A la caza de los trucos contables
Es fundamental detectar las ‘red flags’ en las cuentas antes de invertir en una empresa
En el último cuarto de siglo encontramos diferentes casos mediáticos de fraude contable o lo que es lo mismo: cómo la dirección de una empresa engaña a sus inversores.
Seguramente el más conocido sea Enron, empresa que cambió su modelo de negocio y sus políticas contables de forma drástica con la llegada de Jeffrey Skilling a CEO. Sus ventas consolidadas se multiplicaron por diez desde 1990 hasta 2000. Posteriormente, una revisión de cuentas por parte del auditor afloró deudas escondidas y pasivos fuera de balance que daban la impresión de empresa más saneada.
También en España ha habido casos como Pescanova y Gowex: la primera mostró durante años una deuda en balance inferior a la real y la segunda declaraba ingresos inexistentes. En general, estos casos de fraude son remotos y de difícil identificación pero sí que resulta más sencillo detectar posibles tratamientos contables que puedan poner en riesgo y por tanto reducir el beneficio y flujo de caja de una empresa, situación conocida como red flag contable.
Es de especial importancia entender el modelo de negocio, la situación competitiva y la gestión del capital de una empresa, pero también hay que dedicar mucho tiempo a detectar red flags contables. Para no caer en este tipo de errores, lo mejor es leer en profundidad las memorias anuales, aunque esta lectura resulta compleja y requiere de avanzados conocimientos contables. Los informes anuales son cada vez más complejos, extensos y con más normas contables que acaban dificultando la comprensión al lector.
Creo que podemos afirmar con poco riesgo a equivocarnos que la economía de Estados Unidos está en la fase final de su ciclo económico, donde las empresas tienen mayor dificultad para hacer crecer sus beneficios y por tanto un equipo directivo podría estar aplicando políticas contables más agresivas, con el objetivo de mantener su beneficio creciente, su flujo de caja estable y su balance saneado.
Durante los últimos diez años, nos hemos dedicado a identificar estos red flags y a clasificarlos en función de su tipología, lo cual nos ayuda primero a observar posibles riesgos contables y segundo a conocer mucho mejor como piensan y cómo actúan las direcciones de las empresas.
Como bien sabéis una característica fundamental de nuestro fondo es que hablamos con todas las empresas que tenemos en cartera y son justo estas reuniones periódicas las que nos ayudan enormemente a clarificar estos posibles riesgos contables.
En una de sus famosas cartas anuales a accionistas, Warren Buffet explicaba la siguiente historia: “En una conversación entre un paciente y su médico, y después de que una sesión de rayos X revelara la grave enfermedad del paciente, este, al no aceptar el diagnóstico, sugirió al médico que retocara las imágenes…”
Otro reconocido inversor americano, Thornton O’Glove, ponía el siguiente ejemplo: “Suponemos que una empresa reporta un beneficio por acción de 2 dólares: ¿habría alguna razón para que el director general (CEO) infravalorara esta cifra? Seguramente no, pero si podría haber “hinchado” esa cifra desde 1,5 hasta 2 dólares por acción para que el beneficio pareciera mayor de lo que realmente es”.
Estas dos historias nos sirven para alertar a los inversores de empresas que maquillan o manipulan los estados financieros, prefiriendo en algunos casos la ilusión a la realidad.
En junio de 2017, elaboré un informe sobre la empresa Mitie Group a petición de un inversor institucional, y el objetivo era verificar si existía alguna red flag contable significativa, que pudiera poner en riesgo el beneficio y flujo de caja de la empresa. Encontré una red flag relacionada con la compra en 2012 de Enara, empresa de servicios de atención al hogar.
Al analizar la transacción, el precio pagado y el fondo de comercio generado, me di cuenta que Mitie Group estaba asumiendo unas expectativas demasiado optimistas respecto a la evolución futura del negocio de Enara, que podrían provocar una revisión a la baja del fondo de comercio y la consiguiente pérdida en la cuenta de resultados.
En la nota 13 de la memoria del informe anual de 2016, observábamos las hipótesis que estaba asumiendo Mitie, con crecimientos compuestos en ventas cercanos al 20% para un negocio que presentaba pérdidas operativas.
En los años siguientes, el negocio farmacéutico se fue deteriorando, y aun así la dirección de la empresa no vio ninguna necesidad de realizar ningún deterioro de dicho fondo de comercio, aunque sí abrió la posibilidad, si el negocio no mejoraba en un futuro, de realizar tal ajuste.
Finalmente pasó lo que tenía que pasar y en 2017, Mitie anunció su salida del negocio farmacéutico y el posterior deterioro de la totalidad del valor de su fondo de comercio en relación a la unidad del negocio de farmacia, generando unas pérdidas por operaciones discontinuas de 132,4 millones de libras (149 millones de euros).
El 19 de septiembre de 2016, después de una conferencia con analistas para avanzar resultados, la cotización cayó un 28,8% y aún a día de hoy se encuentra un 40% por debajo de su cotización de finales del 2016. En definitiva, cuando una empresa compra otra y la transacción es significativa, hay que analizar con mucho detalle toda la información contable.
Quim Abril Auladell es fundador y gestor de Global Quality Edge Fund