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¿Destruye empleo la revolución tecnológica?

Va a crecer la demanda para puestos creativos y cualificados

Thinkstock

La primera revolución industrial se produjo gracias a la introducción de la tecnología en aquellos procesos industriales que hasta ese momento se habían estado realizando de forma manual. La llegada del telar mecánico supuso un cambio importante, no solo por el aumento de la eficiencia en los procesos, sino también por la necesidad que comenzaba a surgir de especializar los puestos de trabajo.

Es cierto que la introducción del telar mecánico generó desempleo en el muy corto plazo. En un primer momento, se destruyó cerca del 90% del empleo dedicado a tareas manuales. Sin embargo, tres décadas después, el empleo directo e indirecto en el sector se había incrementado en un 4.400%, aumentando también la eficiencia y el bienestar de los trabajadores.

A las puertas de la cuarta revolución industrial, son muchos los estudios que inciden en los puestos de trabajo susceptibles de ser sustituidos por procesos automáticos. Entre aquellos que tienen mayor probabilidad de ser desplazados por la tecnología se encuentran los teleoperadores, carteros o intermediarios de algunos servicios. En el otro extremo, las ocupaciones con menos probabilidad de ser sustituidas por el avance tecnológico se encuentran los analistas de sistemas informáticos, los ingenieros, los profesionales de la salud o los gestores de recursos humanos.

Es evidente que la introducción de la tecnología y la llegada de la industria 4.0 está generando nuevos modelos de negocio que tendrán impactos importantes en el mercado de trabajo. Este proceso no será un agradable camino en el que los trabajadores desplazados encontrarán fácilmente un nuevo empleo, pero tampoco será un apocalipsis que creará desempleo a gran escala en aquellos sectores no tecnológicos.

La tecnología siempre crea empleo al conseguir mayor eficiencia y eficacia en el desempeño de una determinada tarea. Ocurrió en la primera revolución industrial y también ocurrió en la agricultura de Estados Unidos. El mercado de trabajo pasó de estar formado al 90% por trabajadores agrícolas al inicio del siglo XIX, a solo el 2% en la actualidad. Atendiendo mucha más demanda y de una forma más eficiente.

Estamos al inicio de la cuarta revolución industrial y su pleno desarrollo va a requerir revisar completamente las estructuras, la formación y las reglas de nuestras organizaciones y estructuras empresariales. Una reciente publicación del World Economic Forum comparaba los datos de las tres mayores compañías instaladas en Detroit en los años noventa con las tres mayores compañías de Silicon Valley en la actualidad. En el Detroit de 1990, las tres mayores compañías valían 36.000 millones de dólares, facturaban 250.000 millones de dólares y empleaban cerca de 1,2 millones de personas. En Silicon Valley, las tres mayores compañías tienen un valor de 1,09 billones de dólares, comparativamente más alto, y facturan 247.000 millones de dólares. Sin embargo, estas empresas emplean a 137.000 personas, diez veces menos trabajadores de forma directa que en el Detroit de 1990.

En este contexto global, en el que la tecnología está empezando a transformar todos los sectores, España debe aprovechar al máximo el potencial que ofrece la industria 4.0 para modernizar nuestra industria, especializar el empleo y generar nuevas oportunidades.

La transición hacia esta nueva revolución industrial va a generar, según algunos analistas, una polarización del mercado de trabajo. Crecerá la demanda tanto de profesionales de alta retribución en puestos creativos y de alta cualificación como de trabajos manuales menos retribuidos. Sin embargo, la demanda de profesionales del segmento medio con baja especialización se verá disminuida. La creación de un ecosistema de pymes altamente especializadas debe constituir una prioridad de primer orden si aspiramos a ser un país que demande trabajadores de alta especialización.

Las grandes industrias tractoras de nuestro país están ya adaptándose a los nuevos paradigmas tecnológicos de la industria 4.0. Solo a través de este ecosistema de pymes altamente especializadas será posible mantenernos dentro de los países con demanda de profesionales altamente especializados.

Cuando nuestros jóvenes titulados salen fuera a buscar un futuro no son contratados por Gobiernos extranjeros, van a trabajar a empresas de alto valor añadido que han nacido y crecido en países que han sabido facilitar la creación y crecimiento de empresas tecnológicas que hoy son vanguardia. La tecnología no destruye empleo, lo especializa.

La naturaleza del empleo en España en los próximos años dependerá, casi en su totalidad, de la organización, crecimiento y consolidación de un ecosistema de pymes centradas en el desarrollo de la industria 4.0.

Teodoro García Egea es diputado por Murcia del Partido Popular.

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