El centro, regalo envenenado para Macron
Podría ser un problema si los franceses están hartos de ideas convencionales
La enorme oportunidad de Emmanuel Macron podría convertirse en una desventaja. Parece cada vez más probable que la esperanza independiente para la presidencia francesa acapare el centro político en las elecciones de abril (primera vuelta) y mayo (segunda). Sin embargo, parecer mayoritario conlleva sus propios riesgos.
La batalla en curso para ser el candidato de los socialistas franceses da a Macron -que se presenta al frente del movimiento En Marche- un atractivo añadido. Benoit Hamon, un ex ministro rebelde de la parte más a la izquierda de su partido, ha ganado la primera vuelta de las primarias y se enfrentará en la segunda, el próximo domingo, al ex primer ministro Manuel Valls. Es probable que las propuestas económicas de Hamon, que incluyen una renta básica universal y un impuesto sobre los robots, le den ventaja sobre el reformista Valls.
Las primarias socialistas dan al ahora candidato independiente un atractivo añadido
Si Hamon se convierte en el candidato socialista, Macron parecerá cada vez más el único candidato mainstream. Marine Le Pen, de extrema derecha, apuesta por el estatismo, mientras que François Fillon, candidato del partido de centroderecha Les Republicains, propone una poda radical del Estado.
Es una gran oportunidad para atraer a los votantes reacios a la idea de un cambio drástico. Sin embargo, ocupar el centro es peligroso. La elección de Trump y el brexit demostraron que los votantes estaban dispuestos a rechazar a los políticos tradicionales. Si el electorado francés está igualmente harto, abrazar ideas convencionales podría ser un problema.
De acuerdo, en la escena política francesa lleva habiendo gente como Fillon y Le Pen mucho más tiempo que gente como Macron. Pero este, ex banquero de inversión y alumno de la exclusiva institución educativa ENA, luchará por distanciarse de la élite del sistema. Dependiendo de cómo de revolucionarios se sientan los votantes franceses, la fortaleza de Macron podría convertirse en su debilidad.