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Secretos de despacho

Rebollo: “Hay que educar al cliente para que entienda qué compra”

El consejero delegado, Juanma Rebollo, trabaja tras una mampara de cristal

Manuel Casamayón
Pablo Sempere

La industria de la publicidad y el marketing es uno de esos sectores que más se ha rejuvenecido. Tanto, que en muchas de sus empresas cuesta encontrar a profesionales senior. Ideonomía, una agencia de publicidad y marketing digital, es la excepción que confirma la regla. Su consejero delegado y fundador, Juanma Rebollo (Madrid, 1966), lanzó la empresa hace cinco años, “con el objetivo de ayudar a las marcas a llegar a sus consumidores de la manera más eficiente, independientemente del canal que utilicen, y haciéndoles más inteligible el mundo digital”.

Para ello, precisamente, una de las premisas es que la gente con más experiencia cobre protagonismo: “La velocidad del cambio es tan grande que muchas empresas se han quedado perdidas, y para poder avanzar es necesario que los más jóvenes y los más mayores aprendan entre sí”. En la oficina, colindante al Parque de la Dehesa de la Villa, uno de los pulmones de Madrid, un equipo formado por 25 personas trabaja cumpliendo este precepto. Una amplia sala a pie de calle, luminosa y sencilla, alberga las mesas de todos los empleados, que desarrollan sus labores espalda con espalda, sin paredes entre medias ni salas separadas. “Abogamos por el talento, por eso hay mucha cana y mucha calva”, prosigue Rebollo.

No es que los más jóvenes no sean aptos, argumenta, sino que el hecho de juntar a diferentes generaciones es la receta para que el talento aflore. “Es una manera de educar a los más jóvenes y de que los más veteranos se vayan reciclando, porque la formación constante es la fórmula de éxito de cualquier empresa”. Rebollo va a más allá y hace hincapié en la necesidad de que la formación llegue, incluso, al propio cliente: “La gente compra solo lo que entiende. Si yo hablo con anglicismos y términos que no comprende, aunque suene muy bonito, no va a comprar mi producto”.

Manuel Casamayón

Otra de las razones del trabajo en grupo y la formación continua es la importancia de que la digitalización no pille a nadie desprevenido: “Muchas veces absorbemos la tecnología en casa y de forma cotidiana, pero nos cuesta trabajo adoptarla en el trabajo”, explica desde su pequeño despacho, separado del resto de la sala por una mampara de cristal. Cuando se mudaron, hace cerca de ocho meses, a las nuevas oficinas, buscaron un lugar diáfano. Pero como el despacho y una sala de reuniones cerrada era necesario, decidieron recurrir a paredes de cristal, totalmente transparentes, para así promover la cercanía y el vaivén de ideas. “Es cierto que el consejero delegado tiene que tener su lugar de trabajo propio, porque a veces hay reuniones que no todos pueden oír, pero el resto del tiempo la puerta está abierta”.

No obstante, recuerda, llegar a jefe no siempre es como la gente se imagina. “Desde fuera piensas que es la bomba, pero es un puesto que muchas veces está lleno de soledad, de estrés y de toma de decisiones duras y complicadas”.

Eso sí, reconoce que su trabajo le apasiona. “Vivo con ganas esta profesión. Es cierto que te quita muchas horas con la familia, tiempo para las amistades o los viajes y vacaciones en las que te llama por teléfono mucha gente, pero es aquí donde me ha llevado la vida”.

Un globo terráqueo para planificar nuevos viajes

El despacho de Juanma Rebollo es funcional, para desarrollar las tareas propias de su puesto, “con muchas reuniones, correos y llamadas telefónicas”. Desde una amplia mesa de trabajo llena de papeles minuciosamente ordenados tiene a todo su equipo a la vista.

A su espalda, en una pequeña estantería, guarda multitud de objetos, entre maquetas de coches, fotos familiares, libros o un globo terráqueo que le recuerda una de sus grandes pasiones que ha tenido que dejar aparcada desde hace unos años, tras el nacimiento y crecimiento de sus hijos: “Viajar. Es algo que tendría que estar obligado desde pequeños, para conocer otros países y culturas. Con este globo recuerdo todos los lugares a los que he ido y a los que tengo pendiente ir. El próximo será EE UU, ya que mi mujer y yo llevamos nueve años de secano”.

También viajan, aunque a menor escala, los miembros de Ideonomía. “Al menos una vez al año, dos o tres días, para ver cómo va el proyecto y convivir”. Este tipo de detalles son importantes para el consejero delegado, que tiene en la conciliación y flexibilidad otro de los aspectos fundamentales de su empresa. “Los compañeros pidieron una ducha para poder salir a correr por la dehesa y la hemos puesto, tenemos un futbolín en la oficina, comemos en una hora para poder salir antes... El tiempo de todos es muy valioso, y procuramos salir sobre las seis de la tarde para poder estar con nuestras familias y amigos”. Todo se basa en la organización y efectividad, “también con los clientes, que también deben contribuir a la conciliación”. Un detalle que sí ha conseguido asentar es que no se trabaje el día del cumpleaños. “Siempre pensé que si alguna vez tenía una empresa, implantaría esta medida”. Él reconoce, sin embargo, saltarse esta norma.

Sobre la firma

Pablo Sempere
Es redactor en la sección de Economía de CINCO DÍAS y EL PAÍS y está especializado en Hacienda. Escribe habitualmente de fiscalidad, finanzas públicas y financiación autonómica. Es graduado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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