La empresa 5.0: inteligente, elegante y humanista
Son los tres patrones que deben definir el modelo corporativo
Vivimos en plena industria 4.0, una gran transformación tecnológica que combina data science, internet de las cosas, robótica, inteligencia artificial, etc. Todo un sistema integrado de información que transforma las líneas de producción, incluyendo máquinas capaces de tomar decisiones. No es un cambio dentro del sistema, es cambiar de sistema.
Por extensión, la industria 4.0 definiría un cierto modelo de empresa 4.0 basado en la tecnología inteligente. Así, la tecnología sería el driver que define el modelo de empresa.
Sin embargo, también se podría plantear un enfoque inverso: definir primero un modelo de empresa básico y encajar después toda innovación tecnológica. Con este nuevo enfoque, me atrevo a sugerir tres patrones para estructurar lo que podríamos definir como empresa 5.0: inteligente, elegante y humanista. Este modelo de empresa sería el sólido y flexible armazón que da consistencia, sentido y propósito a lo que hacemos, una cierta forma de funcionar y hacer las cosas. Tres valores a partir de los cuales se acopla y desarrolla la tecnología.
En primer lugar, la empresa es inteligente al integrar la inteligencia científica y tecnológica con la inteligencia humana, combinación de inteligencia racional y emocional, incluyendo las soft skills. Uno de los retos del liderazgo es integrar las tres inteligencias y convertirlas en sabiduría empresarial. Una empresa no podemos hacerla solos: requiere la contribución de otros, tener una visión compartida y, juntos, llegar más lejos. Los líderes consiguen que las cosas ocurran bien y, además, hacen que se disfrute durante el proceso. Consiguen el compromiso de las personas y que las personas encuentren sentido a lo que hacen. Esto crea resonancias que contribuyen a la experiencia de cliente y de empleado, generando excelentes resultados. Buenos cómos consiguen mejores qués.
En segundo lugar, decía Ortega que ética y elegancia son sinónimos. Y añadía que la elegancia es despojar la ética de su solemnidad y dejarla en su esencia. Los antiguos romanos consideraban que la elegancia es saber elegir bien.
El ser humano busca lo elegante: en el arte, en la expresión literaria, en la armonía de la música; en la geometría, en la hermosura de una expresión matemática, en decir lo máximo con lo mínimo. El premio Nobel de Física Paul Dirac, cuando formuló su ecuación que combina la física cuántica y la teoría de la relatividad especial dijo algo así: “Esta ecuación es tan elegante que seguro que es cierta”. Efectivamente: los resultados experimentales confirmaron la ecuación de Dirac. El universo es elegante.
Buscamos lo elegante en la conversación, en el respeto mutuo, en las actitudes, en las formas, en la brillantez de un razonamiento. En la universidad he vivido momentos mágicos donde la elegancia de la inteligencia era todo un espectáculo en sí misma.
Después, la elegancia sobria y vital de la empresa, el respeto y la empatía entre la gente, disfrutar del trabajo en equipo, la esencial proximidad al cliente, saber estar en el mundo. La elegancia como actitud y fuerza expresiva.
Todo esto hace que la empresa sea un lugar excelente para trabajar y contribuye a la captación y retención del talento, a lo atractivo para clientes y proveedores. En un entorno elegante se genera menos entropía, la atmósfera es estimulante, los resultados son mejores. Toda la energía es para avanzar.
Por último, hablar de empresa es hablar de lo humano. Podemos preguntarnos para qué está la empresa, cuál es su misión. Además de hacer lo correcto correctamente, la misión es ser una buena empresa para el mundo. Valores profesionales y humanos en acción y crear valor para el mundo. Pertenecer a una empresa buena para el mundo da mucho sentido a lo que hacemos, es potente e inspirador. La mayoría de las nuevas generaciones quiere trabajar en empresas que tengan un impacto positivo en el mundo.
Estos tres patrones están relacionados, se realimentan y se ayudan mutuamente. Hay al menos un factor común a los tres: el liderazgo. Y el humanismo lo engloba todo.
Todo esto funciona, no es utópico, está en nuestras manos conseguirlo, es un esfuerzo de dimensiones humanas. Las empresas que lo practican funcionan mejor y con mejores resultados, yo conozco algunas. Hemos constatado que este enfoque es atractivo para las nuevas generaciones (y no solo las nuevas).
Este es el modelo de empresa que he vivido (y vivo) y al que trato de contribuir modestamente. Y puedo decir que merece la pena. Como en un nuevo Renacimiento, convendría poner el humanismo en la ecuación: ganamos todos, el mundo será mejor.
José Jaume es ingeniero aeronáutico y posgrado por Harvard Business School