es el origen y tiene su parte de gracia, pero al final somos una empresa que intenta traer la revolución social el coche. Además del viaje compartido, que es lo único que hace BlaBlaCar, tenemos alquiler de coche y renting particular. Queremos ser el BlaBlaCar español y queremos ser otras cosas.
R. Han ido añadiendo servicios poco a poco. ¿Seguirán ampliando la cartera?
R. El futuro de la movilidad pasa por integrar servicios. Cuando empezamos con el viaje compartido y quisimos meter más cosas, mucha gente, sobre todo los que invertían, lo veían algo arriesgado, pero salió bien. En este trimestre queremos relanzar el viaje compartido para empresas e instituciones.
R. Amovens facturó 12 millones en 2017 y en 2018 comenzaría a ser rentable. ¿Lo son ya?
R. Sí, desde hace pocos meses ingresamos más de lo que gastamos. El año pasado multiplicamos el negocio casi por cinco y este año lo hemos vuelto a hacer, ya somos rentables. Somos la muestra de que la gente empieza a darse cuenta de que no tiene sentido tener un coche aparcado el 95% del tiempo, comprar un coche en vez de pagar una cuota mensual por él o llevar tres asientos vacíos en un desplazamiento.

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Sobre la firma

Pablo Sempere
Es redactor en la sección de Economía de CINCO DÍAS y EL PAÍS y está especializado en Hacienda. Escribe habitualmente de fiscalidad, finanzas públicas y financiación autonómica. Es graduado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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