Lo que falta para el coche limpio
El sector del automóvil vive un intenso debate sobre cuál será la tecnología dominante del futuro de la movilidad. El coche eléctrico despunta como opción más clara, y su crecimiento se ha acelerado, aunque lejos de las muy optimistas previsiones hechas una década atrás. El motor de combustión mantiene su dominio del mercado en espera de que se resuelvan importantes incógnitas de las que dependerá el avance hacia el coche enchufado. Paralelamente, la presión por un menor impacto ambiental juega contra el diésel, hoy el combustible más consumido en Europa. Conviene tener presente que tampoco el coche eléctrico es la panacea, salvo que se planifiquen muy bien su impacto y necesidades.
La industria ha hecho un esfuerzo de innovación que se ha hecho evidente estos días en el Salón del Automóvil de París, que vio un gran número de modelos de propulsiones alternativas. Toyota avanzó en el debate sobre el fin del diésel al anunciar que no ofrecerá esa versión en su modelo C-HR “en un plazo entre 6 y 12 meses”. Es un caso particular, porque la japonesa no es una marca con tanta cuota en gasóleo como las europeas. Otras marcas son más prudentes. Como señala Renault, mientras exista demanda habrá oferta de vehículos diésel. Algunos expertos sitúan en el horizonte de 2030 el fin de este combustible. La calidad de aire en las ciudades agradecerá ese paso, pero es evidente que una transición muy rápida no sería asumible hoy.
El vehículo del futuro, entonces, será eléctrico, de forma total o parcial (híbridos). Este coche ofrece enormes ventajas medioambientales, pero necesita infraestructuras adecuadas, en forma de red de recarga, y mejoras tecnológicas que alarguen su autonomía. Hay un problema no menor que señala un informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEME):¿cuánta energía haría falta producir para cargar una flota de coches eléctricos que fuera mayoritaria en el parque europeo? Para cubrir el aumento de la demanda de electricidad, calcula ese organismo, sería necesaria una capacidad de generación adicional de 150GW, el equivalente a 18 grandes centrales convencionales. Como no parece previsible un renacer nuclear masivo, lo deseable es que esa capacidad tuviera origen renovable. De lo contrario, como señaló el presidente de Repsol, Antoni Brufau, lo que no contamina el coche lo contaminarían las plantas térmicas con que se alimenta.
Las perspectivas más realistas indican que en un futuro próximo convivirán tecnologías limpias y tradicionales (pero más eficientes). Hay motivos para mantener la apuesta por el coche eléctrico, entre ellos los medioambientales o la necesidad de reducir la dependencia de los combustibles fósiles. En paralelo deberá aumentar la generación de energía renovable para que todo cuadre.