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El Foco
Tribuna
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Hillary en Filadelfia: mujer, candidata, estadista

En las encuestas individuales de cada estado, gana Clinton en casi todos.

Hillary Clinton.
Hillary Clinton.

Durante los últimos siete años he dedicado mucho tiempo a intentar entender a Obama, estudiando al hombre y al estadista. Cada año, he publicado un libro sobre él, procurando crear la crónica de una presidencia histórica en Norteamérica: la primera con un afroamericano en la Casa Blanca. He publicado más de 5.000 artículos y entrevistas en prensa, radio, televisión e internet sobre Barack Obama. Coincidí una semana en el mismo hotel con la primera dama, en agosto de 2010, en la Costa del Sol, donde pude entregarle mi primer libro sobre su marido. Algo aprendí sobre Obama.

Sin embargo –ironías–, a quien más conozco es a Hillary Clinton, cuya figura estudio desde 1990. Time ha publicado que Hillary es “muy difícil de conocer”, a pesar de que su notoriedad es del 100%. Lleva 40 años en la vida pública, junto a su marido, Bill Clinton. En respuesta a Time, si quieren conocer a Hillary, vean el discurso que el martes por la noche dio Bill Clinton en la convención demócrata. El hilo conductor de su intervención –42 minutos, su décimo discurso en una convención– es su historia de amor, con sus altibajos, desde que se conocieron hasta el día de hoy. Reconoce que la más inteligente y fuerte es ella. Hillary ha sacrificado mucho en su vida para mantener a flote tanto su matrimonio como la carrera profesional de su marido. Pero la esencia del discurso de Bill Clinton se encapsula en una frase, que todos los oradores de la convención –desde distintos ángulos– han subrayado: “Hillary es capaz de llevar a cabo cambios”. Hay idealistas, hay charlatanes, hay fanfarrones…, que prometen, pero, a la hora de la verdad, no consiguen resultados.

Hillary fue una exitosa abogada corporativa y formó parte de los consejos de grandes empresas como Walmart y otras. Como primera dama de Arkansas, donde su marido fue gobernador, “no se quedó en casa cocinando cookies” –sentencia que causó gran controversia en la campaña presidencial de 1992–, sino que fue la principal consejera de su marido. En la Casa Blanca tuvo su propio espacio y equipo para trabajar. Resumo: intentó sacar adelante la primera reforma sanitaria, sin éxito, por la oposición republicana, parecida a la que Obama aprobó en marzo de 2010.

Los senadores Elisabeth Warren y Bernie Sanders, que representan el ala más de izquierdas del Partido Demócrata, cerraron filas en torno a Hillary. Y ambos destacaron lo mismo que Bill Clinton y Michelle Obama: a Hillary no le temblará la mano para sacar adelante las reformas que necesita el país, porque tiene una fuerza de voluntad y un talento formidables para hacer posible lo imposible. Sanders, que ha luchado fuertemente contra Hillary, tuvo la deferencia –la misma que Clinton con Obama en 2008– de ser el último en hablar y “entregar” sus delegados a Hillary, de tal manera que Clinton ha conseguido ser elegida oficialmente candidata presidencial por el Partido Demócrata. La primera mujer en la historia de América.

Durante ocho años, se ganó la confianza de neoyorquinos y de sus colegas de Washington, siendo senadora por Nueva York. Allí fortaleció sus conocimientos sobre política exterior y seguridad nacional. En enero de 2009 pasó a formar parte del Gabinete del presidente Obama, como secretaria de Estado, el puesto más importante de la Administración junto a la Secretaría del Tesoro. Aunque sus biógrafos destacan que “es la secretaria de Estado que más kilómetros ha viajado”, yo subrayaría otros logros, más sustanciales: el impulso, durante sus cuatro años al frente de Foggy Bottom (como se denomina familiarmente al edificio donde la Secretaría de Estado tiene su sede) del Diálogo económico y estratégico con China, entre abril de 2009 y enero de 2013. También, sus nobles intentos –dada su positiva relación con Israel y con los judíos en Estados Unidos– de reavivar el proceso de paz en Oriente Medio. Con China triunfó. Con Israel, no, debido a la intransigencia de su primer ministro, Netanyahu. Aunque Hillary no dejó de intentarlo ni un solo día durante sus cuatro años al frente del departamento. Precisamente, la tenacidad, la constancia, la fortaleza, la templanza y la paciencia son virtudes que el presidente Obama destacó de Hillary Clinton: durante cuatro años, al menos, se vieron una vez por semana y siempre estuvieron alineados. Hillary es conocida por su lealtad. Obama destacó que “no hay persona mejor preparada para ser presidenta que Hillary Clinton”.

Hoy, Hillary Clinton y Donald Trump están empatados en las encuestas nacionales, con ligera ventaja de Trump de 0,9 décimas. Es decir, empate técnico y dentro del margen de error, por lo que podría pasar cualquier cosa. Pero, en las encuestas individuales de cada estado, gana Hillary en casi todos. Y allá donde necesitaba ayuda (Florida), Tim Kaine, su candidato a vicepresidente, le aporta. En noviembre, no habrá una elección sino 50, tantas como estados. Hoy, Hillary gana en casi todos.

Desde el año 1964, en todas las elecciones presidenciales ha ganado el candidato del partido que estaba unido. La convención de Trump ha sido un fiasco: no estuvieron los presidentes Bush, padre e hijo, ni los candidatos McCain y Mitt Romney. Cruz y Kasich le boicotearon la convención. Y están los escándalos del plagio del discurso de Melania Trump o la involucración de Rusia en el hackeo de los correos electrónicos que prueban que el aparato del Partido Demócrata favoreció a Clinton frente a Sanders.

Tras la convención demócrata, “los números de Hillary mejorarán”. Aunque la campaña empieza ahora de verdad y veremos un choque de trenes entre Clinton y Trump.

A mí no me pregunten: tengo claro quién va a ganar.

Jorge Díaz-Cardiel es Socio de Advice Strategic Consultants. Autor de ‘Obama y el liderazgo pragmático’, ‘La victoria de América’ y ‘La reinvención de Obama’

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