Mike Pompeo, un duro para enfriar la diplomacia de EE UU
El nuevo secretario de Estado estuvo destinado como militar en el Telón de Acero
Perfilar los nombramientos de Donald Trump produce cierta melancolía, porque parecen destinados a la brevedad. Rex Tillerson ha durado un año como secretario de Estado (ministro de Exteriores) de EE UU: le sustituirá, en principio, Mike Pompeo (Orange, California, 1952), hasta ahora director de la CIA, con una experiencia empresarial más reducida y desde luego mucho menos internacional.
La designación deberá recibir –en principio en abril– el visto bueno del Senado; hace un año Pompeo consiguió el apoyo de dos tercios del mismo para su cargo en la agencia de inteligencia, entre ellos algunos votos demócratas. Sin embargo, el candidato ya ha sido criticado por algún republicano, en concreto Rand Paul, que pese a pertenecer a la misma ala conservadora que Pompeo (la del tea party) critica que dijera que el ahogamiento simulado no era una práctica de tortura, así como su defensa de la intervención en Irak.
Pompeo estuvo destinado como militar en la primera Guerra del Golfo, y en Europa del Este, en el Telón de Acero. Alcanzó el rango de capitán tras graduarse como el primero de la clase en la Academia Militar de West Point (Nueva York), donde se especializó en Ingeniería Mecánica.
Al volver al mundo civil se doctoró en jurisprudencia por Harvard y empezó a trabajar como abogado. Su carrera empresarial comenzó en 1998, cuando él y tres amigos de West Point se mudaron a Wichita (Kansas) y compraron tres empresas de piezas para aviones para crear Thayer Aerospace (en honor al fundador de West Point, Sylvanus Thayer).
Pompeo y su socio Brian Bulatao –que le ha acompañado luego en la CIA como jefe de operaciones– siguieron en la empresa, que contaba a Lockheed Martin y Boeing entre sus clientes, hasta 2006, año en que Pompeo entró como presidente en Sentry International, dedicada a equipamiento petrolífero, y vinculada a Koch Industries. El secretario de Estado in pectore está en línea con su jefe en cuanto a cambio climático y política energética.
Los hermanos Koch fueron sus principales apoyos financieros en su campaña para el Congreso de 2010, que ganó. Renovó su escaño por Kansas en 2012, 2014 y 2016, antes de que el triunfo de Trump le llevase al frente de la CIA.
En agosto tomó el control directo del Centro de Misiones de Contrainteligencia, el departamento que ayudó a lanzar una investigación sobre los posibles vínculos entre Trump y las autoridades rusas.
Precisamente, Tillerson, que continuará en el puesto hasta el día 31, había acusado a Rusia del ataque contra el ex agente doble Sergei Skripal en Reino Unido horas antes de que Trump le despidiera por Twitter. Después de su despido, el ex-CEO de Exxon Mobile no ha dicho palabra sobre el magnate.
Con todo, los vínculos de Tillerson con Vladimir Putin, presidente ruso, le pusieron también siempre bajo sospecha de connivencia con Moscú. El líder de los senadores demócratas, Chuck Schumer, le acusa de haber sido demasiado blando y espera que su sucesor sea más duro.
En su comparecencia ante el Senado para dirigir la CIA, Pompeo criticó la ocupación de Ucrania por parte de Rusia, “amenazante para Europa”, y acusó también a Moscú de no hacer casi nada contra el Estado Islámico (Daesh).
Antes de entrar en la CIA, Pompeo se mostraba partidario de romper el acuerdo nuclear de EE UU con Irán, al que acusaba de financiar el terrorismo. Durante su mandato en la agencia ha reforzado, en cambio, las relaciones con Arabia Saudí. Entre sus retos como secretario de Estado estará la tensión con Corea del Norte, y la gestión de la anunciada reunión de Trump con Kim Jong-un.
El futuro jefe de la diplomacia estadounidense es muy crítico con el multiculturalismo. Pertenece a la rama más conservadora de los republicanos, con firmes creencias cristianas (protestantes), y es miembro de la Asociación Nacional del Rifle.
Tiene antepasados italianos tanto por parte de padre (de la región de los Abruzos) como de madre. De joven jugaba al baloncesto –deporte al que sigue siendo aficionado– como ala-pívot. Está casado con Susan Pompeo, natural de Wichita y muy activa en la promoción del liderazgo femenino dentro del Partido Republicano de Kansas. Juntos tienen un hijo, Nicholas, de 27 años. Además son dueños de dos perros: Patton, un golden retriever, y Holly, una beagle. Durante la etapa como congresista del futuro secretario de Estado, la familia volvía cada dos semanas a Kansas.
Ahora Pompeo no dejará de viajar por el mundo, en teoría de forma más alineada con Trump que Tillerson, pero también lo parecía con Steve Bannon y tantos otros que ya no están en la Casa Blanca. El presidente está estudiando más cambios en altos puestos de la Administración, según The Washington Post.
Al menos, Pompeo puede presumir de seguir al lado de Trump, un año después.
Reacciones mundiales
El nombramiento de Pompeo ha venido seguido de las primeras sanciones del Departamento del Tesoro de EE UU a ciudadanos y empresas rusas por intentar interferir en las elecciones de 2016. El Kremlin ya había reaccionado a la designación diciendo que veía difícil que las relaciones entre ambos países empeoraran aún más.
China ha dicho que espera que el cambio no afecte al buen entendimiento que había con Tillerson. En cuanto a Europa, el ataque contra un exespía en Reino Unido ha alineado, al menos temporalmente, a las grandes potencias de la OTAN: EE UU, Alemania, Francia y Gran Bretaña.