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Las huelgas del ferrocarril pondrán a prueba el apetito francés por Europa

Si aumenta la antipatía por las reformas de Macron, también lo hará la desconfianza hacia la UE

Imagen de Macron ardiendo durante una manifestación en Nantes (Francia), el día 7.
Imagen de Macron ardiendo durante una manifestación en Nantes (Francia), el día 7.REUTERS

Emmanuel Macron, presidente francés, tiene mucho que perder si los votantes franceses se vuelven contra sus planes de reforma del ferrocarril. Y quizás también la UE.

Los trabajadores de los trenes llevan tres meses haciendo huelga un par de días por semana para protestar por los cambios propuestos a un estatus especial que les da derecho a aumentos salariales automáticos, condiciones especiales de horarios de trabajo y un puesto de por vida en la práctica. El Gobierno quiere el cambio en parte para garantizar que SNCF, la compañía estatal, pueda competir cuando las reglas de la UE obliguen a Francia a abrir su mercado doméstico de pasajeros. Parte del trabajo es hacer algo con los altos costes operativos de la empresa.

En torno al 15% de los fondos se gasta en líneas usadas por menos del 2% de los pasajeros. Cerrar las rutas rurales sería, sin embargo, políticamente más peligroso que enfrentarse a los trabajadores ya que, hasta ahora, la mayoría de los franceses apoya los planes de Macron de dejar de contratar trabajadores en términos tan generosos.

Pero esa mayoría es cada vez más ajustada. El riesgo para Macron es que otros grupos descontentos se alíen con los del ferrocarril. Los pensionistas se han visto afectados por las subidas de los pagos de la Seguridad Social y los profesores se declararon en huelga en marzo para protestar contra los planes de recortes de empleo público.

La UE no ha solicitado ninguno de los recortes del gasto público ni las reformas en el sector ferroviario. Pero la política del Gobierno está influida, en parte, por las reglas del bloque. El resentimiento contra Macron podría convertirse fácilmente en animosidad contra Bruselas.

El riesgo es aún mayor en un país cuyas elecciones presidenciales terminaron en una segunda vuelta entre Macron y la euroescéptica Marine Le Pen. Solo un tercio de los franceses confía en la UE, según el Eurobarómetro. Es la tercera puntuación más baja tras Reino Unido y Grecia, que ha soportado una década de austeridad y estuvo cerca de dejar el euro en 2015. Si aumenta la antipatía por las reformas de Macron, también lo hará la desconfianza hacia la UE.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Daniel Domínguez, es responsabilidad de CincoDías.

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