El plan de Sánchez: tasa a la banca, subida de Sociedades y más IRPF a rentas altas
El presidente del Gobierno quiere presentar los Presupuestos de 2019, que incluirán un incremento del gasto social Bruselas ya ha advertido que el margen para elevar las partidas presupuestarias es muy escaso
El recién investido presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ya ha comunicado que respetará los Presupuestos de 2018 que pactó el anterior Ejecutivo de Mariano Rajoy con Ciudadanos y PNV. Esta decisión permite que no se bloqueen las medidas populares que incluyen las cuentas, como la subida de las pensiones, el incremento de los salarios públicos o la rebaja del IRPF. Si bien cuando estaban en la oposición los socialistas presentaron una enmienda a la totalidad, la realidad es que los Presupuestos de 2018 son expansivos.
La primera tarea en materia económica que se ha impuesto Sánchez es la presentación de los Presupuestos para 2019. Los plazos son muy limitados y, por lo tanto, debe ponerse inmediatamente a ello. El PSOE tiene una hoja de ruta económica muy clara, que tiene muchas similitudes con las propuestas de Podemos, pero que habrá que ver hasta qué punto es realizable.
Tanto PSOE como Podemos apuestan por elevar el gasto público, sin embargo, España tiene la obligación de seguir saneando sus cuentas y, por lo tanto, los incrementos presupuestarios solo serán posibles si se incrementan los ingresos. Pedro Sánchez ha defendido fijar un tipo incrementado para rentas que superen los 150.000 euros. Tanto el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero como el de Mariano Rajoy utilizaron el recurso de elevar el gravamen máximo. Sin embargo, son pocos los contribuyentes que se encuentran en esos umbrales y, por lo tanto, la capacidad recaudatoria de esa medida es limitada.
También en el ámbito fiscal, PSOE y Podemos defienden establecer nuevas figuras impositivas a la banca. En concreto, los socialistas abogan por fijar un recargo del 8% en el impuesto sobre sociedades que recaería sobre la banca. Se trata de una figura idéntica, con el mismo tipo nominal, que el tributo que ya existe en el Reino Unido. El otro tributo que propone el PSOE es un impuesto sobre transacciones financieras que se aplicaría a la compraventa de activos de empresas con una capitalización superior a los 1.000 millones de euros.
No se pueden crear nuevos impuestos a través de los Presupuestos. Así que el impuesto a la banca debería incluirse en una nueva ley. La idea de Sánchez es que los ingresos de ambos tributos se destinen a financiar las pensiones. No será sencillo para el PSOE llevar a cabo su plan económico, ya que requerirá los votos de, por ejemplo, el PNV, un partido muy alejado de los postulados de las formaciones de izquierda.
Sánchez defenderá también elevar el impuesto sobre sociedades para evitar que las grandes empresas tributen a tipos efectivos que rondan el 7%. Los socialistas pretenden asegurar un pago mínimo del 15%.
Sin embargo, existen dudas razonables de que esta política fiscal que planea el PSOE sirva para sustentar un aumento significativo del gasto social. En primer lugar, existe incertidumbre sobre el efecto de estas medidas tributarias y, además, la recaudación no es automática, sino que siempre hay cierto decalaje.
Por lo tanto, el margen que tendrá el Gobierno de Sánchez para elevar las partidas presupuestarias en 2019 es muy escaso. El líder del PSOE, con el afán de tranquilizar a los mercados, señaló desde la tribuna del Congreso que España se ajustaría a los objetivos de déficit que marca la Unión Europea. Sin embargo, resulta simplemente incompatible seguir el mandato de Bruselas e incrementar el gasto. Ello es así porque, para 2019, Bruselas exige que el gasto primario, que no tiene en cuenta los intereses de la deuda, solo aumente un 0,6%. Por lo tanto, Sánchez deberá elegir. O rebasa los límites de la Comisión Europea o renuncia a la promesa de llevar a cabo un notable aumento del gasto social.
Teniendo en cuenta la posición de debilidad de Sánchez y el clima prelectoral que marcará su mandato, todo indica que el PSOE lanzará guiños por el lado del gasto público, aunque ello signifique incumplir los objetivos de estabilidad. De hecho, también el Presupuesto de 2018 aprobado por el PP y Cs ha sido ideado pensando en las próximas elecciones. La duda es cuando se celebrarán.
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