¿Quién teme al ‘brexit’ un año después?
Los empresarios quieren aprovechar la salida británica para reforzar la cooperación en la UE
Si hace un año nos hubieran dicho que, tras el terremoto político del brexit, la Unión Europea enfilaría un camino de claridad y contundencia, pocos lo habrían creído. Y lo cierto es que, desde que los británicos votaron a favor de la salida de su país del club europeo, el resto de Estados miembros han cerrado filas en torno al proyecto, dotándolo de un espíritu con tintes de refundación.
Este nuevo ímpetu, con el que la delegación europea comenzó a negociar oficialmente el pasado lunes en Bruselas, con Michael Barnier a la cabeza, viene reforzada sin duda por una progresiva solidez económica en la zona. El optimismo empresarial entre los altos directivos de la Unión se encuentra en un 43%, un nivel máximo de los dos últimos años, según nuestros datos.
Alemania se mantiene como la fuerza dominante, pero a esta se han incorporado otros motores de crecimiento, incluida una España nuevamente competitiva y una Irlanda en plena fase de recuperación. Durante el próximo año, además, las perspectivas apuntan a una nueva mejora para las 14 principales economías de la zona euro, incluidas Francia, Irlanda y España. La combinación de una financiación asequible, un petróleo a precios bajos y la debilidad del euro están derivando en un entorno de crecimiento generalizado. Con estos factores, estamos siendo testigos además de un aumento considerable de la inversión y del consumo, así como de un descenso progresivo del desempleo.
Uno de nuestros estudios recientes muestra que los líderes empresariales europeos están deshaciéndose de la incertidumbre generada hace un año por el brexit. Han dejado de pensar que representa una amenaza existencial para la Unión Europea; de hecho, solo uno de cada diez directivos cree que el cisma derivará en una disolución de la UE.
Aunque, afortunadamente, los tremendistas parecen ser los menos, sin embargo, el proceso no va a resultar inocuo. Un gran parte de empresarios europeos (38%) confiesa que el brexit va a acelerar un modelo dual de integración europea, la consabida Europa de dos velocidades. Cuatro de cada diez directivos alemanes y británicos también lo creen así. Y cuando se lo hemos preguntado a las empresas españolas, esta opción se dispara hasta el 57%.
Por lo tanto, lo que indica esta ola de opinión es que la mayor parte de empresas desearían que la Unión aprovechase el proceso del brexit para dar pasos adelante. Pero, ¿hacia dónde? ¿Hacia más integración política? ¿O hacia más cooperación económica? En esa disyuntiva, los líderes empresariales en España se muestran unánimes: un 62% quiere más integración económica y solo un 28% apuesta por la política. En media europea, las cifras son similares, con un 63% y un 44%, respectivamente.
Estas preferencias ponen de relieve la necesidad de aplicar reformas más profundas en la Unión Europea, un mandato que el propio presidente Emmanuel Macron parece haber hecho suyo con su idea de un nuevo renacimiento europeo, que incluiría además una medida estrella de integración económica como es la posible adopción de un presupuesto común en la zona euro. Otra posible medida económica supranacional que plantean los empresarios a los que hemos encuestado es la implantación de un tipo único europeo de impuesto sobre sociedades. El apoyo a una medida de este tipo es especialmente fuerte entre los directivos de España (66%), Italia (70%), Francia (64%) y Grecia (62%), países donde los tipos impositivos son superiores a la media europea.
Junto al brexit, los empresarios europeos temen otros problemas que amenazan este periodo de transición. El más serio es el lento crecimiento que experimentan las principales economías de la eurozona, señalado por un 20,5% de empresarios, seguido por el aumento de los partidos políticos nacionalistas, las abultadas deudas nacionales y el elevado desempleo, factor este último que preocupa al 16% de empresas en Europa. Muchos de ellos temen, adicionalmente, que en los próximos meses se acreciente la ola de proteccionismo, un factor que podría minar el comercio, los flujos de capitales y los movimientos migratorios. Los países de la eurozona atraviesan un contexto de profundos cambios políticos, entre los que todavía hay que estar pendientes de los populismos.
Estos parecían ser un grave problema para la Unión, pero tras los resultados electorales en Francia, la amenaza se ha disipado notablemente. Las elecciones alemanas de septiembre constituyen el principal acontecimiento político de los próximos meses en suelo europeo. La encuesta DeutschlandTrend más reciente otorga a la canciller alemana, Angela Merkel, una ventaja de seis puntos sobre su principal rival, Martin Schulz. El apoyo a Frauke Petry, la responsable del partido antiinmigración Alternative for Germany (AfD), también se ha reducido. Pero, aunque las fuerzas ejercidas por los populismos parecen estar remitiendo, la historia reciente nos enseña que debemos esperar lo inesperado: el entorno político podría cambiar de forma significativa una vez más. Es cierto que los populismos han sido derrotados en los últimos procesos electorales, pero la Unión Europea tiene la responsabilidad de acometer las reformas necesarias para que tiendan progresivamente a desaparecer.
Casi una década después del inicio de la crisis financiera, el crecimiento económico está impulsando de nuevo la confianza empresarial. La inminente Europa de los 27, si todo el proceso del brexit finaliza con un acuerdo comercial satisfactorio para ambas partes, está a favor de la Unión. Los empresarios ya no temen al brexit. Es su excusa perfecta para reforzar la cooperación entre los miembros que se quedan y que miran al futuro de Europa con nuevos ojos. Está por ver si esta vez la UE tiene capacidad suficiente para responder a este nuevo voto de confianza de sus principales líderes empresariales.
Alejandro Martínez Borrell es presidente de Grant Thornton.