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Peniche, marcada por las olas de Supertubos

Las playas del olimpo del surf de Europa atraen a miles de turistas todo el año Descubra este puerto portugués con pedigrí, el más occidental del continente

Fuerte de São João Batista, en Berlenga Grande.
Fuerte de São João Batista, en Berlenga Grande.

En los duros tiempos del dictador Salazar esta fortaleza se convirtió en una de las prisiones políticas más temidas de todo Portugal. Situada en una pequeña península con forma de alcachofa y 10 kilómetros de perímetro en el centro del país, a merced del Atlántico, se creía inexpugnable hasta 1960, cuando el líder comunista Álvaro Cunhal protagonizó una fuga de película para escapar del país. Hoy, historias aparte, este lugar es una de las muchas excusas para acabar en Peniche, la localidad más occidental del continente europeo, puerto pesquero con pedigrí, de clima cautivador todo el año y, sobre todo, el olimpo del surf de todo Portugal (y Europa).

La doctrina del surf

A 80 kilómetros al norte de Lisboa, en el distrito de Leiria, la carretera IP6 toma rumbo oeste hasta morir en Peniche (15.000 habitantes). Desiertos de arena blanca, un viento caprichoso que aleja las nubes y un agua limpia bien centrifugada. En Peniche, allá donde se mire, hay playas increíbles, cada una con su tipo de ola. Uno tras otro, ya sean jovenzuelos o maduros, desfilan manadas de surfistas con sus melenas doradas al sol, su moreno tizón (sea invierno o sea verano), sus cuerpos fibrosos y su neopreno a medio abrochar. Quién pudiera oír las historias de sus furgonetas, llenas de arena, de buenrollismo y de tablas para cabalgar las ondas (olas) portuguesas. Entre todos han procurado un nuevo dogma a este, aún, pueblo pesquero: el surf. Y el ayuntamiento no ha tardado en asumirlo: “Capital das ondas”.

Al norte, seis kilómetros de arena fina separan Peniche del istmo de Baleal. En este minúsculo brazo de tierra, de casitas blancas y tejados rojos, no faltan las escuelas de surf (surfcamps) y tiendas especializadas, además de bares, restaurantes y hotelitos que han sucumbido a la estética californiana.

La playa de Baleal.
La playa de Baleal.

Tomamos la estrecha carretera rumbo a Peniche decididos a descubrir esa playa de la que tanto nos han hablado los gurús del surf: Supertubos. El gigantesco arenal de Medão Grande es mundialmente conocido así por las brutales olas tubulares que aquí se forman y que vuelven locos a surfistas y bodyboarders. Tampoco es necesario que compita en el campeonato del mundo de surf, que tiene una de sus citas más importantes aquí cada octubre desde 2009, para disfrutar de la playa. Puede pasear tranquilamente por la larga y solitaria orilla, perderse por las dunas protegidas o desconectar en cualquier chiringuito mientras se toma una cerveza Sagres y disfruta del espectáculo que nos brinda el Atlántico.

El puerto

Sobradamente oxigenados, nos acercamos a descubrir Peniche, firmemente amurallada y anclada en el mar. Paseamos por las curiosas calles peatonales refrescadas con su buena proporción de jardines y palmeras. Por lo que vemos, y nos cuentan, en el pueblo siempre hay ambiente, como en toda villa marinera que se precie, pero nada de aglomeraciones. Nos adentramos en la invencible fortaleza del siglo XVI (entrada, 1,60 euros), con sus murallas acopladas en los acantilados, orificios que permiten el acceso del mar y baluartes que en su día repelieron incontables ataques de piratas y corsarios. Este monumento nacional alberga hoy el interesante Museo Municipal de Peniche.

La ciudad, encomendada al mar desde época romana (siglo I), conserva el mayor puerto tradicional de todo Portugal, con el agradable trajín de las fábricas de conservas y el mercado. Los locales pescan con caña mientras esperan la llegada de los barcos de faenar. El resultado no se hace esperar; el olor a marisco y pescado a la plancha nos conduce como autómatas a los estupendos restaurantes de Peniche, famosos por sus caldeiradas de peixe y mariscos de escándalo.

Desde el cabo Carvoeiro, en el extremo de la península, divisamos las islas Berlengas. Una compañía de barcos navega hasta Berlenga Grande, considerada la primera reserva natural del mundo por mandato del rey Alfonso V en 1465.

El fuerte de São João Batista recibe a los viajeros deseosos de bucear en sus grutas y aguas cristalinas.

Guía de viaje

Cómo ir. Peniche está situada en el centro de Portugal, a una hora de Lisboa y seis de Madrid por carretera.

Dónde comer. Marisqueira Mirandum es el mejor restaurante para una caldereta de pescado y mariscada.

“Capital das ondas”. Peniche ha sido considerado mejor destino de surf del mundo por Stoke Surf Destinations.

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