La primera intervención del mecanismo europeo, ¿rescate o expolio?
Popular presentó avales por 40.000 millones y obtuvo liquidez por 3.500 millones de euros tras pedir 9.500 millones
La intervención de Banco Popular será sin duda estudiada en las escuelas y universidades en los próximos años. Para desgracia de la economía española y del sistema financiero del país, se ha convertido en el primer rescate del Mecanismo Único Europeo (MUR) y en el primero en el que son los accionistas y bonistas de la entidad los que han saneado el banco con sus inversiones, el sistema conocido como bail in. Un método perverso por el que los accionistas, es decir, los dueños de la entidad, se hacen cargo de las pérdidas para evitar que sea el contribuyente el que pague la factura como ocurrió en la crisis financiera que afectó solo a las cajas de ahorros.
El nuevo sistema, sin embargo, es perverso y traumático, además de, en principio, complicado y por lo tanto parece que poco transparente (según mi modesta opinión, claro). A ello se suma el hecho de que la intervención de Popular se produce en un momento en el que el MUR no ha conseguido cerrar por completo su mecanismo de actuación, aún en debate.
Pero parece que el Gobierno está orgulloso de cómo se ha resuelto la crisis de Popular, sin acudir al erario público, sin cerrar ni un minuto las oficinas de la entidad y sin que sus clientes sufriesen ninguna quita por sus depósitos (solo están garantizadas las cuentas hasta 100.000 euros), ni tengan que cambiar de sucursal o de empleado que le atienda. La diferencia a primera vista es que el banco ha pasado de llamarse Popular a llamarse Santander, y de estar presidido por Emilio Saracho a estarlo por Ana Botín.
En principio está muy bien y es loable que los contribuyentes no tengan que acudir al rescate de un banco o de cualquier empresa, y que sí lo hagan sus accionistas, pero con una cierta transparencia y condiciones, supongo, porque si no se hace así “puede dar la sensación de que las formas de intervención puedan parecer más un expolio que un rescate”, explicaba el viernes un conocido abogado que prefiere mantenerse en el anonimato, por lo menos por ahora, “hasta que estudie bien el caso”.
Lo cierto es que las demandas por la forma en la que se ha llevado el rescate no se harán esperar, según aseguran varios importantes accionistas de Popular que ya se han puesto en manos de abogados.
Estas demandas se unirán a las de otros inversores que también han comenzado a denunciar a los antiguos gestores de Popular al considerar que fueron engañados en la última ampliación de capital de junio de 2016, y que ascendió a 2.500 millones de euros. Entonces se hablaba de unas pérdidas para la entidad en ese ejercicio de unos 2.000 millones, y al final superaron los 3.900. También se decía que con esta ampliación el banco quedaba saneado, algo que parece que no era cierto a tenor de los acontecimientos. Total, parece que son los mismos argumentos de las demandas realizadas en la OPV de Bankia, un folleto con unas cuentas que no reflejaban la imagen fiel de la entidad.
Varios inversores insisten en que pueden entender que los supervisores considerasen necesario poner a cero sus acciones. “No sé si lo compartimos, pero bueno, lo podemos entender, pero no el hecho de que esos títulos ya no existan, que se hayan amortizado. Quiero mis acciones aunque ahora no valgan nada. Cómo es posible que se liquide un banco como si fuera una empresa en quiebra y al día siguiente funcione con normalidad. Cuando cerró la Bolsa el día 6 de junio, Popular valía unos 1.300 millones, ¿y en unas horas pasó a cero y sin derecho a recuperar en un futuro nada? No lo entiendo. No voy a volver a invertir en un banco. Es un sistema perverso que va a acabar con el pequeño accionista, y también con el grande. Ahora este mundo parece que solo está hecho para los fondos especulativos”, afirmaba el sábado un inversor que, a su vez, insistía en que a lo mejor si le hubieran comentado este final hubiera preferido poner más dinero para salvar Popular, aunque fuera a medio o largo plazo. “Todo antes de perder unas acciones y saber que nunca se van a recuperar”.
Un gran inversor asegura que no puede entender el proceso de intervención. “Es como si se hubiera vendido el banco en liquidación en una operación nocturna (el banco se intervino y vendió a Santander entre las 22 horas del día 6 a las 7 horas del miércoles) y al día siguiente se abren las oficinas como si tal cosa, solo que ahora es Santander. En una suspensión de pagos la empresa tiene una oportunidad de salvarse sola, hay casos. En fin, no nos queda otra que demandar el procedimiento. Demandaremos al MUR y puede que al BCE”, declara este destacado accionista de Popular.
Mientras, fuentes del antiguo Popular aseguran que si no hubiera sido por la liquidez el banco seguiría hoy siendo independiente. El BCE así lo reconoce en el comunicado de intervención. Afirma que la falta de liquidez fue la causa de su intervención.
Estas fuentes reprochan también la lentitud con que actuaron los supervisores cuando pidieron medidas extra de liquidez. Mantienen que ellos remitieron al Banco de España colaterales como avales para que se les diera liquidez hace casi un mes. En total, unos 40.000 millones de euros en colaterales, y pidió unos 9.500 millones, aunque se le dieron 3.500 miilones de euros, según consta en las actas del consejo, explican varias fuentes. .
Mantienen, además, que nunca llegaron a utilizar las medidas extra de liquidez del BCE denominadas ELA (emergency liquidity asistance), entre otras razones porque son demasiado escasas.
Por cierto, las declaraciones de la presidenta del MUR, Elke König, realizadas a Reuters o recogidas por dicha agencia el pasado 31 de mayo en las que aseguraba que Popular estaba en “alerta temprana” fueron muy desafortunadas. La acción del banco aceleró su caída en picado. ¿Alguien se imagina que hubiera pasado si Linde o Guindos dijeran algo así de un banco aún en el mercado? Pero esto es solo una opinión.