Monteys: "Publicamos lo que nos gusta, luego vemos cómo venderlo"
La directora editorial de Gatopardo sabe que hay lectores exigentes para buenos libros Un proyecto que nació para sacar de nuevo a la luz obras olvidadas
Gatopardo Ediciones nació una noche de copas en casa de Marta y Javier Villavecchia (96 y 94 años). Hablaban de un libro de Giuseppe Tomasi di Lampedusa que estaba descatalogado, y pensaron en montar una pequeña editorial para sacar de nuevo a la luz obras olvidadas. Mónica Monteys (Barcelona, 1957) presente en la velada y que había trabajado para el grupo Planeta, les mencionó que no era tan sencillo y que habría que ir incorporando nuevos autores, pues “solo de los muertos no se puede vivir”.
Ahora Monteys lleva dos años al frente de ese proyecto editorial que conforman cuatro personas compartiendo un coqueto despacho en plena Rambla de Catalunya. Lo llamaron Gatopardo, como el libro de Lampedusa, y poco a poco, se ha hecho con 27 libros en su haber. Un catálogo que crece lentamente para garantizar la calidad de sus títulos. “Publicamos unos 12 ejemplares al año, y no vamos a subir de ahí porque eso querría decir que yo ya no me los podría leer todos y la calidad bajaría. Aquí los editores se leen los libros, no como en los grandes grupos, donde hacen de relaciones públicas, pero no son editores de mesa”, critica la barcelonesa. Su objetivo: crear marca. “Queremos tener unos lectores fieles, que lleguen a una librería y digan: ¿qué ha sacado Gatopardo?”. Para ello, la imagen juega un papel muy importante. Las traducciones están muy cuidadas, el papel no pesa y el diseño está muy trabajado. “Queríamos que las portadas fueran muy limpias, que se pudiera leer el título bien, que la imagen no fuera más importante que el título”, insiste Monteys. Todo ello sin descuidar los contenidos. Editan lo que les cautiva sin hacer demasiado caso a las tendencias comerciales. “Si un libro nos gusta, luego buscamos cómo lo armamos y cómo lo podemos vender, pero lo publicamos sin dudar. Si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo va a hacer?”, sentencia la editora, que considera su trabajo casi artesanal.
Su gran apuesta es el libro único, las obras transversales, “nuestros lectores pueden disfrutar de todo, tanto de cuentos como de un libro de viajes”, explica. No les preocupa la audiencia, porque saben que “hay personas exigentes para buenos libros y, aunque es una franja pequeña, está llena de lectores”. Los números les avalan, en 2017 ya han superado un 30% en ventas al año anterior, y distribuyen en Argentina y en breve lo harán en Chile, Colombia y México. Saben que es una carrera de fondo, el mismo que pretenden que tengan los libros que editan. “No somos un producto de usar y tirar, no se trata de mirar lo vendido en un mes y que ya luego dé igual, sino que queremos que los ejemplares se sigan vendiendo durante un periodo largo en el tiempo”, explica.