'Brexit': 15 horas que tienen en vilo a Europa
Sea cual sea el resultado, la consulta del ‘brexit’ marcará el futuro de toda la UE y de Reino Unido
Como suele hacer ante momentos históricos, el pueblo británico mantuvo este miércoles la calma ante el final de la campaña del referéndum que decidirá si Reino Unido permanece en la UE. Los restaurantes llenos en la City londinense, los parques atestados en un día nublado pero caluroso y la escasa presencia en la calle de partidarios de seguir en la UE (remain) o de salir (leave) podría hacer pensar que la trascendental consulta no levanta pasiones. Pero es todo lo contrario. El referéndum ha provocado profundas divisiones dentro de Reino Unido y ha deteriorado la relación de Londres con el resto de las capitales europeas. La tensión hierve a ambos lados del canal y, sea cual sea el resultado, ya nada será igual en la UE después de este 23J.
La apertura de los colegios electorales británicos a las siete de la mañana (una hora más en España) de este jueves, 23 de junio de 2016, marcará el principio del fin de la actual relación entre Londres y Bruselas y el comienzo de un incierto futuro para la convivencia dentro de la Unión Europea y del propio Reino Unido.
Nada será igual a uno y otro lado del Atlántico tras la consulta para la permanencia en la UE
Nada será igual a uno y otro lado del Atlántico cuando se abran las urnas 15 horas después (a las 19.00 hora local) y comience el recuento de los votos a favor de que Gran Bretaña siga (remain, en la papeleta) en la Unión Europea o de que abandone (leave) el club al que se adhirió hace 43 años.
Cualquiera de los resultados posibles tendrá profundas consecuencias, según la opinión mayoritaria de cancillerías y politólogos, diplomáticos y personas de a pie. La victoria de uno y otro bando obligará a reorganizar y replantear el diseño del club comunitario para adaptarse a la primera escisión de su historia, en el más dramático de los casos, o para intentar frenar una eurorreticencia cada vez más generalizada en la opinión pública y de la que el referéndum británico solo es el síntoma más visible.
El corazón financiero de Gran Bretaña y de toda la UE, la City londinense, latía ayer con aparente tranquilidad, pero los pasillos de entidades bancarias, aseguradoras y despachos de abogados llevan semanas, si no meses, calculando el impacto del brexit, previsiblemente devastador, en su modelo de negocio.
“Los clientes no dejan de comentar el asunto”, señalaba Juan Murillo, responsable del restaurante Hispania, un local de gastronomía española (cachopo asturiano incluido) que triunfa desde las entrañas de la antigua sede del Lloyds Bank, a solo unos metros de las vacías cajas fuertes.
El restaurante, como tantas empresas británicas, prefiere no tomar posición ante la consulta para no espantar a ningún comensal. Pero Murillo no puede contener su sorpresa al constatar que “muchos empleados de la City son partidarios del brexit y no parecen ser conscientes de las consecuencias que tendría para su vida laboral”.
“El brexit repercutiría brutalmente en toda al City”, pronostica un gestor de uno de los mayores fondos de la ciudad. La City es uno de los motores del superávit de Reino Unido en el sector servicios y casi la mitad de sus exportaciones dependen del resto de la Unión Europea. Por lo pronto, de imponerse la salida, la City y todos los mercados europeos parecen condenados a teñirse de rojo al día siguiente.
Las principales autoridades monetarias de todo el planeta están preparadas para actuar si el referéndum desencadena un viernes negro en los mercados comparable al que provocó en 1992 la abrupta salida de la libra esterlina del Sistema Monetario Europeo, una estampida que acabó reventando aquel embrión de la zona euro.
Los escenarios más catastróficos se asocian ahora a una potencial victoria del brexit o salida de Gran Bretaña de la UE. Pero incluso si no se consuma la ruptura, la sacudida política de la propia convocatoria del referéndum desatará tremendas reverberaciones políticas en toda la UE.
Los máximos exponentes de la campaña, el primer ministro británico, el conservador David Cameron, y su compañero de partido y ex alcalde de Londres, Boris Johnson, apuraron las horas antes del referéndum para intentar movilizar el voto a favor o en contra de la UE.
El último sondeo antes de la apertura de los colegios, publicado anoche por Sofres, pronostica una derrota de Cameron y los partidarios del remain por 41% frente a 43% de los seguidores de Johnson y el leave. Pero el sondeo señalaba también un 16% de indecisos, una cifra mucho mayor de lo esperado en vísperas de la consulta y que, según muchos analistas, podría acabar dando la victoria a los partidarios de que el país se quede en la UE.
Cameron lanzó una última y apasionada petición a ese electorado dubitativo en un mitin en Birmingham, una de las ciudades donde el resultado puede ser decisivo porque los sondeos revelan una tendencia del electorado de los partidos tradicionales hacia las posiciones de brexit defendidas por el partido UKIP de Nigel Farage.
“El partido de Cameron lleva 20 años criticando a Bruselas y ahora no es fácil darle la vuelta en 20 días”, lamenta un alto cargo europeo. A pesar de esa queja, las instituciones comunitarias y la mayoría de los Gobiernos europeos han apoyado en las últimas horas la campaña de Cameron, secundando su advertencia de que no habrá una segunda oportunidad.
La victoria del leave supondrá la salida definitiva, sin posibilidad de negociar un acuerdo a la medida como sugieren algunos
Las principales capitales europeas también redoblaron ese aviso para dejar claro al electorado británico que, tal y como ha dicho Cameron, la victoria del leave supondrá la salida definitiva y tajante, sin posibilidad de negociar un acuerdo a la medida como sugieren algunos partidarios del brexit.
“Un no es un no, sin terreno intermedio, por lo que habría que sacar todas las consecuencias”, advirtió el presidente francés, François Hollande, que representa el ala más dura dentro de la UE en la negociación para una potencial salida de Reino Unido. “Si la elección es salir de la UE, la decisión será irreversible”, añadió Hollande.
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, se sumó al aviso y aseguró que el resultado será definitivo y en ningún caso se renegociará la oferta aprobada el pasado mes de febrero para permitir a Reino Unido recortar en ciertos casos los derechos de los trabajadores europeos en suelo británico.
El popular Boris Johnson desdeñó una vez más todas las amenazas y advertencias y aseguró al electorado que solo pretenden asustar. “Son los mismos técnicos que predijeron catástrofes cuando nos salimos del Sistema Monetario y cuando decidimos no sumarnos al euro, y luego no pasó nada”, aseguró Johnson, cuya campaña supone un desafío a Cameron, a quien podría desbancar como presidente de los conservadores y del Gobierno si se impone finalmente el brexit.
“Después del referéndum, sea cual sea el resultado, habrá que hacer un ejercicio de reconciliación”, recomienda Vincenzo Scarpetta, analista sénior del centro de estudios Open Europeo. Scarpetta asegura que la “campaña ha sido muy dura y ha provocado profundas divisiones, incluso dentro de los partidos, principalmente entre los tories, pero también entre los laboristas”.
El choque alcanzó un trágico punto con el asesinato la pasada semana de la diputada laborista y defensora del remain, Jo Cox. “El país se quedó en un estado de irrealidad y solo ha retomado la campaña 72 horas antes del referéndum”, señala Scarpetta. En Westminster, continúan los homenajes y las ofrendas de flores a una víctima que hubiera cumplido 42 años, a las puertas de un Parlamento mundialmente reconocido como ejemplo de democracia.
Nunca se sabrá si el crimen, cometido por un ultranacionaista con problemas psíquicos, ha influido en el resultado. Pero Cox se ha convertido en el símbolo de una batalla política que marcará durante generaciones el futuro de Reino Unido y de la UE.
Si el resultado es tan apretado como señalan los sondeos, el posreferéndum puede ser tan traumático como la campaña.
La victoria del remain por poco debilitaría al Gobierno de Cameron y mantendría las dudas sobre el proyecto europeo. Si el remain arrasa, lo que parece poco probable, los europeístas más entusiastas quieren aprovechar el rebufo para ingresar en la zona euro.
Si el leave se impone, aunque sea por la mínima, el primer ministro difícilmente podrá cumplir su promesa de agotar la legislatura y la lucha por el poder entre los conservadores será encarnizada, hasta el punto de que algunos temen la ruptura de un partido histórico como los tories.
Para la UE, todas esas opciones resultarán difíciles de digerir. “Lo peor que podría hacer Bruselas es interpretar una victoria del remain como una señal a favor de que todo siga igual”, avisa Scarpetta. No parece esa la intención. A pesar de los pomposos anuncios sobre un plan franco-alemán para reforzar la integración europea, la mayoría de las capitales son partidarias de tomar el referéndum británico como un mensaje de todo el electorado. Y frenar de momento el proyecto europeo, a la espera de mejores tiempos.
Emigrantes europeos sin voto
“Me siento frustrado por no poder votar”, confiesa cariacontecido Reinier Zeldenrust, holandés residente en Londres desde hace cuatro años. Este diseñador medioambiental es uno de los miles de expatriados europeos que asisten impotentes a un furibundo debate que podría marcar sus vidas.
El Gobierno decidió reconocer el derecho de voto a los residentes procedentes de países de la Commonwealth, pero no a los de países de la UE, cuyo flujo migratorio hacia Reino Unido casi iguala al del resto del planeta. Curiosamente, los ataques de la campaña del leave se dirigen contra los comunitarios, a quienes se acusa de buscar refugio por la mala situación económica de la UE.
No es el caso de Zeldenrust. Pero como muchos otros expatriados, este holandés teme que el brexit ponga en peligro su trabajo. “No de manera inmediata, pero en dos o tres años Londres perdería atractivo y se podría reducir la inversión”. Juan Murillo, responsable del restaurante Hispania en la City comparte esa impresión. Tras varios lustros “trabajando y pagando impuestos en Gran Bretaña, ahora resulta que no puedo votar en un referéndum que me atañe directamente”.