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El ‘boom’ por la comida sana ya no es solo una moda

La población de las ciudades exige que el lugar de producción se acerque al de consumo Hasta la comida rápida empieza a ser más saludable

GETTY IMAGES

El 52 % de la población quiere saber la historia que hay detrás de los productos que consume. Un porcentaje que, se espera, llegue al 60 % para 2030. Es lo que se desprende del estudio Valores y Visiones 2030, que la investigadora Mirjam Hauser presentó en las jornadas Think Next! (Piensa en lo próximo) organizadas por la compañía suiza de soluciones para cocinas Franke.

La experta, que actualmente trabaja para la compañía de investigación de mercado GIM Suisse, se mostró convencida de que “la gente quiere oler el tomate que está comprando y tener contacto con la gente que lo produce”. Lo que, entre otras cosas, ha dado lugar a un resurgimiento de los mercados tradicionales. Cuando parecía que iban a desaparecer, se han renovado: ahora, tienen un aspecto más cuidado y ofrecen una gran variedad. “Algunos se sitúan al lado de los supermercados para complementarse y que los clientes acaben de comprar en la gran superficie lo que el mercado no comercializa”, desarrolló Hauser. Los consumidores quieren saber cómo ha llegado cada producto a su mesa, conocer todo el proceso, y así entender el precio de lo que compran. Una tendencia que tiene lugar especialmente en las grandes ciudades, sobre todo porque cada vez más gente se traslada a vivir a las mismas.

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Para la investigadora de GIM Suisse, el auge de la comida sana y el interés por lo que se come es un fenómeno global, ya que “en tiempos de las redes sociales, no se puede hablar de que un país lidere claramente una moda, pues todo está interconectado”. Sin embargo, la influencer y autora del libro Come mejor, no menos Nadia Damaso, puntualizó que, aunque ocurra a la vez en todo el mundo, son las grandes ciudades las que establecen la moda. La despoblación de los entornos rurales genera nuevas necesidades, por lo que se está intentando acercar el lugar de cultivo al de consumo. Hauser sentenció que tanto la producción de los alimentos como su cultivo deben seguir la tendencia y recordó que ya se están plantando algunas especies en las ciudades. Incluso hay restaurantes que cuentan con huertos en su interior. Para la experta, la comida es un símbolo de estatus y poder cultivar en casa los ingredientes que se van a consumir, todo un lujo.

Los establecimientos son sensibles a las demandas de los consumidores y hasta la comida rápida persigue un concepto más sostenible y saludable. Un ejemplo es la cadena de restaurantes fastfood Vapiano, quienes, en sus propios locales, cultivan hierbas que están a disposición de los clientes para que aderecen sus platos. El director de marketing de Franke, Renato Di Rubbo, resumió que “aunque se sigan comiendo hamburguesas, se producen de forma distinta y son más sanas”. La industria alimentaria debe acompañar los intereses de los consumidores para no quedarse atrás. Esto lo sabe el consejero delegado del grupo de restauración SV Group, Patrick Camele, quien aseguró que, aunque la gente quiere comer sano, pero muchos no saben cómo hacerlo. “Nosotros tenemos que hacer la comida sana atractiva y sexy”, aseguró el directivo, consciente de que “no se puede controlar y dirigir a la gente, solo podemos darles la opción y procurar que la comida sana sea también asequible”.

Las opciones a disposición de los consumidores han aumentado, pero no son todo ventajas. Para los ponentes, la cantidad de información puede abrumar a los consumidores y hacer que estos pierdan de vista qué es lo que verdaderamente prefieren. Sin embargo, mientras que Mirjam Hauser ve la tecnología como una herramienta para simplificar y ayudar a los consumidores a decidir, Nadia Damaso considera que alimentarse es sobre todo una cuestión emocional. “Quiero que mis seguidores vean lo que se disfruta comiendo y cocinando junto con la familia y los amigos”, confiesa.

Las nuevas tecnologías y las redes son el motor de esta tendencia. “Comer sano es motivo de satisfacción”, expuso Hauser, “la gente está orgullosa de lo que consume y de lo que cocina, y sube fotos a Instagram para compartirlo con sus amigos”. Aún así, Damaso recordó que subir una foto no es suficiente, sino que esta se debe usar para explicar en profundidad la verdadera historia que hay detrás de los alimentos. “Las etiquetas están bien, pero también hay gente que puede mentir cuando las usa”.

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