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Secretos de Despacho

Lestapis: “Las ‘fintech’ cambiarán mucho el negocio financiero”

Grégoire de Lestapis dirige la filial española de la firma de ‘crowdlending’ Lendix

Pablo Monge
Manuel G. Pascual

Grégoire de Lestapis (Mont, Francia, 1963) encaja en el perfil de trotamundos. Siempre lo ha sido: su primer trabajo, recién salido de la Universidad París-Dauphine (entonces Universidad París IX), le llevó a Indonesia. Se fue hasta allí para evitar hacer el servicio militar. “Entonces cabía la posibilidad de trabajar en una empresa francesa en el extranjero si querías evitar pelar patatas en un campamento”, explica con una sonrisa. Como se había diplomado en Finanzas Internacionales, las autoridades le colocaron en Société Générale. Al final le contrataron y pasó dos años y medio. Nunca más abandonaría el sector financiero.

La meditación, un pilar en su estilo de vida

Haces seis meses, De Lestapis se decidió a iniciarse en la meditación, una práctica con la que entró en contacto durante sus años en Asia. Hoy reconoce que es uno de los puntales de su vida. Le da estabilidad y le ayuda a enfocar los problemas con claridad.

Quizá por eso, al preguntarle qué objeto de su oficina salvaría en caso de incendio, no duda en la respuesta: se trataría de dos estatuas gemelas que adquirió hace años en Laos. “Con solo mirarlas me transmiten serenidad, un sentimiento zen en el que en ocasiones es muy importante apoyarse en el mundo de los negocios”, explica.

Porque los emprendedores –él se considera uno de ellos– también están sometidos a estrés, por supuesto. “Durante toda mi carrera me he enfrentado a tareas y retos muy distintos. Eso es lo que me motiva. Pero ahora es la primera vez que lo hago sin una gran compañía detrás. Y claro, eso lo cambia todo”, apunta.

Desde que se enroló en Lendix, en septiembre del año pasado, hasta ahora, De Lestapis se ha ocupado de levantar de cero una empresa: desarrollar el software, conocer el mercado, contactar con prestamistas, reclutar el equipo... Y, finalmente, echó a andar la semana pasada. “Hoy mismo vamos a cerrar el primer préstamo”, asevera con orgullo. Su objetivo ahora es dar a conocer el crowdlending, una fórmula que en Francia y Reino Unido está funcionando particularmente bien.

Su siguiente etapa profesional fue en Londres: pasó 14 años en Indosuez, hoy parte del grupo Crédit Agricole. La firma le envió un tiempo a Sudáfrica, donde vivió la transición que llevó a la presidencia a Nelson Mandela; a Madrid, donde conoció a su mujer; a París, donde organizó la fusión de su firma con Crédit Agricole; a Chicago, donde nació su primera hija, y otra vez a Londres, donde nació la segunda.

Pero entonces ocurrió algo que le cambiaría la vida: los atentados del 11S. Su compañía tenía la sede de Nueva York en la planta 89 de una de las Torres Gemelas. Murieron los 69 compañeros que estaban allí en ese momento. “Fue muy duro, tenía mucho contacto con ellos. A raíz de eso, mi mujer y yo nos replanteamos las cosas y pensamos en qué queríamos hacer. Decidimos volver a España”, apunta.

En Londres había conocido el BBVA a través de una joint venture en la que participaba el banco español. “Les llamé y me dieron empleo”. Le pidieron que se ocupara de desarrollar la actividad de la entidad en Europa. Corría el año 2002 y el banco empezaba a expandirse. Tras cumplir su objetivo en varios países del Viejo Continente, le enviaron a Hong Kong para desarrollar la banca de inversión en Asia. Tres años después se le encargó ocuparse de la actividad no retail en Latinoamérica. Y cinco años más tarde le tocó hacerse cargo de la filial del banco en París.

“Fue allí donde descubrí la dimensión digital del negocio. Todos los clientes estaban muy implicados en la digitalización. Me di cuenta de que quería participar de forma activa en esta revolución que vive el sector”, explica. Por eso decidió dejar la compañía en agosto del año pasado. En septiembre ya estaba trabajando en Lendix, una firma francesa de crowdlending. De Lestapis es el encargado de abrir y desarrollar la sucursal española de la empresa, que intermedia entre prestamistas particulares y las empresas que necesitan financiación.

“Como ve, esto es como una startup”, espeta señalando a su alrededor. Apenas llevan unas semanas en las nuevas oficinas, en las que domina el blanco de las paredes y las mesas. Como la gran mayoría de pequeñas empresas, el espacio es diáfano, sin despachos. Tres salas de reuniones y un office son las únicas estancias anejas al espacio principal, muy luminoso gracias a la luz que entra por los amplios ventanales, que dan a la calle Bárbara de Braganza, de Madrid. Por el momento son siete personas, pero espera acabar el año con 14 empleados.

Confía en que el negocio crecerá a buen ritmo. Entre los argumentos que han permitido que la fintech haya logrado una cuota de mercado del 55% en Francia en este segmento está la rapidez en la gestión de créditos (si se acepta la solicitud, el interesado recibe el dinero en una semana), que no piden garantías reales como aval y la confianza que supone el hecho de que los directivos de cada sucursal, como él, inviertan su propio dinero en cada préstamo, del que cubren entre un 5% y 10%.

“Este reto me estimula. Creo que el negocio financiero cambiará mucho en los próximos años y quiero vivir esa transición”, remata de Lestapis. ¿Entonces, ha acabado su etapa de viajero? Solo el tiempo lo dirá.

Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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