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El Foco
Tribuna
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Una inevitable gran coalición

La incertidumbre y los fallidos intentos de Gobierno ha convencido a muchos de que España no se podía permitir más experimentos

Thinkstock

Los resultados de las elecciones generales del 26 de junio han sorprendido. Han vuelto a fallar las encuestas. El bipartidismo sobrevive y el Partido Popular es el ganador indiscutible de los comicios. Sufrió el desgaste debido a los ajustes, la austeridad y el aumento de impuestos de la pasada legislatura. Desde diciembre ha continuado sosteniendo un Gobierno en funciones. Con la excepción parcial de Ciudadanos, ha sido blanco de durísimas criticas por parte de los otros partidos. No pudo formar Gobierno con Ciudadanos después del 20D porque sus 123 diputados, sumados a los del partido de Albert Rivera (40), quedaban a 13 de la mayoría absoluta. Pedro Sánchez resistió la presión de los barones del PSOE e incluso de los socialdemócratas alemanes y no quiso forjar una gran coalición con el PP.

En este contexto, un aumento de 14 escaños es un gran éxito. Las causas del ascenso del PP son múltiples. En 2015 crecimos un 3,1%, más que cualquier economía desarrollada importante, y se han generado dos millones de empleos desde 2014. Hay insatisfacción con los descensos de salarios inevitables por nuestra devaluación interna o con la precariedad laboral. Las encuestas tan desacertadas a pie de urna la noche electoral sugieren que quizás muchos españoles se quejan, pero a la hora de la verdad reconocen que entre todos hemos superado la crisis y crecemos con vigor. La campaña del Partido Popular, dirigida por Jorge Moragas, ha resaltado los muchos avances que hemos conseguido y adoptado un tono muy positivo.

"Muchos españoles se quejan, pero a la hora de la verdad reconocen que entre todos hemos superado la crisis y crecemos con vigor"

Además, el PP ha concentrado sus recursos en provincias con poca presencia de Ciudadanos y donde en diciembre no lograron un escaño adicional por pocos votos. La subida en escaños del PP en Galicia, Castilla y León, Extremadura, Murcia, Comunidad Valenciana y Madrid demuestra que dicha estrategia ha sido brillante.

La radicalidad de los alcaldes de Madrid, Barcelona y otras grandes ciudades tampoco es popular. Se ha producido un trasvase de votos de Ciudadanos al PP por la apelación al voto útil. La agotadora incertidumbre de los pasados seis meses y fallidos intentos de formación de Gobierno ha convencido a muchos de que España no se podía permitir más experimentos, especialmente con ideologías trasnochadas.

Similarmente, el PSOE ha perdido cinco escaños pero ha aguantado el tipo y evitado el sorpasso gracias al voto útil de simpatizantes de Unidos Podemos. A pesar de fusionarse con IU y otros pequeños partidos radicales, Unidos Podemos ha perdido votos y su apuesta de ser decisivo de cara a la creación del próximo ejecutivo ha fracasado. El voto útil tiene una causa adicional. Los españoles han presenciado las consecuencias del referéndum innecesario en Reino Unido del 23 de junio y la posibilidad de que la quinta economía mundial pueda desintegrarse en pocos años si Escocia celebra otro referéndum de independencia. La juventud de los aspirantes a la presidencia del Gobierno del PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos puede haber jugado en su contra en unos momentos en los que la mayoría de españoles desea estabilidad y experiencia en el ejecutivo de la decimocuarta economía del mundo por volumen de PIB.

"El liderazgo socialista y sus barones tendrán que convencer sobre la necesidad de gran coalición"

La aritmética nos deja con únicamente dos escenarios para que el Congreso de los Diputados pueda investir a un presidente. PP y C’s suman 169 escaños. Los siete votos adicionales que necesitan para que Mariano Rajoy pueda presidir su segundo Ejecutivo no parece que existan, ya que los restantes partidos son nacionalistas moderados (PNV, 5) o independentistas (ERC, 9, CDC, 8). Si el PSOE decide que prefiere mantenerse en la oposición, sí puede facilitar la investidura de Rajoy con los votos de PP y C’s en una segunda votación con una abstención. Pero parece más lógico que Pedro Sánchez prefiera formar una gran coalición con el Partido Popular, que tendría que conceder carteras ministeriales al PSOE. En cualquier país europeo, una gran coalición entre centroderecha (PP) y centroizquierda (PSOE) se constituiría sin demasiada dificultad. En Grecia incluso se formó un Gobierno entre la derecha de Nueva Democracia y el Partido Comunista en 1989. Pero el liderazgo socialista y sus barones tendrán que convencer a sus bases sobre la necesidad de dicha gran coalición, sin precedentes en nuestro país. El PSOE también se puede resistir a la gran coalición por el temor a sufrir el desgaste propio de la responsabilidad de gobierno y un hipotético futuro aumento de apoyo a Unidos Podemos.

Rajoy, durante la campaña y en sus primeras declaraciones después de las elecciones, ha apostado por la gran coalición. Sánchez sigue repitiendo que no apoyará a Rajoy, y Rivera también mantiene su ambigüedad. Posiciones propias de las jornadas posteriores a las elecciones. El liderazgo del PSOE necesitará algo de tiempo para explicar a sus bases la necesidad de dicho Ejecutivo de concentración. Pero si Felipe González fue capaz de ganar un referéndum sobre nuestra permanencia en la OTAN después de hacer campaña a favor de nuestra salida, las voces moderadas en el PSOE convencerán a Sánchez. El presidente Obama ya mostró impaciencia hace meses ante la incapacidad de llegar a acuerdos. Cuando nos visite del 9 al 11 de julio, apremiará al líder socialista a aceptar una gran coalición que le beneficia.

Se ha impuesto la sensatez y la moderación. Otro hito de nuestra democracia sería que un moderado PSOE formara con normalidad un Ejecutivo encabezado por el PP.

Alexandre Muns Rubiol es profesor de EAE Business School.

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