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La CE descarta aplicar al e-cigarro los mismos impuestos que al tabaco

Bruselas prefiere esperar a ver la evolución del mercado El castigo fiscal al fumador se endurecerá aún más en 2019

Pablo Monge

Tregua fiscal para los cigarrillos electrónicos. La Comisión Europea descarta, de momento, incluir los cigarrillos electrónicos en la directiva que armoniza los tipos mínimos de imposición del tabaco (al menos 1,8 euros de impuestos especiales por cajetilla de 20 pitillos, más IVA).

Bruselas considera que todavía no dispone de datos suficientes sobre el mercado de cigarros electrónicos que justifiquen una propuesta de armonización, según un informe de la Comisión remitido el pasado viernes a los ministros de Economía y Finanzas de la UE (Ecofin).

La conclusión de la CE se basa en un estudio independiente realizado el año pasado en el que, entre otras, se recogen opiniones muy diversas sobre los posibles efectos para la salud del e-cigarrillo y sobre su potencial desarrollo comercial.

La decisión de la Comisión permitirá a los fabricantes y distribuidores de cigarrillos electrónicos librarse, por ahora, de la fiscalidad de la industria tabaquera, sujeta a gravámenes cada vez más exigentes.

Bruselas, según el mismo documento, prevé iniciar este mismo año la revisión de los tipos mínimos de imposición del cigarrillo tradicional, con vistas a elevarlos en 2019.

Miles de millones en juego

 

62% del precio del tabaco en España corresponde a los impuestos especiales (sin contar el IVA), según datos de la CE. La directiva europea exige un mínimo del 60%.

Los impuestos especiales sobre los cigarrillos generaron en España 6.483 millones de euros en 2016, según los datos recopilados por la CE.

La recaudación por los impuestos especiales en España ha caído más un 16% desde 2010, cuando alcanzó los 7.681 millones.

 

Pero las tabaqueras también salen beneficiadas del último veredicto de la Comisión porque uno de los productos alternativos que están desarrollando, el tabaco que se consume caliente pero sin combustión, también esquiva por ahora la armonización impositiva.

La Comisión, según el informe remitido al Ecofin, “considera que, dada la novedad y la naturaleza evolutiva del mercado, en este momento sería sumamente difícil elaborar una definición explícita armonizada [del tabaco que se calienta pero no se quema]”.

Los ministros de Economía solicitaron el informe a la Comisión en 2016, a la vista de la transformación sufrida por la industria de la nicotina desde que pactaron por última vez los tipos mínimos (en 2011).

En aquel momento, no se había introducido el e-cigarro ni se habían extendido las fórmulas alternativas ofertadas por las tabaqueras. Y desde entonces, además, varios países (con Francia a la cabeza) reclaman una drástica revisión al alza de los tipos mínimos para penalizar un consumo que, según los datos que maneja la CE, todavía provoca la muerte de hasta 700.000 personas al año, el 50% de ellas de manera prematura (con una media de 14 años de pérdida de vida por fumador fallecido).

A falta de armonización a nivel europeo, nueve países ya han decidido por su cuenta gravar el cigarrillo electrónico (Italia, Portugal, Grecia, Rumania, Hungría, Finlandia, Eslovenia, Croacia y Letonia), aunque con tipos muy diferentes y con suerte desigual (en Italia el impuesto se ha estrellado varias veces con la justicia).

Bruselas calcula que la sustitución del cigarrillo por estas nuevas fórmulas de adicción puede reducir hasta 2.000 millones de euros la recaudación fiscal derivada de los impuestos sobe el tabaco. Pero ve difícil por ahora compensar esa pérdida con impustos a los nuevos productos.

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