_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿El fin de la actual crisis del petróleo?

La actual crisis del petróleo, iniciada a mediados de 2014, tiene una importante repercusión por la transcendencia que el precio del petróleo tiene en la economía mundial y sobre todo en las finanzas públicas, incluyendo tanto a países productores como países consumidores aunque, lógicamente, por motivos contrapuestos. La propuesta de limitar la producción de petróleo, puesta encima de la mesa esta semana, muestra la voluntad de los principales países exportadores por resolver esta problemática… pero existen todavía muchos interrogantes. ¿Qué factores están aún pendiente de resolver? ¿Qué impacto tendría en el mercado?

El hecho de que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), a pesar de sus reiterados intentos, no haya llegado a un acuerdo en todo este tiempo para reducir los niveles de producción que permitieran un equilibrio entre oferta y demanda del crudo, al mismo modo que se ha producido en crisis anteriores, ha dado lugar a excedentes que en la actualidad se estiman del orden de 1 millón de barriles al día. Ante esta situación, esta semana ha habido una reunión informal de la OPEP que ha resultado en una propuesta, pendiente de ratificar como acuerdo en su reunión programada para el próximo 30 de noviembre, consistente en reducir la producción en algo menos del millón de barriles al día con el objetivo de estabilizar el mercado del crudo y hacer que sus miembros adopten un papel más activo en el mercado del petróleo.

Si bien es cierto que la primera respuesta a este anuncio fue una ligera mejora en la cotización del precio del crudo, situándose en niveles próximos a los 50 dólares por barril, lo que permitiría incluso el retorno de cierta producción no convencional abandonada recientemente, existe cierto escepticismo entre los analistas de que esta reducción de la producción vaya a ser una realidad. De hecho, en el momento actual se desconoce si quedarían al margen países como Libia y Nigeria y cuestiones como cuáles serían las cuotas de producción individuales al no estar fijadas y, sobre todo, en qué quedaría la disputa declarada entre Arabia Saudí (teniendo que asumir alguna pérdida de cuota de producción en el mercado mundial) e Irán (pretendiendo recuperar niveles de producción de 2011, es decir, previos a las sanciones impuestas por su programa nuclear).

De aceptarse la propuesta por los países miembros de la OPEP y convertirse en acuerdo, la reducción de la producción de crudo planteada supondría compensar de forma suficiente el excedente actual y permitiría anticipar el equilibrio entre oferta y demanda que, según las mejores previsiones de la Agencia Internacional de la Energía, sería hacia mediados de 2017.

Habrá también que observar la reacción de los países no pertenecientes a la OPEP, que representan del orden del 60% de la producción mundial, pues solo si fueran igualmente consecuentes en sus decisiones se conseguiría el deseado equilibrio. Esto supondría que los países productores cubrieran razonablemente sus objetivos de ingresos y de rentabilidad y al mismo tiempo los países consumidores pudieran hacer frente al nuevo paradigma de precios en un contexto de ralentización del crecimiento económico mundial y no actuara de elemento obstaculizador de las economías más dependientes de la importación del crudo y frágiles en su estructura económica. Sin menoscabo de otros factores de índole geoestratégica y geopolítica, adicionales a los ya mencionados, así como del comportamiento de la climatología, sobre todo en el hemisferio norte en la presente estación de otoño-invierno, las estimaciones apuntan a que la curva de precios en el horizonte de 2017 se situaría en el nivel de 60 dólares por barril para el tipo Brent, aunque ciertos analistas prevén que se mantendrán los precios actuales e incluso con tendencia bajista.

Estamos una vez más ante un escenario incierto, pero con una no muy clara voluntad de los principales actores del mercado del crudo de trabajar en la implementación de soluciones satisfactorias para todos los agentes que permitan de forma paulatina llegar a un escenario de equilibrio entre oferta y demanda en el mercado del petróleo. No va a resultar fácil pues hay muchos intereses contrapuestos, pero confiemos en que al final los resortes económicos y las inercias del mercado, junto con la involucración razonable de las instituciones y Gobiernos, ofrezcan una respuesta adecuada a la actual crisis del petróleo que ya cumple más de dos años.

Basilio Gómez es Socio de Oil & Gas de EY

Archivado En

_
_