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Más de la mitad de las empresas certificadas éticamente son pymes

La conciliación familiar, igualdad e integración de los trabajadores, acciones favoritas en RSC La apuesta está en línea con la actuación en la UE

Getty
Marta Yoldi

“En 2017 estamos percibiendo un cambio espectacular en la implicación de las pymes en RSC, tanto como creadoras de actuaciones como contribuyendo y participando en las iniciativas realizadas por otras empresas u organizaciones”. Quien así se pronuncia es un gran conocedor del mundo empresarial como presidente que es de la Federación Asturiana de Empresarios (FADE), Pedro Luis Fernández. Al igual que otras organizaciones representativas, FADE también cuenta con una línea de RSC Pymes.

La realidad coincide con la apreciación: más del 55% de las firmas certificadas por la asociación Forética con la norma SG21 –que audita la gestión ética y socialmente responsable– son pymes. El total de empresas de todos los tamaños que ostentan esta calificación han sido, en lo que va de año, 124. En 2016 fueron 108 y el año anterior, 94, según datos de la asociación.

La recuperación económica ha sido un factor importante para el aumento de certificaciones en pymes, pero existe otro fundamental: la implicación cada vez mayor de las Administraciones públicas, sobre todo autonómicas, como impulsores de la RSC en las pymes. “Desde 2011, se han convertido es prescriptores que ofrecen apoyos con guías para igualar las acciones y sellos de reconocimiento que ayudan mucho porque son más accesibles que los certificados SG21”, explica Gemma Ventín, profesora del Máster de RSC en Bureau Veritas Formación. 

Su compañero Pedro González, director de sostenibilidad y compliance de Bureau, confirma que la RSC ya “es una apuesta sostenida” en las pymes, sobre todo en las medianas, las que cuentan con plantillas de entre 50 y 250 trabajadores.

Aun así, el presidente de los empresarios asturianos destaca que es “fundamental el papel de las microempresas en RSC, no solo realizando acciones, sino colaborando y contribuyendo a que tengan éxito acciones sociales organizadas por fundaciones, asociaciones o empresas”. Y añade:“Sin su colaboración no podrían llevarse a efecto”.

Son precisamente las acciones sociales el campo preferido de las pymes a la hora de desarrollar RSC. La conciliación familiar, la integración y cohesión de los trabajadores o la promoción de la igualdad son las actividades más frecuentes. La gestión medioambiental y la diversidad son el otro grupo de actividades más realizadas.

Un ejemplo tipo es el de la empresa familiar Pàver, un grupo formado por cuatro compañías con 120 empleados en total, a la que las políticas que lleva a cabo desde hace años en conciliación familiar, flexibilidad con la plantilla y ayudas familiares le han valido reconocimientos oficiales.

Pero esta sociedad, con sede en Granollers (Barcelona) y dedicada a la estampación metálica y la construcción de matrices y utillajes destinados en gran medida a la automoción, también es reconocida por su labor medioambiental. “Fuimos la primera empresa en Cataluña en certificar acciones de sostenibilidad”, señala Javier Vera, representante de la segunda generación de la familia en Pàver.

Su compromiso medioambiental y la gestión que realiza, que comenzó a principios de la década de 2000, lo refrenda la certificación de la norma ISO 14001 y la EMAS III implantada por la Comisión Europea.

Además, se están extendiendo con rapidez las acciones relacionadas con la calidad del producto y la promoción de los proveedores locales. “A las pequeñas y medianas empresas les viene muy bien atrapar talento para competir y cooperar entre ellas”, afirma Valentín. Así, se forman redes para recuperar productos, fomentar empresas artesanas y ayudar a pueblos y comarcas. Valentín recuerda que en Galicia, por ejemplo, varias pymes artesanas se han unido para ofrecer productos como una actividad de RSC.

Fernández explica que “la participación de los consumidores, tanto en el acto de compra como en el de la opinión, ha supuesto una palanca adicional” para que empresas de todos los tamaños se impliquen en RSC.

El presidente de FADE quiere hacer hincapié en que la RSC “es mucho más que la mera programación de actividades de carácter social. Es ir más allá de la normativa, implicarse en la difusión de comportamientos éticos, ser consciente de la importancia de contribuir a la igualdad, a la eliminación de barreras, a la mejora del medio ambiente o el apoyo a entidades implicadas en dichos valores”. Muchas empresas no son conscientes, añade, de que “de forma ordinaria en su quehacer ordinario están realizando acciones de RSC”.

El hecho es que la implicación de las pymes españolas en responsabilidad social resiste el corte en Europa. “No somos pioneros, pero estamos en la línea europea, seguimos las tendencias”, asegura González.

Tres claves

 

Apoyo oficial

 

El que las Administraciones públicas, especialmente los Gobiernos autonómicos, hayan empezado a apoyar a las pymes con guías y sellos específicos está impulsando en buena medida la responsabilidad social en este tipo de sociedades.

 

Personal

 

Las actividades destinadas a que los trabajadores se sientan mejor en la empresa son las más desarrolladas por las pymes.

 

Microempresas

 

Las empresas con menos de 10 trabajadores colaboran también ayudando al éxito de acciones realizadas por fundaciones u otras asociaciones.

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