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El personaje de la serie

Birgitte Nyborg, la jefa deseada

La protagonista de 'Borgen' es una líder fiel a sus ideas, capaz de negociar con habilidad y llegar a acuerdos.

Sidse Babett Knudsen, en el centro de la imagen, interpreta a Birgitte Nyborg en Borgen.
Sidse Babett Knudsen, en el centro de la imagen, interpreta a Birgitte Nyborg en Borgen.

Primero una advertencia: me encanta esta mujer, me encanta cómo dirige, cómo delega y cómo consigue alzarse por encima de los acontecimientos. Yo quiero que mi jefa sea Birgitte Nyborg. Dicho esto, empecemos con un pequeño dialogo.

Kasper: Birgitte, mírate esto.

El personaje de la serie

Es una sección elaborada por profesores de Esade que analiza a los protagonistas de series de televisión bajo la óptica de las lecciones que pueden extraerse para el management.

Birgitte: CincoDías... ¿qué quieren?

Kasper: Un artículo definiendo tu estilo de liderazgo.

Birgitte: Ok. Kasper, esto es cosa tuya, ocúpate tú. Sabes perfectamente cómo ejerzo mi liderazgo.

En este pequeño dialogo inventado encontramos ya algunas de las claves del liderazgo de Birgitte Nyborg, la primera ministra de Dinamarca en la ficción política Borgen: gestión de prioridades y capacidad de delegación, porque ella está para hacer cosas, no para venderlas. Para eso ya está Kasper. Birgitte llega al poder de forma inesperada. El juego sucio de sus rivales, destapado en el último debate televisivo previo a las elecciones, le lleva a una posición central en la política danesa y se convierte en la líder de un Gobierno de coalición de complicada estabilidad. Cuando Birgitte llega al poder tiene que hacer un equilibrio de prioridades: manejar las presiones políticas y económicas que tratan de frenar sus reformas; sus propias ideas de lo que debe hacer un líder político, como no mentir, ser fiel a sus compromisos, no dejar que el cargo fagocite la persona; y su vida familiar. Esta difícil conjunción de intereses hace que Birgitte se vea inicialmente desbordada.

Sus prioridades se centran en el ámbito público, y lo antepone a su vida personal. Pese a delegar adecuadamente y manejar con acierto los asuntos de ámbito público, la tensión en su vida familiar hará que finalmente su matrimonio se rompa: su marido no acepta el papel subordinado que debe asumir y las incompatibilidades que el cargo de su esposa le crea, por lo que acaba pidiéndole el divorcio.

A pesar del precio personal, ella aguanta firme. Y aquí aparece otra de las claves del liderazgo de Nyborg: fidelidad a unos principios y al proyecto colectivo por encima de los personalismos. Este mismo principio le lleva en otro momento a sacrificar al ministro de Economía, su mentor y amigo Bent Sejrø, en aras de la estabilidad del Gobierno y del mantenimiento del proyecto político. En otro punto de la serie la veremos conformar una nueva fuerza política, cuando ve cómo su partido de toda la vida se convierte en un mero instrumento de poder al servicio de un arribista que sacrificará sus principios en el altar del poder. Aquí vuelve con fuerza la Nyborg que antepone sus principios a las tentaciones del dinero o la posición personal, ya que al crear un nuevo partido de la nada sacrifica ingresos económicos y estabilidad personal.

Si repasamos toda la serie, Nyborg es una líder fiel a sus ideas, que es capaz de negociar con habilidad y llegar a acuerdos que la acerquen a sus objetivos sin olvidar el principio de realidad. Cuando tiene que interactuar con los poderes económicos, es capaz de encontrar soluciones sin traicionar sus principios. De hecho, vemos una líder capaz de lidiar con lo que sea en el ámbito público, pero que sufre mucho más en el ámbito privado: la serie la somete a un divorcio, a problemas graves con su hija a la que debe ingresar en una institución, y finalmente, en la tercera temporada, a un cáncer.

A pesar de todo, Birgitte superará cada obstáculo con perseverancia y con una mentalidad de servicio a la “cosa pública". Del inicio de la serie a su finalización Birgitte evoluciona. La tozuda realidad, las traiciones de amigos y enemigos matizan su ingenuidad inicial, pero no la hacen caer en el cinismo. Mantiene sus convicciones, pero sabe cuándo la realidad demanda una postura más práctica. En una ocasión, se ve ante la tesitura de evitar la filtración de una información que daría al traste con un acuerdo de paz en un conflicto armado. Tapar la noticia supondría entrar en conflicto con el derecho a la libertad de prensa. Por ello, reúne a los periodistas que conocen la información y les sitúa ante la disyuntiva ética de revelar la verdad, pero malograr un acuerdo de paz que dará estabilidad a una zona altamente conflictiva de África. Por suerte, esto sucede en Dinamarca, y el final es feliz.

Para terminar de analizar el liderazgo de Birgitte Nyborg no nos hemos de centrar en cómo es ella o de dónde es, o en qué lugar se enamoró de ti, que diría la canción. Tampoco lo que dice, y eso que Birgitte es capaz de hacer discursos muy persuasivos. Aquí lo que cuenta es lo que hace. A una líder se la conoce por sus actos, y los actos de Birgitte son muy claros: fidelidad a unos principios y al proyecto colectivo por encima de los personalismos, integridad, perseverancia, gestión de prioridades, delegación y recordar cada día que ella está en política para hacer mejor la vida de sus conciudadanos.

Al final de la serie ella vuelve a su casa, el palacio de Christiansborg, Borgen. Podría haber vuelto como primera ministra si hubiera aceptado un pacto entre una amalgama de fuerzas, incluyendo la extrema derecha, pero la fidelidad a sus principios están por encima y prefiere ser la ministra de Exteriores de un Gobierno democristiano liberal.

Pero, claro, todo ello pasa en Dinamarca, así que apreciados lectores, no intenten buscar paralelismos en España, porque, por desgracia, no los hay. Por eso, me encanta Birgitte Nyborg.

‘Borgen’, una historia de pactos

Borgen, el término coloquial con el que se conoce al palacio de Christiansborg, el edificio que alberga los tres poderes de Dinamarca, es el nombre de una de las últimas series revelación de la televisión internacional. Narra la evolución de la política Birgitte Nyborg (Sidse Babett Knudsen) desde la oposición hasta llegar a ser la primera mujer en acceder al cargo de primer ministro en este país. Sus creadores (el productor Adam Price y los escritores Jeppe Gjervig Gram y Tobias Lindholm) narran este periplo desde el interior de los personajes, en su día a día y con una perspectiva muy humana, con la que pretenden demostrar que, pese a contar con una de las democracias más avanzadas del planeta, la política en Dinamarca también existen claros y oscuros.

Más cerca de El ala oeste de la Casa Blanca (The West Wing, de Aaron Sorkin 1999-2009) que de House of Cards (Netflix, 2013), las tres temporadas de Borgen emitidas desde 2010 en 60 países, y hasta su conclusión en 2013, han cosechado en su país de producción picos más del 40% de audiencia. Y, aunque contiene aspectos muy arraigados en la política danesa, como el de las grandes coaliciones, no tan comunes en el bipartidista mundo anglosajón, aborda temas universales que conectan con toda clase de públicos.

La traición, el espionaje y los juegos de poder se suceden en el camino de Nyborg mientras intenta compaginar su itinerario reformista con su vida familiar.

Fuera de la ficción, Borgen se ha convertido en un espejo utópico para muchos de cómo debería funcionar la política en el Viejo Continente frente a los grandes retos del siglo XXI: el fin de las mayorías, la revolución de los medios sociales y de comunicación y la deslocalización de las grandes multinacionales.

Junto al personaje de Nyborg, también cabe destacar el de Pilou Asbaek (interpretado por Kasper Juul), su reservado asesor; la de Kartine Forsmark (Birgitte Hjior Sørensen), la astuta periodista; o el de Torben Friis, (Søren Malling) su jefe.

Joan Plans es profesor en el departamento de personas de Esade.

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