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Tribuna
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Tiempos duros para la libra

Aunque el efecto político del ‘brexit’ en general es difícil de aislar, es probable que siga siendo una fuente de volatilidad para la libra

Aunque no está clara la causa de la fuerte caída de la cotización de la libra en Asia hasta mínimos de 30 años, ha coincidido con un alto volumen de negociación en un momento de muy baja liquidez. De manera que resulta bastante preocupante que, a pesar de la rápida y parcial recuperación, esta importante moneda se haya llegado a mover tanto sin un aparente catalizador. Así, aunque está un 28% infravalorada respecto al dólar en paridad de poder adquisitivo y pudiera parecer atractiva, es necesaria la precaución.

Hasta ahora la economía de Reino Unido se ha mantenido mucho mejor de lo que muchos esperaban –el índice de gestores de compras muestra que la actividad reciente sigue resistente–. Ello ha reducido las expectativas de flexibilización de política monetaria y de recorte de tipos de interés del Banco en Inglaterra, lo que tampoco ayuda a la libra.

Ahora hay que volver a tener en cuenta el aumento de la incertidumbre política, especialmente si el Gobierno de Reino Unido (incluso tras hacer partícipe al Parlamento de las negociaciones para salir de la UE) se orienta a una salida dura de la UE. Aunque el efecto político es difícil de aislar, muy probablemente siga siendo una fuente de volatilidad para la libra algún tiempo. La primera ministra, Theresa May en el Congreso anual del Partido Conservador, ya indicó que invocaría el artículo 50, la notificación legal de salida de la UE, a más tardar para finales de marzo, pero sus declaraciones indican que es una prioridad el control de la inmigración. Ello implica una débil posición negociadora respecto a las demás cuestiones, incluyendo un acuerdo de libre comercio con la UE que preserve los actuales vínculos económicos.

En ese escenario, algunos sectores de la economía inglesa pueden verse afectados muy negativamente y una previsión de crecimiento del 0,9% de su PIB en 2017 sería demasiado optimista. Además, el país muestra elevado déficit doble –comercial, que aumentó a 4,7 billones de libras en agosto, el mayor desde noviembre de 2013 y presupuestario– y ello presiona el tipo de cambio de la libra. La elevada incertidumbre respecto a su economía hace más difícil para el país atraer flujos de inversión. Por tanto, es probable que la debilidad de la libra permanezca los próximos meses. En este sentido, su tipo de cambio, teniendo en cuenta lo que ocurrió con la retirada de la libra del Mecanismo Europeo en septiembre de 1992, y fundamentales actuales, puede ser de 1,25 a 1,35 respecto al dólar, en línea con un escenario de brexit suave. Pero en caso de brexit duro puede reducirse a 1,15, siendo más probable, dado que los partidarios del brexit duro dirigen las negociaciones con la UE.

"Las declaraciones de May y otros miembros del Gobierno han dejado a los mercados confusos respecto a la escala y composición de un cambio fiscal"

De momento, los índices manufactureros de Reino Unido apuntan a crecimiento de su PIB de 0,2% a 0,3% el tercer trimestre (frente a las previsiones de estancamiento). Por su parte, el Banco de Inglaterra ha dejado clara su intención de crear un “espacio fiscal” para que el Gobierno pueda poner en marcha una combinación de políticas más acomodaticias. De todas formas, las declaraciones de May y otros miembros del Gobierno han dejado a los mercados confusos respecto a la escala y composición de un cambio fiscal. Entre otras cosas, no está claro qué significa que la “política monetaria tiene efectos secundarios negativos” y “algo tiene que cambiar”. Probablemente se trata de consideraciones fiscales más que un intento de reducir la influencia del Banco de Inglaterra y menos de intentar intervenir en su independencia. Sin embargo, es poco probable que asistamos a un gran estímulo fiscal pues, a pesar de que hay intentos de relajar los objetivos de déficit, la consolidación fiscal, a la luz de los comentarios del ministro de Hacienda, Philip Hammond, debe continuar.

La reunión de política monetaria del Banco de Inglaterra el 3 de noviembre y la declaración de política fiscal del ministro de Hacienda inglés el 23 de noviembre pueden aportar claridad. Mientras, hay una creciente evidencia de aumento de inflación importada, lo que puede ser suficiente para que el Banco de Inglaterra se mantenga a la espera en noviembre, aunque también puede tener en cuenta las consecuencias a largo plazo de la volatilidad de los mercados y la incertidumbre política. Por ello es de esperar más flexibilización monetaria, incluyendo un recorte del tipo de interés al 0,1%, aunque quizá lo posponga hasta el próximo año.

Luc Luyet y Frederik Ducrozet son economistas de Pictet.

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