DAS Photonics, el vigía fotónico de los servicios de inteligencia
La firma valenciana fabrica con tecnología fotónica detectores de señales más rápidos y potentes que los tradicionales Ha suministrado equipos de prueba para el Pentágono y cerrado contratos con Arabia Saudí y Emiratos Árabes
El Departamento de Defensa de Estados Unidos cuenta con una oficina que se dedica a identificar y probar tecnologías desarrolladas en otros países que puedan resultar útiles para sus fuerzas de seguridad. En 2014, funcionarios del Pentágono se pusieron en contacto con la empresa valenciana DAS Photonics para invitarla a participar en el programa.
“Nos pidieron un prototipo para entender lo que hacía nuestro sistema. No se acababan de creer la capacidad de procesamiento que tenía”, recuerda Javier Martí, presidente y consejero delegado de esta compañía dedicada al diseño y fabricación de dispositivos basados en fotónica, ciencia que estudia las ondas de luz.
Los aviones de combate usan receptores de alerta radar desde la Segunda Guerra Mundial para esquivar misiles o bloquear los sistemas de comunicación del enemigo. Pero, a diferencia de los sensores elaborados con electrónica, que barren el espectro electromagnético por secciones, DAS Photonics ha creado unos receptores fotónicos que cubren varias bandas de frecuencia a la vez.
Al procesar la información en fotones en lugar de electrones, pueden extraer y analizar más señales (en frecuencias de hasta 64 gigahercios) bastante más rápido. Esta capacidad eleva al 100% la probabilidad de que sus usuarios, los servicios de inteligencia, intercepten un ataque militar o terrorista.
Decidido a probarlo, Washington cerró con ellos un contrato de dos millones de euros para testar sus sistemas en barcos de la armada y aviones de la fuerza aérea americana. Este acuerdo y otro anterior con Arabia Saudí han colocado a DAS Photonics (cuyas siglas aluden a los sectores en los que trabaja: defensa, aviónica y space) en la senda del crecimiento y la internacionalización.
Los orígenes de la compañía se remontan a 2005. Martí y otros científicos del Centro de Tecnología Nanofotónica de la Politécnica de Valencia llevaban 20 años investigando cómo la fotónica podía ayudar a mejorar las prestaciones de satélites, aviones y plataformas militares cuando surgió en ellos la inquietud de transferir los resultados de sus estudios al mercado.
Como eso no se podía hacer desde la universidad, constituyeron una empresa independiente. La spin-off arrancó en marzo de 2006 con una primera ampliación de capital de 350.000 euros que aportaron las firmas de capital riesgo Caixa Capital Risc y PrincipiaTech –escisión del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) que después vendió su participación a Sodena, sociedad del Gobierno navarro– y el fabricante valenciano de videoporteros Fermax.
Posteriormente, a mediados de 2008, recibieron una segunda inyección de 750.000 euros por parte de la Politécnica de Valencia (que no pudo participar en la primera porque en ese momento todavía no existía una ley que permitiese a las universidades invertir en spin-offs) y las promotoras de parques de energía solar fotovoltaica Prosolia y Helios-Fusión.
La ‘spin-off’ de la Politécnica de Valencia ha recibido capital semilla de La Caixa y subvenciones del CDTI y la ESA
Pero incluso con el apoyo de estos socios, los comienzos no fueron nada fáciles. “Queríamos usar nuestros conocimientos para crear un equipo que pueda ofrecerse al mercado, pero nos dimos cuenta de que los resultados de la investigación no son más que el 10% o 15% de un producto. Convertir la I+D en un bien y luego venderlo es muy complicado. A nosotros nos llevó siete años”, expresa Martí.
Durante ese tiempo, la compañía se mantuvo con préstamos blandos del CDTI (Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial) por alrededor de tres millones de euros y contratos con la Agencia Espacial Europea (ESA, por su siglas en inglés) por un total acumulado de más de seis millones. Adicionalmente, CDTI ayudó a la firma a ganar proyectos de la ESA financiándola con otros tres millones.
Espacio es un sector en el que inicialmente estuvieron muy concentrados, ya que la tecnología de DAS convierte las ondas de radiofrecuencia en fotones que viajan a la velocidad de la luz, lo que le permite fabricar instrumentos de comunicación más potentes y baratos que los desarrollados con electrónica tradicional.
La ventaja fundamental es que estas mayores prestaciones se pueden alcanzar sin necesidad de incrementar el tamaño, peso y consumo de los satélites, ya bastante limitado por la capacidad de los lanzadores.
De hecho, la compañía trabaja para que los satélites pasen de procesar 100 gigabytes por segundo a 1 terabyte, el equivalente a 1.000 GB por segundo.
Los sistemas de DAS multiplican la capacidad de procesamiento de los satélites sin aumentar su tamaño, peso o consumo
“Actualmente, los satélites más grandes pesan entre siete y ocho toneladas, que es lo máximo que puede transportar un cohete. Si para multiplicar su capacidad de procesamiento por 10 tuviéramos que aumentar su peso... eso con electrónica tradicional no sería escalable. Tienes que buscar otras soluciones”, explica Martí.
DAS suministra equipos a la ESA y a fabricantes de satélites como Thales, Airbus o Space Systems/Loral; sin embargo, su primera gran oportunidad no se presentó en el espacio, sino en el sector defensa.
En 2012 Arabia Saudí les compró dos sistemas fotónicos para usarlos en tareas de inteligencia por tres millones de euros, lo que pronto despertó el interés de otros países de Oriente Próximo y de Estados Unidos.
Después vino el acuerdo con el Pentágono, lo que terminó de ponerlos en el radar de los servicios de inteligencia. A raíz de estos y otros contratos ya firmados con Emiratos Árabes y Arabia Saudí, su facturación, que el año pasado rozó los cuatro millones de euros, se multiplicará por ocho en los próximos tres años.
El despegue se refleja también en el aumento de la plantilla, que en lo que va de año ha pasado de 35 a 85 empleados, con la previsión de que a finales de 2018 lleguen a 100.
La empresa, que ocupa un espacio de 2.000 metros cuadrados en el campus de la Politécnica, prepara un centro de producción de 5.000 m2 en un polígono cerca de Valencia, al que espera trasladarse en marzo próximo.
Martí asegura que, si bien la I+D, a la que este año destinarán el 10% de sus ingresos, seguirá siendo el espíritu de DAS –“ya estamos desarrollando nuevas generaciones de nuestros equipos”–, también necesitan aumentar su capacidad instalada. “Conjugar todo esto no es fácil”, admite.
Cambio de accionistas
Como es habitual en las inversiones de capital riesgo, tras 12 años en el accionariado de DAS Photonics, Caixa Capital Risc, Sodena, Fermax, Prosolia y Helios-Fusión, poseedoras entre todas ellas del 22% del capital, saldrán de la empresa a comienzos de septiembre próximo.
En su lugar entrará como socio la división de defensa y aeroespacial de Everis, multinacional española dedicada a la consultoría tecnológica y el outsourcing. Debido a que Everis pertenece al grupo japonés NTT Data y la entrada de un actor extranjero en el mercado nacional de defensa requiere la autorización del Gobierno, comprará las participaciones a través de su brazo industrial Toro, fabricante de vehículos militares con sede en Segovia.
La Universidad Politécnica de Valencia conservará entre el 6% y el 7% de las acciones y los investigadores que crearon la empresa, el 70%. De este último porcentaje, Martí y otros 16 fundadores controlan al menos el 49%.