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La CE rompe con su histórica neutralidad electoral y pide el voto para Macron

Bruselas no quiere mantenerse al margen como en la campaña del 'brexit' El Gobierno alemán también apoya sin ambages al rival de Marine Le Pen

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.Carolyn Kaster (AP)

El temor a Marine Le Pen y al frexit alcanza tal dimensión en Bruselas que la Comisión Europea ha renunciado a sus habituales exquisiteces de neutralidad electoral y expresó abiertamente su apoyo al candidato liberal Emmanuel Macron para la segunda vuelta de las presidenciales francesas.

El club europeo atraviesa una situación tan crítica que el organismo comunitario, presidido por el conservador Jean-Claude Juncker, no puede permitirse la presencia en París de un Gobierno descaradamente antieuropeo. La mayoría de los analistas coinciden en que la salida de Francia, sugerida por la candidata del Frente Nacional, supondría el fin de al UE y de la zona euro.

“Se trata de escoger entre quien defiende los valores europeos y quien quiere destruir la UE”, justificó el lunes el portavoz de Juncker su apoyo a Macron.

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Bruselas se ha mantenido históricamente al margen de las campañas electorales, al menos, de manera oficial. Y se limitaba a felicitar al ganador y a expresar su disposición a trabajar con el nuevo Gobierno.

La CE se mantuvo incluso al margen del referéndum del año pasado sobre la salida del Reino Unido de la UE. Bruselas se ha arrepentido de su falta de campaña entre los británicos, un abandono que atribuye a la petición expresa del Gobierno del entonces primer ministro David Cameron.

Juncker cambia ahora de estrategia tras el tremendo batacazo del brexit, que ha provocado la primera ruptura de la UE en 60 años de historia.

Falta por ver, sin embargo, cómo influye la irrupción de Bruselas en una campaña que se prevé encarnizada y en la que Le Pen ha decidido convertir a Macron en el representante de “la globalización salvaje” que, según ella, representa la UE.

Macron ha apostado abiertamente por un programa europeísta y las banderas azules con estrellas lucen en todos sus actos de campaña. Ahora se convertirá en el candidato oficioso de Bruselas en un país que rechazó en referéndum el proyecto de Constitución europea (en 2005) y que sólo aprobó por la mínima el Tratado de Maastricht (en 1992) para crear el euro.

Bruselas confía en que su apoyo permita a Macron aglutinar el voto moderado de los dos candidatos de los partidos tradicionales derrotados, el conservador François Fillon y el socialista Benoît Hamon. El respaldo de Juncker, en cambio, puede alienar a una parte del electorado más encrespado así como a la juventud que ha logrado movilizar el candidato más a la izquierda, Jean-Luc Melenchon.

El mismo impacto puede tener el apoyo de Berlín, donde tanto los conservadores de Angela Merkel como los socialistas de Martin Schulz se han apresurado a mostrar su apoyo a Macron.

Le Pen también intentará explotar esa relación, identificando a su rival como el testaferro de Alemania y el bisturí necesario para imponer la austeridad y los recortes sociales a los que se ha resistido Francia desde el comienzo de la crisis.

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