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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una Europa ágil y capaz de resolver sus problemas fiscales

La UE cuenta con un sistema tributario que no es aplicable al mercado único digital

De vez en cuando, seguramente con bastante más frecuencia de lo que sería recomendable, Bruselas proporciona munición sólida al fenómeno del euroescepticismo, que se alimenta en buena parte de la lentitud e ineficiencia de la gobernanza comunitaria. Volvió a hacerlo ayer, con su respuesta a una iniciativa pensada para reformar el privilegiado tratamiento fiscal de que gozan en Europa las grandes multinacionales de internet. La propuesta, planteada por Alemania, Francia, Italia y España, aboga por crear un impuesto igualador que permita gravar con eficacia en el continente los beneficios de gigantes como Facebook, Apple y Google, y terminar así con el agravio comparativo tributario que sufren las empresas tradicionales.

Bruselas no niega, ni mucho menos, que exista un problema. Sabe que Europa cuenta con un sistema fiscal que no es aplicable al mercado único digital, por lo que urge modificarlo. Reconoce también que existe un agujero de ingresos por este motivo y que la imposición efectiva a las grandes multinacionales digitales en el mercado comunitario apenas llega al 10%, menos de la mitad que el que pagan las empresas no digitales. La propuesta de Berlín y París, con el apoyo de Roma y Madrid, pretendía fijar una tasa en función de la facturación de estas compañías en cada país, lo que permitiría recaudar impuestos antes de que estas trasladen sus beneficios a países con baja presión fiscal, como Holanda o Irlanda, o a otros países fuera de la UE.

Pero la CE ha dicho no a la iniciativa. Y lo ha hecho por razones, explica, de técnica fiscal, dado que la iniciativa podría ser incompatible con los tratados para evitar la doble imposición o con las normas sobre ayudas de Estado, entre otras. No habría nada que objetar a esa postura si el rechazo hubiese ido acompañado de un compromiso de abordar la cuestión con premura y a través de otro modelo. Sin embargo, Bruselas ha preferido trasladar el dilema y decidir esperar a que la OCDE se pronuncie sobre el tema o a que Europa inicie la tramitación de la futura directiva sobre armonización de la base imponible del impuesto sobre sociedades, una norma que se impulsó en 2011 y fue después abandonada.

El privilegiado tratamiento fiscal de las grandes multinacionacionales de internet constituye un problema que no afecta solo a las recaudaciones fiscales de los Estados miembros, sino también a todas las empresas europeas que por su tamaño o su actividad no pueden hacer uso de la ingeniería fiscal. Se trata de una cuestión que atenta contra el principio de equidad y que quiebra las reglas del juego en materia de competencia. Es una deficiencia que afecta a la economía europea y debería ser resuelta cuanto antes por Europa.

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