Una economía madura que necesita más reformas para seguir creciendo
El FMI advierte sobre el abultado endeudamiento externo, la reforma de las pensiones y la política fiscal
El último informe sobre la economía española del FMI contiene alabanzas a la recuperación de la actividad en los últimos años y a las reformas estructurales que la han facilitado, pero también una clara advertencia sobre los riesgos de revertir algunos de esos cambios y la necesidad de seguir reformando el modelo productivo ante un horizonte de desaceleración del crecimiento. Pese a rebajar una décima las previsiones de evolución del PIB en línea con las del Gobierno, que se explican fundamentalmente por el aumento de los riesgos externos y un incipiente debilitamiento de la demanda interna, el informe destaca que España crece todavía por encima de la media europea, pero advierte también de que ha dejado ya atrás el pico máximo de su ciclo de crecimiento y que hace falta hacer nuevos deberes.
Las debilidades y las asignaturas pendientes que señala el informe son bien conocidas: el abultado endeudamiento externo, tanto público como privado, una reforma integral y sostenible de las pensiones que no se limite a parchear agujeros ni a desestabilizar el sistema con medidas aisladas (como ligar el alza de las prestaciones solo al IPC), una política fiscal eficiente que eleve los ingresos y los utilice para reducir el déficit público, suavizar desigualdades y crear colchones de protección fiscal para el futuro, y otra vuelta de tuerca a la reforma mercado de trabajo, conservando, eso sí, el espíritu de la de 2012.
Las advertencias del organismo no son exageradas ante una economía que sigue funcionando pero que acusa ya desajustes, como la pérdida de tirón del sector exterior, alimentada por el proteccionismo comercial y el encarecimiento del petróleo, la caída de la afluencia turística por la recuperación de otros destinos competidores, y el creciente lastre de financiación del gasto en pensiones. El análisis del mercado de trabajo tampoco es complaciente, no solo por la persistente dualidad de los contratos, sino por una tasa insostenible de desempleo juvenil que continua a la cabeza de Europa y pone en duda el futuro de toda una generación. El mensaje del FMI es claro: España debe asumir que la locomotora entra en una fase de reducción de velocidad y de terreno con riesgos. Necesita reformas estructurales que flexibilicen su desempeño y le permitan competir en un entorno de enfriamiento.