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Aumenta el número de interesados por quitárselos

Los tatuajes no tienen por qué ser para siempre

La tecnología permite eliminar con garantías los grabados permanentes

Thinkstock
Manuel G. Pascual

Uno de los argumentos que disuaden a quienes se plantean tatuarse es que, una vez hecho, no hay marcha atrás. Este adorno de la piel durará toda la vida, con lo que más vale no equivocarse. Los avances en las técnicas de eliminación, sin embargo, están contribuyendo a que la pigmentación estética de la piel sea cada vez menos definitiva. “Los tatuajes negros se eliminan al 100%”, asegura la doctora María Ángeles López Marín del Centro Médico Rusiñol de Madrid, especializado en la retirada de estos ornamentos. “Los láser de última generación nos permiten llegar a capas muy profundas de la piel. Un sombreado realizado con poca tinta se puede eliminar en cuatro sesiones”, asegura.

La técnica más utilizada consiste en aplicar láser a los pigmentos, de manera que estos queden rotos y las propias células se encarguen de absorber los restos de tinta y eliminarlos. “Por eso las sesiones se deben realizar con espacios de unos dos meses: para que la piel procese el cambio”, indica López.

El negro es el color más fácil de eliminar, aunque hay otros que sí pueden dejar marca. Le siguen el rojo, verde, blanco y amarillo. El azul, especialmente el celeste, es el más complicado e impredecible. “Cada color exige una longitud de onda distinta y un mayor o menor número de sesiones para eliminar la tinta”, explica López.

Del recurso estético a la aplicación sanitaria

Cuando se habla de tatuajes se suele aludir a los estéticos u ornamentales. Pero no son los únicos. La micropigmentación sanitaria es especialmente solicitada para complementar determinadas intervenciones quirúrgicas. “La más demandada es la de areolas tras operaciones de cáncer de mama o por motivos estéticos de aumento, reparación o elevación de senos”, apunta Araceli Horcajo, de la Clínica BB&S Total Beauty.

La técnica de la micropigmentación, popularizada por su aplicación como método de maquillaje facial semipermanente, también se emplea para la mejora estética de cicatrices y quemaduras. Y, en algunos casos, para corregir asimetrías y pérdidas de densidad de vello en cejas y pestañas.

El 70% de las personas que se eliminan los tatuajes lo hacen por motivos laborales. Asimismo, el 60% de quienes toman la decisión de decorarse la piel de forma permanente se arrepienten a los cinco años de habérselo hecho, según se reseña en la página web de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME). Algunos estudios estadounidenses, país en el que se calcula que una de cada cuatro personas luce algún tatuaje, colocan a la mujer como mucho más propensa a querer quitarse estos grabados a tinta.

“Nuestra principal línea de negocio y con diferencia es el tatuaje. Lo que sí constatamos día a día es el crecimiento en la solicitud de eliminación de tatuajes porque nuestros clientes cada vez están mejor informados y saben que gracias a las nuevas técnicas láser se pueden quitar sin cicatrices ni marcas”, explica un portavoz de Logia Barcelona, un centro ubicado en la Ciudad Condal que, dada la buena salud que experimenta el sector, acaba de iniciar su proceso de expansión por el país a través del franquiciado. “Nos hemos propuesto abrir 11 nuevos centros de tatuaje en los próximos meses”, asegura.

Los expertos recomiendan tomar algunas precauciones a quienes se estrenen en el mundo de la pigmentación permanente de la piel. “A la hora de elegir el primer tatuaje es aconsejable no ceder al impulso sin antes meditarlo”, indica Araceli Horcajo, experta en tatuaje y micropigmentación de la Clínica BB&S Total Beauty de Madrid. “Es muy importante la mesura: no conviene comenzar por tamaños grandes, zonas muy visibles o que sabemos que resulta más dolorosas para evitar una mala experiencia”, abunda. “Solicitar un diseño con una sola tinta, a poder ser negra, puede ser una buena opción, ya que es más sencilla de eliminar por láser en caso de arrepentimiento”.

La casuística entre quienes deciden eliminárselo es amplia. “Las zonas visibles, como son de codo hacia abajo o cerca del cuello, son problemáticas en el ámbito laboral”, explica la doctora López. “Eso sucede especialmente entre quienes entran a trabajar en compañías aéreas o en servicios de atención al público; quienes se mudan a EE UU, donde hay menos tolerancia por estos ornamentos; o quienes ingresan en fuerzas de seguridad, donde está prohibido tener algo que pueda ayudar a identificar al individuo. También borramos partes de tatuajes para hacer otros encima. Y sí: eliminamos nombres de novios y novias”.

Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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