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La ingeniería informática, una profesión con pleno empleo e insuficientes estudiantes

Apenas un 10% de los estudiantes de grados en informática son mujeres Un 25% de los alumnos abandona la carrera durante el primer año

Thinkstock

“Empecé a considerar estudiar ingeniería del software a los 16, pero ya llevaba cuatro años pensando en la informática. Desde pequeña era algo que me gustaba y manejaba bien”, cuenta Laura Canelada, una estudiante de ingeniería del software en la Universidad Politécnica de Madrid. Laura es una de las pocas alumnas de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Sistemas Informáticos (Etsisi), donde las chicas apenas suponen el 10% de los matriculados. Ese porcentaje se repite en el resto de centros de este tipo en España, mientras que en el cómputo global las mujeres representan la mitad de los universitarios.

“Tenemos que conseguir que haya más chicas, hay que incentivar el interés por la informática desde primaria”, confiesa Ernesto Pimentel, director de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática de la Universidad de Málaga y presidente de los decanos en la Conferencia de Directores y Decanos de Ingeniería Informática (Coddii). En su centro, la presencia de mujeres es mayor, cerca del 15%, gracias a que ofertan el grado en Ingeniería de la Salud, donde la mitad de las plazas las ocupan mujeres.

La escasa matriculación de féminas es solo uno de los problemas que intentan solucionar sus responsables. A pesar de que los graduados en informática son, junto con los médicos, los titulados con menos desempleo, según la Conferencia de Rectores, la demanda de profesionales supera ampliamente a los graduados. “Tenemos pleno empleo. La inserción laboral es del 95,6%”, señala Juan Pablo Peñarrubia, presidente del Consejo de Colegios de Ingenieros en Informática. “En nuestro centro recibimos diez ofertas de empleo semanales para nuestros estudiantes”, explica Agustín Yagüe, director de la Etsisi.

La gran oferta laboral lleva a que muchos alumnos no finalicen los estudios o los alarguen. “En la situación actual es bastante habitual que los estudiantes, a partir de tercero, se pongan a trabajar. El número de estudiantes que están trabajando sin haber leído el proyecto final es muy alto”, comenta Yagüe. La consecuencia es que la cifra de egresados es pequeña. En la UPM, en el curso 2015/16 se graduaron 181 alumnos de estudios en informática. En Málaga salen en torno a 150, cuando solo el Parque Tecnológico de la ciudad tiene una demanda anual de unos mil profesionales.

En 2015, la Comisión Europea cifró en 900.000 los puestos de empleo vacantes en las tecnologías de la información en el Viejo Continente. Ese curso, en España había 45.430 estudiantes matriculados en estudios universitarios del ámbito de la informática y se titularon 4.554, según el Ministerio de Educación. “En Europa no hay suficientes vocaciones para cubrir la demanda”, dice Peñarrubia.

La solicitud de plazas en estos estudios universitarios sufrió un descenso en la década pasada. Con la llegada de la recuperación económica, empezaron a remontar. “En los últimos tres años están aumentado los ingresos”, afirma Pimentel. Además, los estudios en informática se enfrentan a una tasa de abandono del 25% en el primer año. “Muchos empiezan con una visión sesgada de la informática. Al final, es una ingeniería que tiene física y matemáticas”, explica Pimentel.

A pesar de estos problemas, los expertos defienden la calidad de la formación. “La calidad de los ingenieros españoles está por encima de la media, como lo demuestran en los primeros empleos”, asegura Peñarrubia. “Siempre se acusa a las universidades de formar profesionales alejados de las necesidades del mercado. Los planes de estudio preparan para poder adaptarse a los cambios en la tecnología”, defiende Yagüe. “Damos una base para incorporarse a las empresas”, sostiene Pimentel.

40 años de los estudios universitarios

Pioneros. En marzo de 1976 nacieron las primeras facultades de informática en España: en Barcelona (Universidad Politécnica de Cataluña), en Madrid (UPM) y en San Sebastián, vinculada después a la UPV/EHU.

Especialización. En los noventa empieza a diversificarse la oferta y nacen las ingenierías técnicas en gestión y sistemas. El plan Bolonia reestructuró los estudios y aparecieron grados como ingeniería del software, computadores y sistemas de información, y másteres en diseño de videojuegos, internet de las cosas y ciberseguridad.

Movilidad. Para facilitar la movilidad de trabajadores en la UE, Bruselas prepara una tarjeta profesional que permita el reconocimiento en los 28 países, como con el carné de conducir o el DNI.

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