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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un SMI que no perjudique el empleo

El debate sobre el salario mínimo no puede desligarse del de la evolución general de los sueldos: un incremento del primero serviría de referencia en la negociación colectiva

La ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, durante una comparecencia.
La ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez, durante una comparecencia.Efe

La aprobación en el Congreso de una proposición de ley para fijar un alza en el salario mínimo interprofesional (SMI) desde los 650 euros actuales hasta 950 euros en 2020 constituye un punto de inflexión en la política de contención de costes salariales llevada a cabo en España en los últimos años. El texto, apoyado por todos los grupos excepto por los populares, supone incrementar el SMI en 295 euros en solo cuatro años, frente a los 22 años que anteriormente tardó en crecer en esa misma cuantía. Mientras los sindicatos aplauden la medida, porque permitirá recuperar velozmente el poder adquisitivo perdido durante la crisis, desde las organizaciones empresariales se advierte de los efectos perniciosos que puede tener sobre la actividad y la creación de puestos de trabajo.

Aunque existen teorías a favor y en contra del impacto económico de los salarios mínimos fijados por ley, es difícil negar que una subida de esta magnitud llevada a cabo en un período breve de tiempo encarece el empleo y puede afectar a la creación de nuevos puestos de trabajo. La experiencia europea no permite sacar conclusiones definitivas:en los países con menor tasa de paro conviven algunos con SMI muy elevado en comparación con el español o inexistente, como Dinamarca.

El debate sobre el salario mínimo no puede desligarse del de la evolución general de los sueldos, pues es obvio que un incremento del primero serviría de referencia en la negociación colectiva. El esfuerzo realizado en los últimos años para reducir los costes laborales en España ha mejorado la competitividad de las empresas, que en algunos sectores –como el motor– ha tenido un resultado contundente. Esa política prudente ha sido apoyada por sindicatos y patronales, que han mantenido las subidas en los convenios por debajo incluso de las recomendaciones de las cúpulas de sus organizaciones.

Es deseable que a medida que la recuperación económica se consolida lo hagan también los salarios, en línea con las recomendaciones de organismos internacionales como el BCE o el FMI. Además, sería bueno para corregir la desigualdad social que se recuperaran en mayor medida las franjas salariales más bajas. La economía española ha dejado atrás los peores momentos de la crisis y ha comenzado a crear de nuevo empleo, lo que debería ir trasladándose paulatinamente también a las retribuciones de los trabajadores. Pero ni todas las empresas ni todos los sectores están evolucionando al mismo ritmo o en la misma medida, por lo que la imposición de un SMI demasiado elevado puede perjudicar la creación de empleo en aquellos segmentos con más débil actividad. Como en muchos otros ámbitos, en este no existe una solución única ni adecuada para todos.

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