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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cuándo será la hora de invertir en banca lo decidirá Draghi con la subida de tipos

Solo el abono de dividendos regulares, aunque modestos, proporciona atractivo a la inversión en los bancos

Invertir en la actividad bancaria se ha vuelto pesadamente aburrido en los últimos años, y tardará unos cuantos en volver a ser tan sexy como lo era antes de la crisis. La culpabilización política y social que se ha hecho de la banca en todo el mundo como motor de la crisis y como un agente resistente a colaborar en la recuperación, además de haber absorbido ingentes cantidades de dinero público para evitar liquidaciones onerosas para la clientela que aportaba los recursos ajenos (los depósitos), ha generado una sobrecarga regulatoria, una intensidad supervisora y una política de tipos tan laxa, que el negocio bancario es poco rentable. No es arriesgado, porque nunca lo ha sido si los gestores son prudentes; pero las cantidades tan grandes de capital a disponer para obtener rentabilidades pequeñas se ha convertido en una circunstancia disuasoria para los inversores.

Los niveles de capital exigidos a la banca, junto con las provisiones por las muy notables carteras de crédito sucio que aún conservan, (aunque en España se limita a activos inmobiliarios que están sacando ya de sus balances con gran celeridad), hacen muy poco atractiva la intermediación entre el ahorro y el crédito. Lo complica todavía más la planeada fiscalidad que sobre la actividad bancaria ha anunciado el Gobierno, y que está encontrando la oposición de todas las entidades. Pero la hace menos atractiva todavía, aunque seguramente de forma coyuntural, la planitud de los tipos de interés en el entorno del cero por ciento en el que los ha colocado la autoridad monetaria para combatir los riesgos de deflación. Con tales tarifas sobre el dinero, los márgenes de intermediación de la banca se han estresado hasta el punto de que necesitarían triplicar los volúmenes de crédito sobre los de antes de la crisis para ganar el mismo dinero. Algo realmente complicado en economías maduras.

Por tanto, el dilema para los inversores sigue siendo el calendario de la política monetaria, que será el motor que mueva la rueda del negocio, si todas las demás variables se mantienen estables. Hay gestores que prefieren estar dentro para cuando llegue la subida de tipos, pero haylos también que estiman que tal decisión se hará esperar aún una larga temporada. Solo la distribución regular de dividendos, aunque modestos, proporciona cierto atractivo a invertir en banca.

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