Los riesgos del 'hazlo tú mismo' en las reformas del hogar
Los distribuidores de material de construcción y equipamiento alertan del sobrecoste El tiempo empleado es el principal ‘coste oculto’
Desde hace varios años la opción de fabricar en casa objetos de la vida diaria cuya manufactura es habitualmente industrial está cada vez más extendida. Es el caso de quienes se cosen su propia ropa; fabrican el pan en su hogar o diseñan y crean su propia bisutería. En el mundo anglosajón esta tendencia tiene un nombre:Do it yourself (DIY) que en castellano se traduciría como hazlo tú mismo. El problema puede llegar cuando la fiebre del DIY llega a actividades como la construcción y las reformas del hogar, donde las consecuencias de un trabajo mal hecho pueden resultar un quebradero de cabeza en el mejor de los casos.
En España, el parque de viviendas envejece a un ritmo del 2% anual, haciendo que las reformas sean la opción preferida en lugar de la construcción de obra nueva. En concreto, el 64% de los españoles recurre al hazlo tu mismo como vía de ahorro para mejorar sus viviendas, según los datos de la European Federation of DIY Manufactures. Así, los arreglos hechos por los propios hogares mueven unos 1.000 millones de euros al año, el 6,3% del gasto total de las familias en materiales de construcción y equipamiento.
Ante esto, la Asociación de Distribuidores de Cerámica y Materiales de Construcción (Andimac) ha lanzado un mensaje de advertencia: hay reformas en las que, como afirma el dicho popular, lo barato sale caro.
Pero ¿cuáles son las líneas rojas que, una vez traspasadas, hacen que una reforma por nuestra cuenta no sea rentable? Desde Andimac –que representa al comercio especializado del sector tanto para particulares como para profesionales– consideran que la máxima del ahorro puede tener sentido a la hora de hacer pequeños arreglos, como renovar la pintura de una pared o cambiar una lámpara. Sin embargo, se vuelve en contra en reformas de más envergadura, como el cambio de suelos o la reforma del baño, a lo que, aún así, se lanzan un 30% de los usuarios.
El secretario general de Andimac, Sebastián Molinero, apunta que las citadas líneas rojas podrían ser “la necesidad de comprar materiales de construcción o de reparar una avería, como una humedad o una fuga”. En estos casos, siempre haría falta la actuación de un profesional, asegura Molinero.
Los distribuidores de estos materiales alertan también de los llamados “costes ocultos”, aquellos que no se suelen prever. El principal es el tiempo que se dedica a la reforma, teniendo en cuenta que solo tres de cada diez personas lo hace por diversión, según sus datos.
Por lo general creen que estas reformas siempre quitan más días de los estimados inicialmente. Además, una vez se han iniciados los trabajos, esta patronal calcula que “toca volver al comercio de los materiales una media de 2,4 veces para buscar herramientas o componentes (lijadora, barnices, brochas etc.) que no estaban previstos ”. Aunque a primera vista a los distribuidores no les perjudicaría este sobrecoste, Molinero precisa que “ver eso como una ventaja sería cortoplacista;nos interesa más que el usuario quede contento con la reforma para que no descarte o aplace las siguientes”.