Comienza la partida del ‘brexit’
David Davis y Michel Barnier jugarán a partir de ahora unas cartas que aún permanecen ocultas
Justo un año después de que el 52% de los británicos apoyara la salida de Reino Unido de la Unión Europea en un referéndum que contó con una participación extraordinaria de más del 70%, la partida ha comenzado, aunque las cartas permanecen ocultas. De un lado, Reino Unido, donde los conservadores no han logrado revalidar su mayoría absoluta en las recientes elecciones, y, de otro, el resto de la UE, con una Francia en la que Macron ha impulsado el espíritu europeísta de su compatriota Jean Monnet. Los jugadores tienen nombre propio: por el lado británico nos encontramos a David Davis, euroescéptico de convicción, mientras que por el otro está Michel Barnier, presentado en Reino Unido como “el hombre más peligroso de Europa” y en Europa como el caballero francés que sacará a Europa de este desaguisado.
Desde el sector del transporte por carretera contamos con un punto de vista privilegiado de la situación, ya que somos los encargados de actuar transversalmente en el resto de los sectores productivos de la economía, al proveer a ciudadanos e industrias de las materias primas y productos que necesitan a ambos lados del canal.
Se acaba de jugar la primera mano y, según parece, cayó del lado europeo, al establecer la estructura y el calendario de las conversaciones. En este sentido, las dos partes han acordado crear tres grupos de trabajo: uno sobre los derechos de los ciudadanos, otro sobre la factura del brexit –que según la UE asciende a 100.000 millones, aunque Londres no la reconoce– y el tercero sobre otros asuntos relativos a la separación.
Sin embargo, esto simplemente acaba de empezar... y no todas las cartas están en la mesa. De momento, el acuerdo comercial queda en stand by.
Un acuerdo comercial que condicionará el devenir no solo de la economía de Reino Unido, importador neto de bienes de la UE, sino también de la Unión Europea, donde países como España tienen en juego sus relaciones con su cuarto socio comercial más importante a nivel de exportaciones. Las importaciones españolas provenientes de Reino Unido, que están en torno a los 13.000 millones de euros anuales, colocan al país británico como el sexto mercado proveedor para España.
Hasta el momento, el punto de inflexión que supone la ruptura de Reino Unido en estos 60 años de historia de la Unión Europea en parte no sorprende, ya que no se trata (como afirman muchos) de una pataleta infantil, sino de la pesada y lenta burocracia europea, que desespera a más de uno y esperemos que haya traído consigo que los Estados miembros no quieran repetir este escenario.
Europa quiere frenar los proteccionismos y las medidas unilaterales que han ido entorpeciendo el mercado único, la eficiencia de la Unión Europea y su economía. Así pues, la salida de Reino Unido puede conllevar una mayor agilidad y eficacia en trámites burocráticos que eran vetados por este miembro del club. La necesidad de que la UE deba ir acorde a los tiempos, estrechando lazos y avanzando en una integración real se ha puesto más en evidencia que nunca.
El reloj de la UE se eterniza en trámites, consensos y burocracia que lo único que provocan es lentitud y parálisis. Como ejemplo, solo el acuerdo comercial con Canadá ha supuesto siete años de negociaciones, además de las sucesivas ratificaciones por todos los Estados miembros y todavía aparecen dudas sobre su ratificación... Otro de los ejemplos es el Paquete de Carretera presentado con un año de retraso por la comisaria de Transporte, Violeta Bulc, y con resultados finales decepcionantes.
La monstruosa burocracia europea lleva a que todos los jugadores con los que entramos en contacto vean en la partida la posibilidad de anticiparse a nuestra mano, incluso los propios Estados miembros legislan unilateralmente e independientemente a la Unión, creando medidas proteccionistas que sufrimos en el sector del transporte desde hace años: loi Macron, tasa HGV, salarios mínimos. ¿Esta es la tan ansiada integración?
La jugada en esta ocasión es ser ágil moviendo las cartas, ya que lo que no necesita Europa es que el proceso del brexit se convierta en un viacrucis para los europeos. Es aquí donde la figura de fuertes liderazgos en cada país que de veras quieran más Europa es más vital que nunca. Vamos a decir adiós a uno de los miembros más antiguos de la Unión Europea, pero la partida continúa...
Ramón Valdivia es director general de Astic.