Un mal callejón creado por el Govern del que hay que salir con rapidez
La historia nos enseña que incluso una pésima salida puede empeorar con una gestión errónea
La táctica dilatoria con la que se ha atrincherado el Govern de Cataluña en su deriva secesionista se ha convertido en un oscuro callejón del que ya no parece haber salida buena, sino únicamente salidas forzadas. A pocas horas de que el Gobierno active el artículo 155 de la Constitución, obligado por la inaceptable respuesta dada por Carles Puigdemont al requerimiento del Ejecutivo, la factura que el Govern ha cargado sobre las espaldas de Cataluña y del conjunto de España constituye un severo daño cuya cuantía todavía está sin cerrar. El independentismo catalán ha provocado una quiebra política y social sin precedentes en la España democrática, cuya primera consecuencia económica ha sido un éxodo de empresas que no solo pasarán un recibo fiscal a las arcas de la comunidad, sino que dañarán considerablemente la imagen de Cataluña como foco atractivo de inversión. Esta irresponsable aventura soberanista ha obligado a revisar las previsiones de PIB para la economía española y ha causado en numerosos órdenes –desde el institucional al familiar– una fractura abierta que llevará tiempo y lágrimas suturar.
Pese a que el Gobierno ha comunicado la decisión de intervenir la comunidad autónoma respaldado por los partidos del bloque constitucional, el proceso no será fácil. El Ejecutivo de Mariano Rajoy tendrá que diseñar un modelo de aplicación del 155 lo suficientemente enérgico como para cumplir su finalidad –restaurar el orden constitucional y la legalidad – y para satisfacer las diversidad de posturas que la oposición mantiene sobre esta cuestión. Entre la severa firmeza que propugna Ciudadanos y el enfoque de mínimos del PSOE, Rajoy deberá encontrar una melodía en la que todo el bloque constitucional pueda reconocerse.
El anuncio del Gobierno no impide un gesto sensato de última hora del Govern por el que se anuncie una convocatoria de elecciones que haría innecesaria la intervención. Si ello no se produce, solo queda poner en práctica cuanto antes las prerrogativas que concede el 155 y hacerlo de forma firme y eficaz. Porque la historia nos enseña que incluso una pésima salida puede empeorarse por causa de una mala gestión.