Deuda, oro... el mal negocio de invertir preocupado por la política
El 'bund' cae el 7,5% desde la consulta del Brexit El Ibex gana el 45% en este mismo periodo
El 24 de junio de 2016 amaneció torcido. El referéndum sobre la salida del Reino Unido de la UE que dio como resultado el Brexit, inicialmente una jugada política del ahora olvidado David Cameron para controlar el partido conservador, salió por donde no se esperaba: la mayoría de británicos votó por dejar la UE. Un bofetón no solo para Cameron, que pedía la permanencia; también para la considerada (o autoproclamada) élite de las capitales occidentales.
En lo que se refiere a la Bolsa, la expresión riesgo político acaparó informes de análisis y crónicas durante meses. Especialmente cuando Donald Trump ganó, de nuevo, a la candidatura del establishment político, intelectual y financiero. Hasta el domingo, cuando los franceses, en unos comicios cuyas proyecciones distaban varios años luz de las otras competiciones, dieron luz verde, esta vez sí, al presunto candidato de los despachos y los mercados.
El relato ha sido repetido hasta la saciedad, pero el eco en los mercados del manido riesgo político ha sido mucho menos nítido. De hecho, en los casi 10 meses transcurridos desde el referéndum del Brexit el mayor riesgo para un inversor no ha sido la política, sino el miedo. Todos los activos considerados generalmente refugio están hoy más baratos que el 23 de junio de 2016, día del referéndum.
El bono alemán a 10 años (el que vence en 2027) cotizaba al 106% del nominal y hoy está al 98,4%, una caída del 7,5% que ha venido acompañada de una subida del tipo de interés (que se mueve a la inversa del precio) de más de 30 puntos básicos. El francés ha caído en proporción similar, y el estadounidense ha pasado del 104% al 98%.
No cambia mucho el panorama si se abre el abanico. El bono japonés ha pasado de 104% al 100% (también con alza del tipo de interés) y el suizo del 140% al 133% (también con tipos al alza). Solo el bono británico se mantiene en niveles más o menos parecidos a los de hace 10 meses, y en este caso los tipos sí han bajado. En el mercado de metales preciosos, el oro ha caído levemente (menos del 5%) y la plata un poco más.
El bono alemán está hoy un 7,5% más barato que antes que antes del referéndum
Este riesgo político no ha sido la única noticia de estos meses. Ha venido acompañado de otra tendencia, más de fondo y con más impacto, de mejora de perspectivas económicas globales: el petróleo se ha estabilizado, China no ha implosionado como se temió durante buena parte del año 2015 y tanto la zona euro como Estados Unidos crecen a ritmos relativamente sanos. Así, en el mismo periodo (desde la consulta de Brexit), el Ibex ha ganado el 45%. Es el mejor de los grandes índices del mundo (solo superado por el Bovespa y el Nasdaq). Pero no están muy lejos otros indicadores; la mayoría en Europa y EE UU están por encima del 20%.
Estos movimientos miden lo sucedido desde antes del referéndum. Si se toman como referencia las fechas posteriores al referéndum, el resultado es aún más negativo para los llamados activos refugio y mejor para los mercados: desde el mínimo del 27 de junio del año pasado el Ibex gana un espectacular 45%.
Crecimiento, inflación y estímulos monetarios han actuado a favor de las Bolsas
Para el inversor, de hecho, el mayor riesgo ha sido perderse esta subida. Esto no significa que el mercado haya pasado por encima de estas noticias: el referéndum de Brexit provocó una histórica caída de los mercados, y solo una abrumadora ventaja en las encuestas ha permitido al parqué vivir la elección francesa con calma.
Como explican los analistas de Bank of America, el panorama combina “un crecimiento decente, una inflación limitada y un BCE que apoya el crecimiento”. El escenario ha sido ideal para los mercados en los últimos tiempos, y solo un puñado de cosas (parón económico externo, giro del BCE) pueden torcerlo. Julius Báer se expresa en la misma línea: "Tras las elecciones insistimos en nuestra visión positiva sobre las acciones europeas".
De modo que, mientras la política acaparaba los titulares, la economía ha demostrado ser más difícil de descarrilar de lo previsto. Ya sucedió el año pasado en España, donde la ausencia de Gobierno no acabó con una sucesión de plagas bíblicas sino con una sólida creación de empleo. Y lo mismo en el resto del mundo: la inercia de la economía, de los resultados empresariales y de la confianza suele ser más poderosa que la política, tanto para bien como para mal.