Pedro Ros: “Todo ejecutivo debería tener una vela en su despacho”
Fundó una empresa que lleva su nombre y BoxNox, una distribuidora de velas y cosmética
Confortable es la palabra que más se acerca a definir lo que inspira el espacio de trabajo de Pedro Ros, madrileño de 52 años y fundador de la empresa de decoración que lleva su nombre y de BoxNox, distribuidora de velas y de alta cosmética, con marcas como Byredo, Eve Lom, Diptyque, Malin +Goetz, Grown Alchemist y Atelier Cologne, entre otras.
Empezó a trabajar en el mundo textil, negocio al que se dedicaba su padre, nada más finalizar la carrera de Derecho. Allí comenzó a familiarizarse con un concepto de empresa que, más tarde, cambiaría a raíz de estudiar un MBA en IESE: transformó el outlet textil de su progenitor en un negocio de decoración integral. De hecho, nada más traspasar el umbral de la puerta de acceso a la calle, pocos pueden adivinar que el espacio cuenta con mil metros cuadrados repartidos en tres plantas, dos de ellas subterráneas, que acoge oficinas y un taller artesano de confección, tapicería y diseño. Una de las mesas de trabajo de Pedro Ros se encuentra al fondo de la primera planta, aunque en el piso inferior también tiene un espacio al lado del equipo con el que trabaja. La primera impresión que transmite es la de ser un bon vivant. Trabaja rodeado de muestrarios de telas, pero también de perfumes y velas, que perfuman de forma generosa la estancia, y sin cuya compañía ya no podría vivir.
En su historia, sobre cómo entró en el negocio de la alta perfumería y cosmética, se mezcla un componente de azar y una elevada dosis de perseverancia. Porque fue en 1997, estando en casa de un cliente, al que le decoraba el hogar, cuando conoció una vela de Diptyque. Vio su procedencia: París, y se fue a ver a sus propietarios. “Les digo que soy español y que quiero representarles en España, pero no me hacen caso”. No se da por vencido. Regresa a los dos años, tampoco recibe una respuesta positiva. Deja esperar otros dos años y vuelve a llamar a la puerta de esta empresa. En esa ocasión, ya vuelve con una propuesta de contrato. “Entonces, llamé a un compañero del máster de IESE, Guillermo Jiménez, y le dije que sabía el negocio que íbamos a hacer juntos, el de las velas aromáticas. En ese momento, él trabajaba en banca y alucinó en colores”, recuerda. Más tarde se enteraron de que la marca francesa, líder en aromas para el hogar, había confiado en ellos “porque no teníamos ni idea de ese negocio, y empezábamos a conocer cómo se distribuía un producto de lujo”. Varias son sus diferencias con una marca convencional: “En primer lugar, no se puede tener prisa, como tampoco hay que esperar tener una buena cuenta de resultados de forma inmediata. Con el lujo hay que tener paciencia”.
En estos momentos, disponen de 30 puntos de venta entre España y Portugal, sobre todo en centros de El Corte Inglés, y una tienda propia, en el barrio de Salamanca de Madrid, y la previsión es abrir un segundo local el año próximo en la capital, en la zona de Salesas. “Cada vez hay más gente que aprecia un buen producto, aunque al principio fue difícil. Cómo íbamos a vender velas a más de 40 euros cuando en Ikea cuestan un euro”. Era una pregunta que les hacían cuando comenzaron, pero comprobaron algo: “La competencia nos pone en valor, además en España el mercado no es tan grande y nosotros tenemos una marca de gran prestigio”. En este sentido, señala que, poco a poco, nos vamos acercando a Dinamarca en el uso de costumbres y sobre todo en el consumo de velas, incluso en los despachos de los directivos. “Todo ejecutivo debería tener una vela en su despacho, crearía un gran ambiente, además de ayudarle a pensar y a relajarse”, añade.
Un emprendedor en constante renovación
Distribuye ocho marcas de alta gama de velas y de cosmética para las que echa de menos más lugares de venta de perfumería y cosmética selecta en España.
“Nos falta encontrar más puntos de venta adecuados para los productos de alta gama, que cuiden a las marcas, que sepan lo que se está vendiendo. En el mercado online esto se ha conseguido y lo lidera desde hace cinco años Laconicum, cuyas fundadoras han logrado crear un espacio único”, prosigue este ejecutivo. De todas formas, si algo ha aprendido, a lo largo de su carrera, es a reinventarse, sobre todo a raíz de la crisis económica. “El mundo de la decoración perdió fuelle durante estos últimos años. Además, el fenómeno Ikea también se ha notado, porque ha democratizado la decoración, pero afortunadamente la gente sigue confiando en la ayuda de los profesionales expertos”.
Yañade que esa reinterpretación de su trayectoria “me ha servido para saber analizar los problemas y ver desde diferentes perspectivas lo que puede pasar”, agrega Pedro Ros, que comienza su jornada a las ocho de la mañana y la finaliza 12 horas más tarde, donde incluye comidas habituales con clientes.
De lo que no puede prescindir es de que le acompañe siempre alguno de los aromas que vende, aunque su preferido ya lo han dejado de hacer en París, la vela Chèvrefeuille (madreselva), aunque cuando supo que se iban a descatalogar se las quedó todas. Otra de sus preferidas se llama Aster, y desprende la fragancia de un lirio que crece en las montañas en septiembre.
Para terminar, confiesa una manía, “la de agendarlo todo, lo que no se mete en la agenda no existe; y una afición, la de nadar todos los días.