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Amanecía y Scherezade guardó silencio (Parte 3ª). De la fábulación al esperpento.

"Algunos de los curanderos milagrosos afirman sanar la epilepsia y hacen una abertura en forma de cruz en la parte posterior de la cabeza y simulan extraer algo ¡que ya tenían anteriormente en la mano...!"

Al-Razi (860-932)

Al-Razi o Rhazes se llamaba Abū Bakr Muhammad ibn Zakarīyā al-Rāzī, conocido como “Zakariya-ye Razi en persa y también “Zakariya al-Razi” en árabe y como Rhazes y Rasis en latín; fué un gran genio y se le considera el primero entre los médicos de la antigüedad islámica, también se le llama “el experimentador”, “el Galeno árabe” y algunos lo consideran el primer científico.

Se sabe que nació en el año 860 en Rayy (Raj) en la provincia de Teherán (Irán), que vivió hasta el año 932, y se quedó ciego, y que escribió muchas obras (alrededor de 184, de ellas 56, al menos, sobre medicina).

Al-Razi, el primero entre los médicos de la antigüedad islámica, era un racionalista confiaba en el poder de la razón, era liberal y libre de cualquier tipo de perjuicio, fue muy valiente y atrevido para expresar sus ideas, tuvo argumentos contra Galeno, contra la religión y contra los charlatanes. Dos de sus obras se titulan así: “Sobre el hecho de que incluso los médicos habilidosos no pueden curar todas las enfermedades” y “Porque la gente prefiere a los curanderos y charlatanes sobre los médicos diestros”. Toda una declaración de intenciones.

Con Al-Razi tenemos una de las primeras referencias a la "Piedra de la Locura" y de la práctica “médica” de su extracción que se realizaba durante la Edad Media, y que según los testimonios escritos sobre ella consistía en la extirpación de una piedra que causaba la necedad del hombre. Se creía que los locos eran aquellos que tienen una piedra en la cabeza.

Como es lógico para alguien que no fuera realmente médico, el riesgo de la intervención deía ser mínimo para ello el supuesto curandero en realidad sólo hacía una pequeña incisión sobre la frente del paciente y, llegado el momento oportuno y mediante un habilísimo juego de manos, mostraba una pequeña concreción calcárea que parecía haber salido del cráneo del enfermo, y que finalmente exhibía ante los asombrados ojos de la multitud de testigos que se había reunido a su alrededor para ver el asombroso, fantástico y complicado (solo al alcance de expertos) acto quirúrgico.

La "piedra" que se le extraía al paciente acababa engrosando la colección particular del curandero y se encontraba (a modo trofeos de caza) permanentemente expuesta, ya sobre una mesa abarrotada de botellas, cajas, navajas y trapos, o engarzada en cordeles que engalanaban su puesto ambulante.

No hablamos, por lo tanto, de ningún problema de anormalidad, de la enajenación mental o la demencia sino del absurdo, de la necedad y en última instancia en la credulidad humana.

En un momento histórico en donde oímos como nadie se cansa de adorar a la diosa “credibilidad” y sacrificar cualquier objetivo a la sacrosanta “credibilidad”, resulta imprescindible hablar no solo de sus límites sino también de sus posibles efectos perversos. El daño que causa el exceso de su invocación y como algunas veces acaba siendo nada más que pura superstición y, por extensión, un campo abierto para todo tipo de charlatanes, que aprovechándose de la credulidad de las gentes solo intentan hacer negocio.

"la tontería no tiene época ni lugar, sino que es universal e intemporal".

Pedro Voltes, historiador, economista y diplomático español autor de “Historia de la estupidez humana”

“Cada uno de nosotros subestima el número de estúpidos que pasean por el mundo”

Carlos Cipolla, historiador económico italiano, autor de Allegro ma non troppo (dentro del cual se alla su Teoría de la Estupidez)

«La Extracción de la piedra de la locura» es una de las obras pictóricas pertenecientes a la primera etapa del pintor holandés El Bosco, realizada entre el 1475 y 1480, e incluida en un conjunto de grabados satíricos y burlescos que por entonces se realizaban en los Países Bajos.

Es un óleo sobre tabla, de 48 x 35 cm., que se encuentra en el Museo del Prado (Madrid) y que actualmente forma parte de la exposición temporal que sobre El Bosco realiza el museo.

En la obra aparece un falso doctor, que en vez de un birrete lleva un embudo en la cabeza,(símbolo de la estupidez), extrae la piedra de la cabeza de un individuo mayor y grueso que nos mira. Parece ser, que el corpulento ciudadano se dejó animar por la monja y el fraile ponerse en manos del curandero. La leyenda que aparece escrita en el cuadro dice «Meester snyt die Keye ras, myne name is lubbert das» (”Maestro, extráigame la piedra, mi nombre es Lubber Das”[1]) ya nos poene en antecendetes.

El cuadro expresa una crítica contra los que creen estar en posesión del saber pero que, al final, son más ignorantes que aquellos a los que pretende sanar de su «locura».

Detalles:

-Lo que el falso doctor está extrayendo no es una piedra sino una flor: un tulipán (que quizás el mismo ha puesto minutos antes en la herida)

-La bolsa de dinero del paciente es atravesada por un puñal, símbolo de estafa (se confirma el símbolo anterior).

-La religiosa lleva un libro cerrado en la cabeza, esto puede ser una especie de alegoría a la superstición, la ignorancia o el uso absurdo de los conocimientos. Los curanderos, pueden ser animados por profesionales cualificados que sin embargo, hacen el mismo uso absurdo del libro de la ciencia médica que los primeros.

-El fraile sostiene un cántaro de vino, quizás representándolo como un borracho o persona poco fiable.

-Encima de la mesa, un poco más apartado, se ve otro objeto ya anteriormente extraído, ¿o estará allí preparado para la próxima maniobra de engaño?. ¿Se le han acabado las piedras al operador?, ¿o se "trata" aquí una forma de epilepsia especialmente grave de origen más complicado"?

-En el fondo están visibles, la horca, la rueda y la hoguera, el pintor muestra claramente a dónde pueden conducir estos métodos de charlatanería y explotación.

El tema del cuadro unido al formato circular en que se realiza podría remitir en cierto modo a un espejo, y así parece arrojar al mundo la imagen de su propia estupidez al desear superarla de este modo tan erróneo. La obra representaría una denuncia contra el fanatismo de los hombres, tema que se encuentra a menudo en su obra.

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