El vino más caro de Vega Sicilia se hace en Hungría
Se conoce como el elixir de los dioses. De Eszencia se elaboran 800 botellas, a un precio de 300 euros La bodega Oremus elabora además cada año 70.000 botellas de Mandolás, un blanco seco a precio competitivo
Es la primera denominación de origen vinícola del mundo. Así lo determinan investigadores y enólogos, que datan en el siglo XVII a la región del Tokaj, en Hungría. En 2002, con unas 7.000 hectáreas de extensión, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. ¿Qué tienen de particular estos viñedos? El reconocimiento se debe a que se trata de un vino dulce, único por la particularidad de las uvas con las que se elabora, preferentemente de la variedad furmint. De racimos compactos, esta variedad soporta la sequía y es la más propensa, de todo el marco varietal de la región, a la pasificación y a verse atacada por la podredumbre noble. Esto significa que las uvas son infectadas cuando están maduras por un hongo gris, conocido como botrytis cinerea, cuya aparición favorecen los bancos de niebla, que se originan en torno a los ríos de la zona, los vientos desecantes y los rayos del sol. Las bayas se van pasificando, convirtiéndolas en granos aszú (seco), con gran contenido de azúcares y un aroma único en el mundo. Se trata de un elixir dulce muy cotizado y escaso.
La producción de los vinos Aszú no está asegurada en todas las cosechas, ni en grandes cantidades: entre 400 a 600 kilogramos de uvas aszú por hectárea, o lo que es lo mismo, media copa de vino por cepa. Por ello, las vendimias se cuidan al detalle, trabajando todo de manera artesanal, tal y como asegura Andras Bacso, director de la bodega Oremus, propiedad desde 1993 de la española Vega Sicilia, mientras muestra los viñedos de la tranquila localidad de Tolcsva, en pleno corazón de Tokaj.
Cuando la uva está sobremadura en su cantidad justa, se procede a su recogida en unos cestos de mimbre de 25 kilogramos de capacidad, llamados puttonyos. Al elaborar este vino se le añaden granos nobles de aszú, dosificados por cestos a una barrica de Gönc de 136 litros. Hace dos años se decidió fermentar la mitad de la cosecha en barricas y la otra mitad en tinos de acero inoxidable, con el fin de reducir la madera en el vino.
Sobre esta base, Vega Sicilia elabora, además del Aszú, otros tres tipos de vinos en esta zona, siendo uno de ellos, Eszencia, el considerado la joya de la corona. Es conocido como vino de los dioses y está rodeado de leyendas y secretos místicos. Durante la vendimia, los frutos botrytizados se dejan reposar entre 15 a 20 días, en un proceso en el que solo interviene el peso de la uva, que es quien extrae el mosto de la esencia, que fluye a través de las rejillas situadas en el fondo de las cubas, de modo que ese néctar se convierte en un zumo parecido a la miel, que fermentará durante dos años en damajuanas. Posteriormente pasará otros 24 meses en barricas de roble húngaro, para pasar después a botella. La producción de este oro líquido es de unas 800 botellas, que se venden a más de 300 euros.
Otro de los vinos interesantes que salen de esta bodega es el blanco Mandolás, que se elabora al estilo bordelés con uva furmint, sana, sin ninguna infección por el hongo de la botrytis. Su producción es de 70.000 botellas, pero la intención es alcanzar las 100.000 unidades en el mercado, y su precio es de 16 euros.
Por último, en los más de cuatro kilómetros de la bodega subterránea de Oremus hay un espacio para que repose, al menos seis meses, otro vino, Late Harvest, elaborado con racimos seleccionados al final de la campaña, tanto de uva sana sobre madura como al menos un 40% de aszú.