La política monetaria, el gran aliado de los hipotecados
La ola desinflacionista es el mejor antídoto contra la subida del precio del dinero en todo el mundo
España ha desarrollado en las últimas décadas un negocio bancario con alta concentración en el crédito de carácter hipotecario y cuasi con un monocultivo de los tipos de interés variable. El boom de la contrucción y venta de viviendas desde el final de los noventa hasta que irrumpió la crisis financiera corrió paralelo a una disponibilidad descomunal de liquidez, a un relajamiento en las condiciones de solvencia exigidas a los particulares y a un escenario de precios reales del dinero negativos que se tornó en un descenso acelerado de los tipos de interés nominales hasta llegar al paroxismo de los valores negativos. El mejor de los mundos para adquirir casas y financiarlas con créditos hipotecarios, se necesitasen o fuesen consideradas activo de inversión. La política monetaria era el principal aliado de los hipotecados entonces, y parece que lo seguirá siendo durante una temporada, aunque empiecen a moverse los vientos que traerán tipos de interés más elevados, dinero más caro.
Desde que los tipos directores del BCE tocaron suelo en el cero por ciento y el euríbor fondo en valores ligeramente negativos, la banca comenzó a comercializar con elevado grado de éxito crédito hipotecario a tipo fijo, que proporcionaba previsibilidad financiera al particular y márgenes más abultados a los bancos, en un momento en que los tipos muy bajos dañaban las cuentas de resultados del negocio de tomar dinero de los ahorradores o del interbancario y prestarlo a los inversores. La expectativa de una subida de los tipos en el horizonte, que ahora se sitúa hacia finales de 2019 para Europa, es el mejor argumento comercial para vender contratos de crédito a precio fijo. Pero los expertos alertan de que el tipo aplicado tiene que ser nominalmente muy modesto para que salga a cuenta, dado que aunque el precio del dinero sube en el escenario temporal citado, no lo hará en unas proporciones elevadas. La ausencia generalizada de inflación en los países maduros y las pocas expectativas de que se movilice permiten pensar que los tipos nominales del BCE nunca serán tan elevados como para disparar las facturas financieras de los créditos ligados al euríbor a niveles preocupantes.