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Patologías

La alergia, ¿una enfermedad vinculada al progreso?

El cambio climático y la contaminación elevan los casos de fiebre del heno, que ahora se complica con los de alimentos

Clasificación de ventas de antihistamínicos
Carlos Cortinas

Consultas colapsadas, bajas laborales, multitud de apps para librarse de las zonas con más polen... La alergia a estos diminutos granos es una enfermedad cada vez más frecuente cuya culminación se da precisamente en esta época. Dicen los entendidos que en 2050 la mitad de la población será alérgica a alguna sustancia, incluido el polen, teniendo en cuenta que su incidencia aumenta casi un 4% al año.

En España existen unas 16 millones de personas alérgicas, que para sobrellevar la enfermedad compraron 22,7 millones de cajas de antihistamínicos entre febrero de 2016 y febrero de 2017, según la consultora QuintilesIMS. Ocho millones de ellas lo son a los pólenes. Las gramíneas, principalmente, junto al olivo, el ciprés, la salsola, el plátano de sombra y la parietaria son las plantas más conflictivas, dada su abundancia en España.

En España existen unas 16 millones de personas alérgicas

No obstante, este año, como han avanzado en la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic), los alérgicos se enfrentarán a una primavera menos intensa que la de 2016, salvo en Extremadura, donde las gramíneas pueden causar estragos.

Además de la genética, y a tenor de lo que dicen los expertos, podría casi asegurarse que es una patología vinculada al progreso, donde el cambio climático y la contaminación son factores clave. Ana Pérez Montero, jefa del servicio de alergología del Hospital Quirón Salud Madrid, explica que “la contaminación, sobre todo de las partículas de los vehículos diésel, reabre las plantas y el polen que sueltan es mucho más agresivo”.

Si no, cómo se explica que exista más prevalencia de la enfermedad en las ciudades que en las zonas rurales, rodeadas de vegetación, o en los países desarrollados frente a los menos avanzados, añade esta especialista, quien asegura haber aumentado de una a cuatro las consultas en este hospital para hacer frente a la avalancha de pacientes en los últimos años.

Pero no solo la contaminación es una de las causas que explican el brutal aumento de esta enfermedad. Además del factor genético, que puede incrementar la predisposición hasta en un 75% si el paciente tiene antecedentes familiares por parte de padre y madre, otras teorías hablan de la debilidad del sistema inmunológico, que hoy reacciona ante cosas a las que no deberían.

O la teoría de la higiene, que afirma que el abuso de algunos fármacos, como los antibióticos, está impidiendo que el sistema inmunológico se defienda por sí mismo. “Cada vez se ven más pacientes alérgicos a muchos pólenes, es decir, polisensibilizados”, dice Gabriel Gastaminza, jefe del servicio de alergología de la Clínica Universidad de Navarra, “algo que no ocurría hace 20 años”.

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Antihistamínicos que no dan sueño

Vacunas en comprimidos, o sublinguales, que sustituyen a la más cara inmunoterapia personalizada, cuyo coste es de unos 300 euros; antihistamínicos que no dan sueño, o nuevos genéricos que vienen a sustituir a las patentes ya caducadas son solo algunos de los movimientos que se están cociendo en el área de las enfermedades alérgicas.

En Uriach, cuenta Maribel Pérez, directora de marketing internacional, los antihistamínicos de segunda generación han conseguido objetivos hasta hace poco impensables. El principio activo, rupatadina, propiedad de Uriach y comercializado por Pfizer, ha conseguido disminuir sobremanera la somnolencia,evitar interacciones con la comida, disminuir los efectos secundarios y bloquear, además de la histamina, otros responsables de los síntomas.

Por su parte, GSK acaba de lanzar un fármaco (sin receta) para aliviar los síntomas de esta patología. Un pulverizador nasal (Flonase) que palía estornudos, goteo y congestión nasal, lagrimeo, y no da sueño.

En Merck, la principal apuesta son las vacunas, pues explica Isabel Sánchez, directora médico de Merck España, son las que inciden sobre la causa (no sobre los síntomas) y pueden llegar a curar. Sus vacunas, administradas de forma subcutánea o sublingual, reducen las moléculas responsables de la alergia y estimulan las que bloquean la reacción.

En España, en los últimos 12 meses se han vendido más de 12 millones de antihistamínicos de marca y casi 10,5 millones de genéricos, según QuintilesIMS. Los laboratorios líderes en estos fármacos son MSD, Almirall y Faes (los que más han crecido), y en genéricos, Cinfa, Normon y Aristo Pharma. En los meses de mayo, abril y junio es cuando más se venden estos fármacos.

Por si fuera poco, las alergias a los pólenes ahora se están complicando con las alimentarias, ya que muchos vegetales comparten gran cantidad de proteínas con el polen y “hay pacientes que empiezan siendo alérgicos a este y acaban sufriendo sensibilidad a los alimentos”.

Esto ocurre porque, al igual que las partículas contaminantes aumentan las proteínas alergénicas en los pólenes y ayudan a su transporte. Un reciente estudio europeo destaca que también la proteína LTP, de transferencia de lípidos, presente en gran cantidad de vegetales, como el melocotón, está provocando estas nuevas situaciones. España, Italia, Grecia y Portugal son los más afectados al ser grandes consumidores de frutas, explica Gastaminza.

Las vacunas, coinciden los expertos, son la mejor salida para hacer frente a esta enfermedad y, de paso, rebajar los gastos de los servicios médicos. Algunos estudios de Seaic estiman que la inmunoterapia puede bajar el coste sanitario hasta un 40% y un 30% el gasto en antihistamínicos.

Y el diagnóstico molecular ha sido clave para el desarrollo de las vacunas. “Dibujar el perfil del paciente es lo que consigue este procedimiento”, apunta Gastaminza. O lo que es lo mismo, “diagnosticar la alergia a una proteína concreta de un polen concreto” para poder desarrollar las vacunas personalizadas.

“El diagnóstico molecular ayuda, asimismo, a discernir el riesgo, además de identificar la fuente primaria (vegetal, melocotón, etc.)”, asevera Carmen Vidal, jefa del servicio de alergología del Hospital Universitario de Santiago y profesora de la Facultad de Medicina de esa ciudad. Porque no es lo mismo una reacción que puede producir un shock anafiláctico (manifestación exagerada), con riesgo incluso de muerte, que un simple picor en la lengua.

Esta técnica “ha ayudado a entender casos que hace cinco años no se comprendían”, añade Vidal, y ha hecho posible el desarrollo de vacunas personalizadas, que incluyen la proteína alergénica para la paulatina sensibilización del paciente. En realidad, son fórmulas magistrales, que solo se preparan por prescripción facultativa.

El problema radica en que no están descubiertas todas las moléculas existentes. Solo los ácaros, una alergia muy prevalente en la zona de Galicia por la abundante humedad, tienen entre 25 y 30 moléculas distintas. Es más, según Vidal, muchas veces las moléculas se identifican solo cuando el paciente presenta los síntomas y, además, cada vez más sustancias generan alergias por la interacción con los contaminantes del medioambiente.

Ha habido muchos avances en los últimos años gracias al diagnóstico molecular, que se lleva a cabo en la mayoría de servicios especializados de los hospitales españoles. Incluso “se ha llegado a conseguir dejar en una simple rinitis alérgica lo que podría haber degenerado en un asma en muchos pacientes”, relata la profesora. Pero, en estos momentos, las vacunas personalizadas, es decir, las fórmulas magistrales, tienen los días (años) contados, aclara Vidal.

La tendencia apunta a que una vez detectado el agente alergénico, las vacunas se registren en la Agencia Española del Medicamento como cualquier otro fármaco industrial. Los laboratorios se están rearmando y han comenzado a estudiar la eficacia de sus productos, que a partir de ahora empiezan a tomarse en comprimidos o de forma sublingual, evitando el gasto que supone acudir al médico a ponerse la dosis, que suele ser mensual y tiene que aplicarse durante un mínimo de tres años.

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‘Apps’ para librarse del estornudo primaveral

La Sociedad Española de Alergología e Inmulogía Clínica (Seaic) acaba de remodelar su web (Polenes.com) para “hacerla más funcional”, según su presidente, Joaquín Sastre. Esta página recoge un mapa de España detallado con el recuento de polen por zonas. Es una de las herramientas de las que se sirven los alérgicos para sobrevivir a estas fechas, pues les permite evitar las zonas más polinizadas y las horas del día más conflictivas. Medicarse de forma preventiva es otra de las medidas recomendadas por la alergóloga Ana Pérez Montero.

Desarrollada por la Seaic y los laboratorios Almirall, Polen Control es una aplicación que permite al paciente realizar un seguimiento diario de su patología, y al médico, estar al tanto de la evolución sintomática al cruzar los datos con los niveles de polen. También son muy útiles R-Alergo, desarrollada por la Universidad de Valencia y el Hospital La Fe, que permite el diseño de rutas GPS para evitar las zonas con más volumen de alergénicos,y Alergo Alarm, que avisa cuando el nivel de polen supera el umbral recomendado por Seaic.

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