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Tendencias

El auge del perfume de autor pone olor a Barcelona

Las fragancias nicho apuestan por la exclusividad y la personalización del cliente

El establecimiento de Le Secret du Marais, en el número 75 de la calle Hortaleza de Madrid.
El establecimiento de Le Secret du Marais, en el número 75 de la calle Hortaleza de Madrid.

Capturar los olores que percibe quien pasa un día en Barcelona. Ese fue el objetivo de Carner, firma nacida en la Ciudad Condal en 2010 y enmarcada en el sector de las perfumerías de autor. “Son fragancias que evocan recuerdos, ideas únicas. A diferencia de las marcas comerciales, estas tienen una personalidad muy fuerte y marcada”, explica Joaquim Carner, embajador de marca de la empresa que lleva por nombre su apellido, fundada por su hermana Sara. Así, este perfume, bautizado como Diagonal 600, ya en la piel de una persona, evoluciona de los matices cítricos a los florales, para pasar a continuación a uno más elegante, amaderado. “Simula un paseo desde el Mercado de la Boquería, pasando por las Ramblas, que finaliza en un barrio céntrico de la ciudad”, añade.

Este es solo uno de los ejemplos de este nicho de mercado en auge. “Hacemos creaciones libres, sin distinguir entre hombres y mujeres o temporadas del año”, cuenta la copropietaria de Hunky Dory Laboratory, Eva Chartón, perfumería afincada en San Sebastián. A esto se le suma una distribución comercial mucho más selectiva y una apuesta por la calidad, “ya que los ingredientes y sus variedades son mucho mejores”, apunta. Por eso, la diferencia con las grandes distribuidoras radica directamente en la propia filosofía.

El perfume Diagonal 600, de Carner.
El perfume Diagonal 600, de Carner.

“En el lanzamiento de un perfume comercial, el concepto empieza en el departamento de marketing. Ahí se deciden detalles como el nombre, a quién va a estar dirigido, qué personaje famoso lo va a publicitar o cuál va a ser el color del frasco”, narra la cofundadora de Le Secret du Marais, Marta Tamayo. Una vez dilucidados todos estos puntos, el perfumista tiene que trabajar en base a una fórmula y un marco concreto, “normalmente cerrado y con un presupuesto realmente muy bajo”, relata Tamayo.

En las fragancias de autor, el proceso es totalmente contrario: “Hay un perfumista que trabaja desde su punto de vista, no desde el que se le impone, y todo el presupuesto se destina a la elaboración del producto, dejando totalmente de lado la publicidad o el marketing”, continua Tamayo. “Se trata de no poner límite a estos profesionales cuando crean una fórmula, y que utilicen todo lo que necesiten”, resume el consejero delegado de Perfumería Hortensia, José Blanco.

La fragancia Upper Ten, de BoMonde.
La fragancia Upper Ten, de BoMonde.

Por eso, el presupuesto que se ahorra al desechar la publicidad y al elaborar cantidades mucho menores que las marcas comerciales, influye directamente en los ingredientes y materiales. “Partimos de la base de que en perfumería se utilizan ingredientes sintéticos y naturales. De los primeros hay miles, de los segundos, unos 200”, explica Tamayo, quien pone como ejemplo al Oud, uno de los componentes de esta selecta lista de la perfumería: “Es la resina que se extrae del árbol del agar tras el ataque del hongo Phialophora”, un ingrediente que, asegura, en el sector de las fragancias se vende a 30.000 euros el litro. “Mientras que las marcas comerciales se sirven de recreaciones del Oud, las colonias nicho recurren a lo natural”.

La lista de ingredientes cotizados es mucho mayor. Joaquim Carner se refiere a otros como “la rosa de Bulgaria; en el marco de los perfumes florales se utilizan 10 rosas, y esta es la más cara”. Sin embargo, la calidad y la exclusividad de los ingredientes están destinadas a la diferenciación de los clientes. “El objetivo de la perfumería nicho es evitar que dos personas huelan igual al entrar en un ascensor”, cuenta el propietario de BoMonde, Filippo Barbero, quien recuerda que, aunque sí son un poco más elevados, “no hay tanta diferencia con los precios de las marcas comerciales de lujo. “El valor medio podría estar entre los 150 y los 200 euros”. Barbero, además, ve con optimismo el mercado español. Italiano de nacimiento, país pionero en el sector, sabe de lo que habla: “España está haciendo méritos para que los consumidores empiecen a dirigirse hacia la personalización y la exclusividad”.

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