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Libre comercio

Bruselas celebra la firma del CETA como anticipo del TTIP

La firma llega tras superar el bloqueo de varios parlamentos regionales belgas

De izquierda a derecja, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker; el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau; y el presidente del Consejo, Donald Tusk, durante la firma del CETA.
De izquierda a derecja, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker; el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau; y el presidente del Consejo, Donald Tusk, durante la firma del CETA.REUTERS (REUTERS)

A las 14 horas del domingo, con tres días de retraso sobre el calendario previsto inicialmente, se ha firmado en Bruselas el Acuerdo de libre comercio entre la UE y Canadá, conocido como CETA por sus siglas. La firma llega tras superar el bloqueo de varios parlamentos regionales belgas, que hasta el sábado no autorizaron al gobierno federal a rubricar el Tratado.

El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, voló expresamente a Bruselas para rubricar el acuerdo. Por parte europea, asistieron a al ceremonia, entre otros, el presidente del Consejo, Donald Tusk , el de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker y el presidente de turno de la UE, el primer ministro eslovaco, Robert Fico.

La ceremonia también tuvo que retrasarse un par de horas porque Trudeau aterrizó tarde en Bruselas. “No ha sido fácil llegar hasta aquí y hemos tenido que superar hasta un problema técnico en su avión”, bromeó Tusk tras la rúbrica del Tratado.

Ambas partes celebraron la firma como una difícil victoria que debe servir como referencia para otras negociaciones. “Este acuerdo va más allá del contexto comercial”, señaló Tusk. Y añadió que “este acuerdo muestra que la desintegración del mundo occidental no tiene por qué ser una tendencia duradera y que todavía tenemos la fortaleza y la determinación necesarias para contrarrestar el fatalismo sobre la decadencia de nuestro mundo”.

“Los futuros acuerdos comerciales deberían inspirarse entre este Tratado firmado entre un país progresista como Canadá y un bloque progresista como la UE”, señaló Trudeau.

“Hace sólo unos días leíamos en la prensa que el CETA estaba muertos. Hoy tenemos un acuerdo que puede considerarse como el estándar de los futuros acuerdos comerciales”, celebró el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz.

Bruselas negocia en estos momentos varios tratados de libre comercio, entre ellos, el TTIP con EE UU, calificado como el mayor acuerdo de liberalización comercial de la historia. En Latinoamérica negocia con Mercosur y México (una renovación del ya vigente). Y en Asia con Japón, India, Indonesia, Tailandia, Malasia, Filipinas y Myanmar. Y con China negocia un acuerdo sobre inversión.

La UE temía que un fracaso del CETA sentase un precedente para esas negociaciones y enviase a los países extracomunitarios la señal de que Europa sería incapaz de llegar a acuerdos comerciales en el futuro. Por ese motivo, Bruselas ha negociado contrarreloj con Bélgica para superar el bloqueo y cerrar las negociaciones aunque fuera con cierto retraso. “Siempre dijimos que lo importante era firmar no cuándo se firmase”, señaló Juncker.

El rescate in extremis del CETA permitirá mantener vivas las negociaciones del resto de acuerdos, muy en particular el polémico TTIP. Bruselas y Washington deseaban cerrar ese acuerdo antes del final del mandato de Obama (enero de 2017), pero ese calendario ya se ha descartado. La UE confía en que tras las elecciones en EE UU se pueda impulsar de nuevo las negociaciones, aunque el candidato republicano, Donald Trump, ya se ha declarado en contra del TTIP. Si se impone la demócrata Hillary Clinto, el TTIP todavía tendría una oportunidad.

La firma del Tratado se llevó a cabo en la sede del Consejo Europeo, en cuyo exterior se desarrolló una nueva protesta contra el CETA, criticado por organizaciones medioambientales y sociales por su presunta rebaja de los estándares europeos.

Juncker rechazó esas críticas y negó que el acuerdo vaya a traducirse en más flexibilidad laboral o en precariedad. “No es cierto que con este Tratado sacrifiquemos los derechos de los trabajadores”, aseguró el presidente de la CE.

El primer ministro canadiense añadía que “tan pronto como entre en vigor, se verá que el Tratado es bueno para las pequeñas empresas y para los consumidores, para la clase media y para los trabajadores”.

El CETA entrará provisionalmente en vigor tan pronto como lo apruebe el Parlamento Europeo, previsiblemente antes d e fin de año. A continuación, se iniciará un peligroso proceso de ratificación por parte de los 28 países de la UE, con voto en todos los parlamentos nacionales o regionales que tengan competencia en materia de política comercial. El conflicto belga, donde la región de Valonia bloqueó la firma prevista para el jueves, podría entonces resurgir.

En Alemania, el Tribunal constitucional, también ha frenado la aplicación de ciertos capítulos (sobre inversión, tribunales de arbitraje, etc.) hasta que resuelva un recurso sobre la posible inconstitucionalidad del Tratado.

Tusk reconoció que “puede pasar cualquier cosa” durante ese proceso de ratificación. Pero añadió que “soy optimista porque, aparte de la región de Valonia, a nivel nacional este es uno de los acuerdos comerciales menos controvertidos que se pueden imaginar”. Tusk subrayó que, a su juicio, “Canadá es el país más europeo que hay fuera de Europa”.

Una vez en vigor, el CETA suprimirá el 99% de los aranceles que gravan el comercio entre la UE y el país norteamericano. Bruselas calcula que el CETA aumentará en 12.000 millones de euros anuales el comercio entre las dos partes.

En 2015, la UE exportó bienes a Canadá por valor de 35.200 millones (casi un tercio desde Alemania) e importó por 28.300, con un saldo favorable a favor del Viejo Continente de casi 7.000 millones de euros. Alemania (con 6.889 millones) e Italia (2.200) son los dos países con mayor superávit comercial con Canadá. Sólo Reino Unido (-6.737 millones ) Chipre, Luxemburgo, Malta y Eslovaquia tienen déficit comercial con Canadá.

Las exportaciones españolas ascendieron a 1.370 millones (el 0,5% del total) y las importaciones 891 (0,3%), con una balanza favorable a España de 479 millones.

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