El diésel, una tecnología de propulsión con los días contados en el automóvil
Las preferencias de los compradores han cambiado previsiblemente para siempre
El compromiso con el medioambiente se ha convertido definitivamente en una prioridad para casi todas las empresas. Siempre quedan casos excepcionales, que aprovechan normativas laxas de países poco desarrollados para incumplir leyes ambientales vigentes en su propio Estado, y otras que hacen trampas para saltarse las exigencias legales. Pero unas y otras saben también que el beneficio que les pueden reportar tales prácticas es una espada de Damocles sobre su cuenta de resultados. Y no solo eso. Porque ponen también en juego su prestigio, el de su marca y la credibilidad que en ella depositan clientes, accionistas, trabajadores y stakeholders en general; es decir, algo tan primordial para una compañía como es su reputación. El dieselgate, descubierto inicialmente en Vokswagen y que también se ha demostrado en otras automovilísticas en Europa y EE UU, que falsearon las mediciones de los gases contaminantes, es un notable ejemplo. Y también se va a convertir en la puntilla de un carburante cuyo empleo en automoción ya era cuestionado por su impacto ambiental.
Los datos del mercado automovilístico europeo del mes de abril abundan en esa dirección. Por primera vez en más de una década, los vehículos nuevos de propulsión diésel vendidos en Europa no fueron la mayoría. La razón principal es que las ventas de coches con motores de gasoil cayeron ese mes un 15% respecto a abril del año pasado y su cuota bajó al 46%, mientras la gasolina se hace con el 51,3% del mercado nuevo. Es una situación inédita en Europa, primer mercado mundial del diésel. En el caso español, la pérdida es aún más pronunciada, hasta perder 20 puntos desde el histórico 70% que alcanzó en 2010.
Las preferencias de los compradores han cambiado y previsiblemente para siempre. De recibir elogios y subvenciones, el diésel ha pasado a lo contrario. Los objetivos medioambientales de los Estados y la presión de muchas ciudades van a poner fin a lo que fue gran apuesta europea, hasta llegar al 70% del parque. Hoy la mayoría de los directivos del sector considera que el diésel será la primera tecnología de propulsión en desaparecer. Lo deseable es que tenga un final ordenado.