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El humo sin fuego de la economía británica

El inesperado descenso en el número de británicos que solicitaron la prestación por desempleo en julio resulta alentador en algunos aspectos, pero problemático en otros.

Trabajadores en un edificio en construcción en Reino Unido.
Trabajadores en un edificio en construcción en Reino Unido. Reuters

Las señales económicas contradictorias están complicando la vida a las autoridades de Reino Unido. Un ejemplo es el inesperado descenso en el número de personas que solicitaron la prestación por desempleo en julio, según informó el Instituto Nacional de Estadística en el 17 de agosto.

Por un lado, está la cuestión de a quién creer. La buena noticia de que 8.600 personas menos que el mes anterior tuvieran que solicitar la prestación por desempleo sacude un informe diferente, mucho más pesimista, emitido el 5 de agosto por la Confederación de Reclutamiento y Empleo.

Las dos fotos fijas del mercado de trabajo han estado en desacuerdo antes. Además, los economistas fueron rápidos a la hora de señalar que cualquier desaceleración de la actividad, como de costumbre, tardaría un tiempo en afectar a las decisiones de contratación y despido y en pasar luego a los datos oficiales. Cualquier desaceleración económica relacionada con el brexit podría tardar más tiempo de lo normal, ya que puede que los empleadores esperen para despedir a los trabajadores hasta que tengan una mejor idea de qué tipo de relaciones comerciales tendrá Reino Unido con otros países europeos.

Incluso el Banco de Inglaterra, que se preocupó lo suficiente sobre las perspectivas de actividad económica como para empezar a relajar la política monetaria el 4 de agosto, espera que la tasa de desempleo del Reino Unido permanezca más o menos alrededor del 5% en los próximos meses. El problema es que las señales persistentemente contradictorias complicarán la vida a los políticos.

Para el ministro de Finanzas, Philip Hammond, será más difícil justificar un alivio rápido y agresivo en la política fiscal, aunque esto podría hacer más para ayudar a la economía que el estímulo monetario del gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney. La gestión de las consecuencias económicas de salir de la Unión Europea sería más fácil si la realidad fuera tan clara como la teoría económica.

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