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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una revolución que han vivido otros sectores económicos

El transporte urbano vive una transformación que se alimenta de la flexibilidad y el precio

Manifestantes durante las protestas del sector del taxi, ayer en Madrid.
Manifestantes durante las protestas del sector del taxi, ayer en Madrid.Reuters

La colisión frontal entre el colectivo de taxistas y las nuevas plataformas digitales de transporte urbano, como Uber o Cabify, volvió a escenificarse ayer con una huelga masiva de taxis, focalizada en Madrid y Barcelona, pero secundada en toda España. Los taxistas se quejan, y no es la primera vez, de sufrir competencia desleal por el supuesto incumplimiento del ratio de licencias que la ley fija entre el numero de vehículos de estas plataformas y el taxi: uno por cada 30 taxis. El Gobierno reconoce que hay 11 licencias de taxi por cada una de las que operan a través de estas plataformas digitales, y la movilización ha arrancado del Ejecutivo el compromiso de aumentar el número de inspecciones para garantizar que los números cuadren y no se superen los límites legalmente permitidos. Los taxistas reclaman al Gobierno una plataforma digital pública para toda España, así como ayudas para abandonar la profesión con financiación público-privada.

La entrada en el mercado de plataformas como Cabify y Uber ha revolucionado el transporte urbano y ha tenido un impacto en el sector del taxi que es real y que no se puede minusvalorar. El colectivo de taxistas argumenta, con razón, que estas nuevas fórmulas perjudican su modelo de negocio, que es más caro, más rígido y está altamente regulado. También es legítima su petición de un control eficaz y transparente sobre las nuevas plataformas, tanto desde el punto de vista de la protección del consumidor como desde una perspectiva fiscal o de posible competencia desleal.

Pero más allá de esa lista de exigencias razonables y bien fundamentadas, el profesional del taxi debe asumir que ha llegado la hora de que afronte un proceso que ya han vivido otros sectores económicos: el de la liberalización y flexibilización de las reglas del negocio. En un mundo globalizado y digitalizado, cada vez será más difícil poner barreras a una revolución que se alimenta, principalmente, de flexibilidad y de precio. Más allá de exigir ayudas para abandonar el sector, el colectivo de taxistas debería pensar que el éxito de las plataformas digitales responde a las crecientes necesidades de un cliente que el taxi necesita satisfacer.

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