¡Ojo! La piratería en cine también es pecado
Incurre en un pecado contra el 7º mandamiento de la Ley de Dios
La Conferencia Episcopal Española (CEE) recordó este sábado que la piratería, además de ser delito, puede vulnerar los séptimo y décimo mandamientos de la ley divina y perjudicar a muchos profesionales, desde guionistas hasta exhibidores y pequeños empresarios de alquiler de películas, informa Servimedia.
“La piratería en el cine atenta contra los derechos legítimos de esta industria, directa o indirectamente, y contra su legítima aspiración al beneficio económico, y por tanto incurre en un pecado contra el 7º mandamiento de la Ley de Dios, que dice ‘no robarás’”, dice el documento que la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social del Episcopado elaboró en 2016, y que este sábado volvió a difundir a través de las redes sociales con motivo de la celebración de la gala de los Premios Goya.
El documento, titulado ‘La piratería en el cine. Una mirada desde la Doctrina Social de la Iglesia’, concreta que “se trata por tanto de un pecado contra la virtud de la justicia”, en cuanto impide dar a cada uno “lo que le es debido” y no respeta los derechos a relaciones humanas en equidad y respeto, pero al piratear también “se inflige un daño al bien común de la sociedad, en cuanto que se daña una industria que está llamada a contribuir a su difusión y su consecución”.
La CEE argumenta que, desde el punto de vista moral, el consumo de piratería daña la dignidad humana y puede llevar a vulnerar otro mandamiento: “El deseo de poseer los bienes ajenos, por encima de cualquier limitación y derecho, está relacionado con el décimo mandamiento de la ley de Dios, que prohíbe la codicia de estos bienes, que está en la raíz del robo, de la rapiña y del fraude, prohibidos por el séptimo mandamiento”.
Por todo ello, los obispos piden a católicos “y a todas las personas que actúan según la recta conciencia, de manera especial a los jóvenes y a sus educadores”, a no caer en estas prácticas, para que la piratería “disminuya hasta desaparecer”. Además de ser un delito, dicen, impide que el cine pueda desarrollarse como “un instrumento privilegiado para la formación, el entretenimiento, el conocimiento y la difusión de valores en la sociedad”.