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Noticia patrocinada

Mediolanum, un banco diferente

La entidad ha duplicado en diez años el número de asesores

Algunos expertos fijan el inicio de la mayor crisis ocurrida desde la Gran Depresión el 15 de septiembre de 2008, el día de la quiebra de Lehman Brothers. Otros, consideran que los problemas comenzaron en el verano de 2007 con el colapso de dos fondos de Bear Stearns ante la imposibilidad de efectuar reembolsos.

En cualquier caso, el detonante fue Lehman, aunque el origen o el problema fue universal: el sector inmobiliario. El boom de la vivienda llevó a conceder masivamente hipotecas a inversores de dudosa solvencia (hipotecas subprime o basura) en EE UU.

A partir de aquí se configuraron productos de inversión muy complejos; las entidades revendían los créditos a los bancos de inversión que las empaquetaban sobre un producto de alta rentabilidad y también de riesgo denominado CDO (Collateralized Debt Obligations).

Al mismo tiempo, la Reserva Federal continuaba con una política monetaria expansiva que llevó los tipos de interés al 5,25% previamente al crac.

Massimo Doris

"Hicimos una operación única en el mercado. Fue la ocasión para demostrar que somos diferentes", afirma el consejero delegado de Banca Mediolanum

El desenlace fue duro: muchas familias no pudieron hacer frente al pago de la hipoteca con el consiguiente incremento de la morosidad; los CDO pasaron a no valer nada, los bancos con exposición al ladrillo entraron en dificultades y la desconfianza en los mercados marcó récord.

En España, el temor se agudizó con el escándalo de las participaciones preferentes que vendieron algunas cajas de ahorro. El Gobierno solicitó un rescate a Europa en el verano de 2012 para la banca.

Una década después, la situación es radicalmente distinta. El sector financiero ha conseguido sobreponerse y ser mucho más solvente. Algunas entidades han desaparecido, otras fueron compradas y algunas necesitaron ser rescatadas, pero los cambios producidos a nivel regulatorio han permitido retomar el pulso. En Europa, las directivas MiFiD I y MiFiD II han buscado la máxima protección del cliente.

Según un informe la CNMV, la quiebra de Lehman afectó a más de 11.000 clientes en España con una inversión de 1.148 millones. El 75% del importe fue comercializado por cinco entidades a través de 314 emisiones.

Tres días después de Lehman, el fundador y presidente de Mediolanum, Ennio Doris, anunciaba ayuda inmediata para los clientes que hubieran suscrito productos estructurados vinculados a la entidad con bonos de Lehman como subyacente. En total eran unos 10.000, con una inversión de más de 200 millones; en España, el número de afectados ascendían a 1.400, con una inversión de 45 millones.

En octubre, el banco encontró la solución: la modificación del producto inicialmente creado, sustituyendo el bono de Lehman por uno de otra entidad, de manera que al vencimiento el cliente recuperaría el dinero. El coste de la operación lo asumieron los dos accionistas mayoritarios que aportaron de su bolsillo 120 millones. “Fue una operación única en el mercado. Pero siempre hemos dicho que somos un banco diferente y esta fue la ocasión de demostrarlo”, afirma Massimo Doris, hijo del fundador y actual consejero delegado de Mediolanum.

La decisión de proteger a los clientes marcó un punto de inflexión en la entidad. En esta década, Mediolanum ha pasado a ser una de las entidades más solventes, tiene un 54% más de clientes y ha duplicado el número de asesores constituyendo la segunda red más importante de España.

A cubierto ante otra crisis

Muchos se preguntan si podría producirse un nuevo colapso financiero de semejante magnitud. Es difícil que los bancos vuelvan a protagonizar una crisis como la ocurrida, ya que se han reforzado los mecanismos de supervisión y de rescate, y se ha endurecido la normativa con el objetivo de atajar los problemas.No obstante, esto no evita que se produzcan situaciones puntuales como la ocurrida con el Banco Popular.Falta por comprobar la fortaleza del sistema por sí mismo. El BCE mantiene los tipos de interés al 0% y sigue inyectando liquidez en los mercados a través de la compra de deuda soberana, gracias a la cual los países, entre los que se encuentra España, han conseguido sobreponerse. Este programa (Quantitative Easing) está previsto que concluya en 2018.

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